No superes un proceso de selección, sáltatelo

Una de las anécdotas más repetidas sobre la EXPO92 de Sevilla es que en cuanto se juntaba un grupo de personas, rápidamente se unían muchas otras formando una cola como si hubiese algo que visitar. Lo curioso es que esa fila de gente no iba a ningún sitio, simplemente se formaba porque algunos pensaban que los primeros estaban esperando algo y a partir de ahí nadie se planteaba si realmente aquello tenía sentido.

En el mercado laboral llevamos décadas haciendo colas sin preguntarnos si estamos haciendo lo correcto y lo mejor para nosotros. Poco a poco, las empresas nos han ido metiendo en procesos de selección-discriminación, métodos de «homologación», filtros (a veces ridículos o peor aún, inmorales), circos en los que se enfrenta a los candidatos y otros tipos de juegos que parecen salidos de la mente calenturienta del psicópata de SAW.

Quienes controlan el sistema en el que estamos inmersos han conseguido que cuando nos llaman para una entrevista vayamos como corderitos dando gracias por esa magnanimidad. A partir de ahí, estamos en sus manos.

Que nos piden que hagamos tests de personalidad, pues se hacen.
Que te dicen que debes debatir un tema absurdo con un grupo de gente a la que no conoces para que un «observador» decida quién merece seguir o quién debe abandonar la casa, pues se hace.
Que te hacen preguntas que no te haría ni tu confesor, pues vas tu y pides perdón por tus pecados laborales.
Que te hacen perder un tiempo precioso para explicarles porqué eres un buen profesional mientras la persona de enfrente bosteza o coge todas las llamadas que le entran y luego nunca vuelves a saber de ellos, pues te jodes y bailas.

La cuestión aquí no es como se pueden superar esos procesos absurdos y subjetivos. Sino como evitarlos, como saltarse a esos individuos con mentalidad de semidioses que deciden sobre la vida y la muerte profesional de muchas personas.

Si hemos llegado a esto es porque han conseguido que los profesionales pensemos y nos comportemos como «commodities». Han logrado convencernos de que todos somos iguales, de que da igual un candidato que otro, de que al final lo importante es que salga baratito y no de problemas.

Porque en realidad se trata de eso. El objetivo de R2H2 no es seleccionar al mejor candidato para la compañía sino para sus propios intereses (no problemas, no mujeres, no mayores, no jóvenes con «pintas»,…).


Todos estos procesos no son más que excusas, argumentos de los que tirar para lavarse las manos si un día el candidato sale «rana». Al utilizar herramientas y métodos ridículos solo están tratando de dar una imagen de objetividad a algo que por definición es subjetivo e impredecible, el comportamiento humano.

El Branding Personal pretende conseguir que esos procesos sean irrelevantes. Si una persona ha conseguido alcanzar notoriedad en su entorno (empresa, departamento, sector,…), no necesita pasar por ese trago. Si alguien consigue que quién realmente toma las decisiones se fije en él, conseguirá pasar por la puerta del testeador, homologador, seleccionador y hacerle una pedorreta porque ya no pinta nada en esa decisión. De ahí la importancia de La Red y de las herramientas de notoriedad que tenemos a nuestro alcance.

Creo que llevamos muchos años aceptando la obligatoriedad y el peaje de los procesos de selección. Incluso se ha creado toda una industria que te enseña a superarlos. Curiosamente los que te dicen como superarlos son los mismos que te obligan a pasar por ellos.

Ya se que esto seguirá y seguirá, pero si consigues sacar la cabeza y destacar sobre el resto, puede que no tengas que tener que superar un proceso de selección o estar pendiente de que prescindan de tí en el proximo ERE, simplemente te saltarás el trámite.
La Marca Personal, en el mundo laboral, es como esa tarjeta VIP que te permite saltarte las colas en un parque de atracciones o esperar al avión en la sala Business.

Se trata, en definitiva, de evitar los procesos de selección convirtiéndote en el candidato imprescindible sin tener que pasar por el filtro.

Por cierto, es curioso que la mascota de la EXPO92 se llamase Curro (Job).





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