Branding Personal ¿Por qué ahora?

Cuando tu trabajo te obliga a estar mucho tiempo conectado a La Red, a veces tienes la sensación de que todo gira alrededor de Internet. De pronto parece que no podríamos vivir sin herramientas tan ¿imprescindibles? como Twitter, Facebook, los blogs o los buscadores. Incluso alguno se pregunta como lo hacen aquellas personas que no solo no saben lo que es lo 2.0 sino que no tienen ni idea de lo que hay que hacer para encender un ordenador (ni puñetera falta que les hace).

Los que ya vamos teniendo cierta edad y hemos estudiado en tiempos casi prehistóricos, hemos hecho operaciones matemáticas complicadas sin calculadora, hemos dibujado con tiralineas, hemos hecho trabajos escritos a «máquina» basados en la información de una enciclopedia de papel de una biblioteca municipal y hemos creado nuestros propios juguetes y aquí estamos.
Entendemos que La Red no es el ombligo del mundo, el alfa y el omega, la caja de Pandora y el huevo de Colón, todo al mismo tiempo.

Digo todo esto porque esa tendencia a convertir La Red en la madre de todas las cosas a veces genera confusión. Y también ocurre con la Marca Personal.

Cualquiera que haga una búsqueda de Marca Personal en Google pronto lo encontrará asociado a todas estas herramientas de dospuntocerolandia. Al ver eso, es facil pensar que el Branding Personal es una consecuencia de las nuevas herramientas tecnológicas. Y otros muchos pensarán que es imposible crear una estrategia de posicionamiento personal o profesional si no estás en La Red. Y eso es falso.


En primer lugar, creo que a lo largo de la historia, las personas que han dejado una huella más profunda son aquellas que han utilizado adecuadamente lo que ahora denominamos herramientas offline.

Un ejemplo de esa histeria endogámica es el artículo de este fin de semana en El País. Creo que es necesario esperar un tiempo para ver si los proyectos que ahí se describen acaban produciendo algún efecto o se quedan en una anécdota. Por que, ¿Qué tienen de especial esas empresas? ¿El número de empleados? ¿Sus beneficios? ¿Su facturación? ¿O solo que son «de Internet»?

Vale, dicen que el medio es el mensaje, pero tampoco hay que perder la cabeza. Durante los años en que he sido responsable de compras he conocido muchas empresas «tradicionales» (aunque fabricasen jabón o mermelada) mucho más sólidas, innovadoras y generadoras de riqueza que esas supernovas dospuntocerolenses y que jamás aparecerán en prensa y mucho menos en portada de un suplemento semanal.

En segundo lugar, creo que el desencadenante del concepto de Marca Personal ha sido sobre todo el cambio en las relaciones laborales. El artículo emblemático de Tom Peters sobre la Marca Personal apareció en 1997, pero ya mucho antes se estaba hablando de estos asuntos.
En el último cuarto del siglo pasado, las relaciones entre las empresas y los profesionales han ido sufriendo una transformación tan gradual que apenas nos hemos dado cuenta.
El viejo vínculo entre el empresario y el empleado ha ido desapareciendo al mismo tiempo que los propietarios dejaban de tener nombre y apellidos y se transformaban en accionistas anónimos.

Por esa razón, ya no son útiles las viejas formas de desarrollo profesional. En este momento, la trayectoria de un profesional es más parecida a la conquista de una montaña o a atravesar el Atlántico en solitario. Creo que hay que dejar de hablar de carrera profesional, de empleados y de compromiso (unilateral) y debemos empezar a hablar de proyectos y estrategias personales y profesionales. Ya no hay rutas marcadas, ni caminos establecidos de antemano. El control lo debemos asumir nosotros porque las normas tradicionales ya no son válidas.

Esa es, en mi opinión, la auténtica razón por la que ha surgido precisamente ahora el concepto de Branding Personal. Ha coincidido con la revolución 2.0, pero si no hubiese sido así, habríamos encontrado nuevas formas de hacernos visibles si realmente tenemos algo que ofrecer.





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