Situaciones inadecuadas para la Marca Personal
Durante unos cuantos años, en la empresa de distribución en la que trabajaba, me he dedicado a buscar proveedores que nos fabricasen la marca blanca. Mi labor consistía en encontrar fabricantes buenos, de calidad, baratos y facilmente sustituibles si la cosa iba mal. Como véis, es lo mismo que hacen los de R2H2, que en el fondo son jefes de compras de recursos (humanos), aunque nos digan otra cosa.
Una de las situaciones más tristes, y también más habituales, en la negociación con ese tipo de proveedores se producía cuando este creía que fabricar sus productos para mi empresa era lo mejor que le podía suceder. Pensaba que una vez que cerrásemos el acuerdo, ya podía echarse a dormir. Que el volumen que iba a producir para nosotros le iba a permitir vivir bien o muy bien.
El problema surgía cuando se daba cuenta que el esfuerzo financiero que debía realizar le iba a permitir obtener una buena facturación, pero el beneficio sería muy justo o incluso podría perder dinero. Estas pequeñas o medianas empresas solventes, podían vivir bien con una cartera diversificada de clientes tradicionales. Sin embargo, se encontraban en pocos meses dedicando una gran parte de su capacidad de producción a fabricar productos para una marca de otro que apenas les permitía mantener la empresa abierta. Y además, dejaban de trabajar para su propia marca.
En las últimas semanas he hablado con mucha gente y he detectado que con la Marca Personal ocurren cosas parecidas. Me he dado cuenta de que hay situaciones en las que las personas se meten en trampas laborales o situaciones profesionales en las que el Branding Personal poco puede hacer si no se realizan algunos cambios.
El Branding Personal es una herramienta para gestionar las percepciones que «el mercado» tiene de nosotros. Es importante definir bien el nicho en el que quieres posicionarte. Eso implica, entre otras cosas, que debe ser suficientemente grande como para que las probabilidades de que te tengan en cuenta sean razonablemente altas.
En el mercado laboral ocurre con demasiada frecuencia lo mismo que en el que describía al principio. En lugar de buscar un mercado ámplio en el que vender lo que hacemos, nos empeñamos en buscar un «cliente-empresa» que nos ofrezca un contrato indefinido (indefinición: Falta de definición o de claridad. RAE).
Pero lo peor no es eso, sino que nuestro interlocutor suele ser único. El jefe de la sucursal, la responsable del departamento, el director de área, la encargada,… Nuestro nicho de mercado es mínimo y por lo tanto el mercado en el que podemos posicionarnos se reduce a una sola persona. En esa situación es imposible posicionar tu Marca Personal salvo en esa única persona que puede decidir sobre tu vida. Por otra parte, la obligación de seguir una cadena de mando impide la utilización de otros canales de «marketing» salvo los oficiales.
La alternativa es evidente: Empieza a posicionarte fuera de ese nicho. El problema es que solo cuando tu cliente te ha apretado las clavijas al máximo o cuando decide sustituirte, es cuando te das cuenta de donde te has metido y de que deberías haber diseñado una estrategia diferente.
Otra situación en la que el Branding Personal se encuentra limitado es aquella en la que la comunicación con el exterior es reducida o nula. Hay empresas en las que el contacto entre los profesionales dentro de ellas es más abierto, pero en las que se prohibe o limita el contacto con el exterior.
Si en una empresa te impiden, en tu tiempo libre, escribir artículos, dar conferencias u opinar en tu blog, te están cerrando la salida para cuando decidan que has dejado de ser necesario. Eso no te lo va a compensar nadie cuando te veas en la calle con una caja con tus cosas. Tu debes decidir si quieres jugártela toda a una carta o vas a empezar a «hacer ruido». Si quieres que tu trabajo sirva para fortalecer la marca de otro mientras la tuya se va debilitando.