Ciencia, Ficción y Marca Personal

Uno de los puntos de conexión que mi planteamiento de Marca Personal tiene con el coaching es la necesidad de ser conscientes. Eso significa que antes de ponerte a actuar o a hacer cualquier tipo de cambio debes tener claro donde estás jugando.

Dificilmente vas a dejar huella si vives en Matrix, en un mundo en el que nada es lo que parece. Además, creo que una de las causas de la crisis actual se basa en esto, en que muchos han comprado todas las cantamañanadas que algunos listos han ido vendiendo solo porque sonaban bien. Las empresas y los gurús que las asesoran han utilizado el lenguaje como maquillaje, como camuflaje y engañabobos.

Digo esto porque creo que uno de los errores más comunes entre los profesionales es el de creer todas las películas que nos cuentan los expertos y consultores que siempre están creando la idea revolucionaria definitiva. Quizás me pase de pragmático. Quizás me podrán acusar de pesimista. Pero una vez más, creo que todo lo relacionado con las relaciones humanas está inventado desde hace siglos y que ante todo debemos tener los piés en el suelo. Algunos ejemplos:

La felicidad en el trabajo. Pero ¿De que cojones estamos hablando? ¿Felicidad, trabajo? Pero si ya en la biblia nos decían que el trabajo es un castigo divino. Si hasta el fotógrafo de Playboy termina cansado de su curro. ¿A cuantos trabajadores conoces que sean felices en su trabajo? Pero felices de verdad, no eso de «bueno, pues no estoy mal», «Los compañeros son majos».
Creo que esa obsesión por convertir el «empleo» en una fuente de felicidad es contraproducente. Creo que uno puede acercarse a la felicidad en el trabajo si trabajas en lo que te gusta, pero desgraciadamente eso está al alcance de muy pocos, aunque el posicionamiento profesional puede ayudarte a ello. Como decía Perez-Reverte hace unos días, no hay que apasionarse con tu profesión sino profesionalizar tu pasión. Al final, me parece que los únicos que son felices con su trabajo son los profetas que viven de ello.

Modas de «management». Las tendencias de gestión que se suceden y se solapan no son más que cortinas de humo (un subproducto de la «venta de humo») que pretenden traer cierto aire de respetabilidad a la gestión empresarial. En algún momento cualquier profesional debe darse cuenta de que ha sido engañado por la palabrería «gurusil». De lo contrario nos volveremos locos, por un lado veremos una realidad patética y por otra escucharemos bonitas palabras que la empresa nos va diciendo.

Vocabulario y eufemismos. Como dice Joep Schrijvers en La estrategia de la rata, hay que devolver el auténtico significado a algunos términos. Ejercer el liderazgo es putear. Inspirar es manipular. Incentivo es chantaje. Comprometerse (tal y como lo plantean «desde arriba») es humillarse (Trabajar más por menos o por una recompensa futura que no llega jamás).


Alinearse con la empresa. ¿Cuantos años vas a tardar en darte cuenta de que cada uno va a la suya? ¿Porqué vas a dar los mejores años de tu vida por un ente al que no le interesas lo más mínimo? La familia nos viene de serie, los amigos los elegimos, pero la empresa que nos contrata y la gente que hay en ella es solo una relación artificial y forzada con un montón de gente con intereses propios y que no suelen coincidir con los tuyos. Eso de convertirse en un fanático de la empresa en la que trabajas (o de cualquier otra) me parece exactamente eso, fanatismo. No conviertas a la empresa que te paga la nómina en una secta. Piensa por tí mismo.

Google y Futbolines. Estoy cansado del puñetero ejemplo de Google, de lo bien que viven y de lo divertido que es trabajar ahí. Vemos fotos en las que aparecen cosas chulas, una especie de ToysrUs. Pero Google solo hay uno y además no me creo nada de lo que cuentan. Todos los que aparecen en las fotos son jóvenes, supongo que solteros y con ganas de comerse el mundo. Veremos lo que ocurre cuando esos profesionales tengan cuarentaycinco o si antes los han hecho pasar a mejor vida como en La fuga de Logan.
Google es como ese ejemplo de noseque pais en el que la gente vive una media de cientoypico años a base de yogures y aire fresco. Seguro que es genial, pero es solo eso, una anécdota. Lo más habitual es que si ponen un futbolín en una empresa española, lo utilicen los de R2H2 como herramienta para saber quién se escaquea del trabajo.

Muchos de mis amigos bienintencionados, los que disfrutan leyendo libros felices, pensarán que este post es exagerado, que ya estoy con mis neuras antisistema. Vale, perfecto. Pero ni la Marca Personal ni este tipo de posts va dirigido a ellos. Está escrito para aquellos que tienen la valentía de salir de la zona de confort. Para los que no están dispuestos a que un día alguien les desconecte de la máquina y les aplique la eutanasia profesional. Para los que quieren percibir la realidad tal y como es y no como nos la cuentan. Para los que quieren crear su propia profesión partiendo de la realidad.

En los últimos años nos han hablado de la empresa espiritual, de compromiso, de talento, de organizaciones felices, de corporaciones Zen, de… Y todo eso se hay ido a la mierda en cuanto ha llegado la crisis por una sencilla razón, ya no hace falta para tener controlado y contento (narcotizado) al personal. Ahora solo hace falta una herramienta clásica: El miedo.

Felicidad, compromiso, espiritualidad, talento,… Subjetividades, intangibles, humo. Cuando trabajas con esos conceptos nadie te puede pedir responsabilidades. Supongo que, al menos durante un tiempo, esta crisis pondrá las cosas en su sitio y volveremos al auténtico secreto del éxito, el trabajo, la persistencia, la coherencia, la honestidad. Pero como en cuanto acabe volveremos a las andadas, os recomiendo que tengáis los ojos bien abiertos y que no os vendan motos para sustituir vuestra Marca Personal por la suya a base de trucos de magia y juegos de manos.





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