Yo soy yo y mis etiquetas

Una tarde de hace ya demasiados años, mientras me preparaba para ir a las prácticas de laboratorio de la facultad, escuché que empezaba un nuevo capítulo de Corrupción en Miami.
El título de aquél capítulo era: La química es un buen negocio (Cap.8 Temporada 3). Al principio me alegré, especialmente porque aunque no me apetecía nada ir a las prácticas, pensé que a la larga el esfuerzo sería recompensado. Pero pronto entendí, teniendo en cuenta que era una serie de policías antivicio y no un documental del Discovery Channel, a que «química» y a que negocio se referían.

La química nunca ha tenido buena fama. Da igual que haya permitido crear productos que eviten que se pierdan las cosechas y la gente no muera de hambre, no importa que en este momento puedas llevar una camiseta de colores chillones o que estés escribiendo en un teclado hecho de polímeros o que estés bebiendo una bebida energética con todo tipo de compuestos artificiales. La química es mala y los químicos somos una especie de científicos locos que queremos destruir el planeta. Punto.

El ser humano tiene tendencia a simplificar, etiquetar, estereotipar y clasificarlo todo. Supongo que es una forma de sentir que tenemos algo de control. Las primeras impresiones, lo que dice tu tarjeta, un piercing o una corbata dan pistas a los demás para ponerte en una casilla. Todo lo que hagas te va a Marcar. Por eso es importante que lo asumas y seas tu el que gestione esas percepciones.

Lo curioso es que somos nosotros mismos los primeros que nos «vestimos» con etiquetas. Químico, coach, concejal de urbanismo, jefe de producto, calzonazos o bloguero. En realidad, cuando alguien «se pone» una etiqueta está asumiendo los atributos que se relacionan con ella. Es como si al ponerte el disfraz de Batman te convirtieses en él o cuando escribes en twitter seas más «moderno».

El objetivo del Branding Personal no es que te pongas una etiqueta prefabricada sino que cada uno tenga su propia identidad. Por eso insisto mucho, por ejemplo, en que tengas un dominio con tu nombre y no con el de tu «etiqueta» o profesión. El respeto te lo ganas tú, no te lo da un título universitario, una posición en un organigrama o la utilización de un cacharro tecnológico o herramienta «de conversación».

La marca eres tú, no tu «producto». La única barrera de entrada infranqueable eres tu mismo/a. Todo demás es clonable o falsificable o adulterable.

Ya empiezo a ver que, a medida que se hace popular, algunos empiezan a aplicar el concepto de Marca Personal a cualquier cosa que crean que tiene cierto parecido. Hay gente que tiene mucha imaginación para convertir lo que ha hecho siempre con el último concepto que se hace popular. Una peluquera puede decir que se dedica a la imagen de Marca Personal, un SEO puede decir que aparecer bien posicionado en un buscador es Marca Personal o un asesor laboral puede decir que el CV es una buena herramienta de visibilidad. Es la vida.


Por eso es importante que consigas asociar tu nombre a un beneficio independientemente de la forma en que otros denominen a lo que haces.

El problema de las etiquetas es que siempre tienen connotaciones. Unas positivas y otras negativas pero incontrolables porque pertenecen a las creencias de tu interlocutor. Si has dedicado varios años de tu vida a prepararte para algo que de pronto ha perdido valor, tu destino está unido a ello. Puede que hayan sido otros los que lo hayan prostituido, pero el precio lo pagas tú.

Quizás por eso, cuando alguien hace una crítica al coaching, a lo 2.0, a los políticos, a los de R2H2 o a la química mucha gente se lo toma como si estuvieses cagándote en sus muertos. Han asociado su identidad a una etiqueta y eso es muy peligroso porque pones tu destino en manos de un concepto que a su vez depende de los intereses y la forma de actuar de mucha gente.

También ocurre cuando alguien pierde un trabajo. Si su vida es el puesto que pone en la nómina, al perder esta también pierde su identidad y pasa lo que pasa.

Así que a partir de ahora empieza a dejar de pensar como un producto dentro de una categoría y empieza a crear la tuya propia, una categoría de un solo individuo, tu. Es más duro porque tienes que empezar de cero, pero todo lo que hagas será personal e intransferible en lugar de comprarte un traje prefabricado.

Aquella tarde de hace ya demasiados años entendí dos cosas, primero, que la química no tenía buena fama y segundo, que me equivoqué de especialidad, la que daba dinero era la orgánica (la de los del laboratorio de Miami) y no la agrícola. Quizás por eso me dedico al Posicionamiento Personal.





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