El factor común

En algunos de mis últimos posts, algunos amigos y amigas han comentado-criticado mi tendencia un tanto cansina a insistir en lo menos positivo de lo dospuntocero. He estado reflexionando sobre ello y creo que hay una explicación que puede ser aplicable a mi trabajo sobre Branding Personal.

Supongo que una de las cosas que me empujó a estudiar una carrera de ciencias fue la necesidad de encontrar un cierto orden en las cosas. Dicen que una de las causas del temor a viajar en avión suele ser la obsesión por el control.

Me gusta encontrar elementos coincidentes en asuntos distintos y distantes. No me siento cómodo con la casuística, con los elementos extraños e incontrolables. Como resultado, mi enfoque y método de Marca Personal solo es el resultado de tomar «ingredientes» útiles y comunes de diferentes materias. Yo no soy un revolucionario, solo soy un chatarrero de ideas.

Mi forma de pensar me lleva siempre a hacerme las siguientes preguntas cada vez que aparece algo «nuevo»: ¿Con que cosas existentes coincide? ¿De qué situaciones previas podemos aprender algo para no tener que reinventarlo todo? ¿Hay alguna similitud con algo, cualquier cosa anterior?
Puede que sea una cuestión de pereza, pero también puede ser una forma de ser eficaz.


Mi crítica a lo dospuntocero, la twittermanía, etc. no es hacia el fondo, y mucho menos hacia las personas. Mi incomodidad viene más bien por sensación que parece que existe en La Red de tener que «reiniciar el sistema» cada vez que surge una nueva herramienta. Es esa sensación de que prevalece la necesidad de sentirse único y especial frente a la de la humildad y el reconocimiento del trabajo de los que nos precedieron.

Entiendo que es genial sentir que estás en una revolución cada día, que estás en un momento histórico cada vez que descubres un nuevo «Plug-in». Sin embargo, creo que sería más eficiente tratar de separar aquello que ya conocemos de lo realmente novedoso.

Supongo que cada herramienta o tendencia está asociada a gente que pretende convertirla en su medio de vida y, si eres crítico con ella, tarde o temprano, alguien va a sentirse incómodo por meterte con el pan de sus hijos.

Un ejemplo.
Hay una herramienta que sirve para comunicarte con mucha gente, crear grupos, establecer contacto con personas que están muy lejos, enviar mensajes de texto de unos cuantos caracteres, recuperar a viejos amigos, navegar, enterarte de las últimas noticias, compartir información, ficheros, fotos,… y muchas cosas más.
Se llama… TELÉFONO

¿Cuanta gente está hablando de como usar el teléfono? ¿De cómo encontrar trabajo con el teléfono? ¿De cómo utilizar el teléfono para hacer networking? ¿De cuáles son las reglas de la Telefonoetiqueta? ¿De lo que debes o no debes hacer al hablar por teléfono?

La gran mayoría de la gente utiliza el teléfono (mucha más de la que utiliza Twitter o Facebook o Linkedin) y su efecto sobre tu Marca Personal es mucho mayor, por cantidad y por calidad. Sin embargo, no conozco demasiados manuales, ni libros, ni foros, ni blogs sobre el uso del teléfono.

Un politono, el modo de contestar (¡digamelon!), la forma en que utilizas las pausas o el tono de voz, el tiempo que tardas en responder a una llamada perdida,… Todas estas cuestiones tienen más influencia en tu Marca Personal que lo que digas en La Red. Quizás no llegues a tanta gente, pero te aseguro que la gente con la que interaccionas por teléfono tiene más peso en tu vida que todos y cada uno de los miles de «followers» que puedas tener (salvo que los llames por teléfono).

Existen muchos sitios en los que te hablan sobre el aparato, la tecnología y las pijaditas. Pero ¿No sería mejor aprender a usar la herramienta en lugar de obsesionarse por las «especificaciones» de la herramienta? ¿De qué te sirve lo último en tecnología si tu comportamiento es similar al de un australopithecus?
Y esto no se aplica solo al teléfono.

Piensa en el email, en la forma de comportarte en la copa de Navidad, en la velocidad de respuesta a la solicitud de ayuda a un amigo, en tus modales en el metro, en la forma de actuar en una reunión de negocios o de amigos, en tu actitud a la hora de presentar los presupuestos del año que viene. Constantemente estamos poniendo a prueba el posicionamiento de nuestra Marca Personal frente a gente que realmente tiene influencia en nuestra vida «real», y sin embargo no veo que La Red esté inundada de pedeefes o de pepetes con decálogos sobre esos asuntos.

Mi obsesión es tratar de encontrar, destilar las leyes, reglas, elementos, lecciones aprendidas con relación al uso del teléfono, o cualquier otro medio de comunicación tradicional de los últimos años o siglos, y aplicarlas a las nuevas herramientas siempre que eso sea posible.

Soy de ciencias, ¡joder!. ¿No es absurdo e ineficaz pretender «resetearnos» y poner el contador a cero cuando podemos aprovechar mucho de lo aprendido por otras personas y medios? ¿No es más lógico tratar de encontrar las fórmulas que expliquen lo que ocurre del modo más amplio posible en lugar de pretender convertir cada «invento 2.0» en un caso único?
Cuanto daño están haciendo los océanos azules, los cisnes negros y demás…

Admito que los instrumentos dospuntocero tienen algunos elementos distintos y no coincidentes con una sola herramienta. Pero eso no significa que sean radicalmente novedosos sino que deberemos buscar el factor común con otras cosas que se pueden combinar. Para ser eficaces, deberemos analizar cuales son los componentes de ese nuevo medio y encontrar similitudes con algo existente, si existe.

Quizás un blog o Twitter sea una mezcla de Teléfono+Espectáculo+»Speaker corner«. Podríamos destilar, extraer o identificar el modo en el que un artista de éxito se dirige a una audiencia variada, la forma en que identifica los intereses de su público, el modo en el que empatiza o sintoniza con la gente que le sigue o asiste a su espectáculo.

Ya se que es chulo pensar que La Tierra es el centro del universo y que cada cosa que descubres es lo más de lo más. Pero lo cierto es que nuestro planeta «solo» es una mota de polvo insignificante y lo dospuntocero es una vuelta de tuerca más a la necesidad del ser humano de comunicarse y de sentirse importante. ¿Es eso malo? No, de ningún modo. Lo malo es olvidarnos de los conocimientos heredados solo para sentirnos importantes.

NOTA: Esta semana cuelgo un video sobre la Marca Personal aplicada a la gente del mundo del derecho que hizo mi amigo Javier Muñoz de iabogado.com en su despacho. Volveré con más videos después de Navidades.





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