Iphone, Juegos Reunidos y Monasterios Benedictinos

Se me ha ocurrido una idea, voy a escribir una novela. Os voy a contar el argumento pero guardadme el secreto.

Va de un tío o tía normal, casi vulgar, que por pura casualidad recibe una información que podría cambiar el mundo. Es algo sobre el origen del cristianismo, una civilización desaparecida o una fórmula secreta misteriosa. A lo largo de la novela deberá ir resolviendo acertijos mientras un grupo misterioso de gente malísima le persigue. Al final todo queda como al principio, el misterio vuelve a la oscuridad y aquí no ha pasado nada. El título no lo he decidido todavía pero será una combinación de algo como «la clave…», «el código…», «la fórmula…» más el nombre de un personaje histórico, preferiblemente artista o científico.

Absurdo ¿Verdad? El auténtico misterio es que sigan apareciendo (y vendiéndose) novelas con esta estructura.

Pues bien, creo que esa tendencia a la repetición de patrones es algo que define al ser humano. Dicen que lo que nos diferencia de los animales es la risa o el lenguaje. Yo creo que más bien se trata de esa necesidad de reducirlo todo a una serie de estructuras reconocibles, a la reducción de la entropía, a la eliminación de la incertidumbre y el desorden.

Desde el principio del proyecto de Marca Personal he luchado por encontrar aquello que nos diferencia, que nos hace únicos y valiosos. Sin embargo, parece que hay una fuerza invisible que nos lleva a la homogeneidad, a la uniformización.

Todas las generalizaciones son injustas (incluso esta) pero permitidme la licencia para lo que quiero contar. Creo que en el mundo de Internet en general y de la blogosfera en particular se produce este fenómeno de la homogeneización a una escala brutal y con una rapidez tremenda. Es preocupante la facilidad con que se aceptan, sin discusión, ideas, tendencias y conocimientos. Se supone que queremos ser originales y aportar puntos de vista diferentes pero acabamos hablando de lo mismo. Océanos azules, largas colas, cisnes negros, lo malo que es Gates, Vista y la SGAE y lo guay que es Jobs o Linux. Bueno, la SGAE si es mala (que no me pase na).

En realidad, y que me perdone mi amigo Dioni, creo que la innovación no existe, solo hay adaptación. Siempre digo, por ejemplo, que el Personal Branding es algo que existe desde siempre pero igual ocurre con muchas otras cosas.


Estos días está todo el mundo revolucionado con la llegada del iphone. Sin embargo, creo que el auténtico mérito de Apple es el emocional, el de haber conseguido que la gente se crea que tener uno de esos cacharros les hace diferentes. Esa es la auténtica revolución.

La idea de introducir varias funciones en un cacharro es muy antigua. Los juegos reunidos Geyper, la thermomix, los sobres sorpresa o el relojmarcapasostermómetrobrújulacalculadora Casio ya lo hicieron mucho antes. Pero no era tan chulo y sobre todo es que con el reloj solo podías presumir en el patio del cole y no como ahora que puedes contarlo en tu blog y poner una foto en Flickr.

Creo que en realidad nos pasamos la vida copiando, adaptando, reordenando, dando nuevos usos a cosas ya existentes. La genialidad de Arquímedes, da Vinci, Warhol o Jobs no ha sido la de crear/innovar sino la de transformar/adaptar. Un tornillo es una bomba de agua, una tortuga es un carro de combate o una lata de sopa es una obra de arte.

Nos pasamos el día utilizando cosas e ideas heredadas aunque quizás no seamos conscientes de ello. Me gustaría que en lugar de estar todos pendientes de lo «último», fuésemos capaces de mirar lo «primero». Todo está inventado. Google fue antes el Gotha, la mesa redonda, la lista de delincuentes más buscados, el Who is Who o el santoral. Networking ha sido «dime con quien andas y te diré quién eres» o «quién a buen arbol se arrima, buena sombra le cobija» o el «hoy por ti, mañana por mi».

Solo ha cambiado la forma, la escala, la forma, la masa crítica, la técnica, las herramientas, pero no el fondo.

Las Marcas Personales se desarrollan tratando de ser únicos. Entiendo que hay una fuerza que nos lleva a ser gregarios y a diluirnos en el grupo. Le ha ocurrido a todos los grupos pretendidamente rompedores, punkies, hippies o geeks, pero antes o después se convierten en «commodities».

Me temo que la blogosfera y La Red siguen siendo, pero a escala global, un monasterio benedictino en el que un grupo de monjes aislados pretenden poseer y guardar el conocimiento. La diferencia es que en este caso el conocimiento prohibido no es el nuevo sino el viejo. Parece que existe una regla no escrita en la que todo debe parecer «cool», moderno e innovador, cuando en realidad no hacemos más que reciclar. Las ideas no se crean ni se destruyen solo se transforman.





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