Los followers no son los padres

Cada vez que voy a recoger a mi hija al colegio o veo a un grupo de niños escucho unas cuantas veces aquello de, «Mamá, Papá, mira lo que hago». Algunos niños son especialmente insistentes reclamando la atención. Lo cierto es que, para nosotros «los mayores», la mayoría de las cosas de las que se sienten tan orgullosos y que deben ser vistas sin importar lo que estés haciendo, son «cosas de críos». Pero si no haces eso por tus hijos, ¿Por quién lo vas a hacer?

Lo cierto es que, aunque te interrumpan, te sientes orgulloso cuando esa atención la reclaman unos personajillos que están aprendiendo, creciendo y deseando que alguien les confirme que van por buen camino. El problema viene cuando en nuestro entorno hiperconectado hay miles de adultos que están haciendo lo mismo y diciendo algo así como «Follower, fan, amigo, mira lo que hago». «¿Me quieres? (Haz clic en Me gusta)». «Deja lo que estés haciendo y hazme caso porfa, porfa, porfa…«.

Ya somos mayorcitos y la vida real no es un parque con columpios.

Existe demasiada preocupación o más bien obsesión por la notoriedad, la visibilidad y llamar la atención. La mayoría de las cosas que vemos en La Red es algo que ya está inventado, aunque cada nueva generación de usuarios piensa que ha descubierto la pólvora.

Por ejemplo, esta semana he recibido cada día un mensaje con una foto con una frase tratando de llamar la atención sobre algo que se supone que era una oferta genial de un tipo al que no conozco. Hasta el tercer o cuarto día no he podido saber que era algo relacionado con un libro sobre balances y finanzas. He tenido que pedirle que me quite de su base de datos y lo he eliminado de LinkedIn porque es de ahí de donde sacaba las direcciones para el spam. Son estas cosas las que creo que pueden acabar con el buen rollo dospuntocerolense.

No sé si a ti te pasará lo mismo pero yo voy de decepción en decepción cada vez que busco alguna información y me encuentro con los mismos decálogos, infografías o videos (El video de Ken Robinson es el nuevo «¿Sabes lo que significa crisis en chino?») cortipegadas una y otra vez. A tus hijos les ries las gracias porque son tuyos, pero cuando alguien a quien no conozco más que por un avatar me dice «mírame, mírame» y lo que me enseña es otra vez un enlace a un video cursi o una cita de Punset, de Bucay o de Coelho, le meto en mi lista negra.

Una de las preguntas más habituales cuando llego a la parte en de mis cursos en los que tengo que hablar de Marketing (no Branding) Personal es: «¿Y como consigo muchas visitas, seguidores o fans en mi blog, Twitter o Facebook?». O dicho de otra forma, «¿Como consigo que todo el mundo me mire sin esforzarme demasiado?». Cuando les digo que hay que trabajar e insistir parece que se desinflan bastante.


A la mayoría de la gente no les preocupa lo que deben decir, ni saber como crear contenidos interesantes y valiosos que son los que harían que la gente les siguiese. No. Lo que quieren es que, de algun modo rápido e indoloro, haya un montón de gente que, por las buenas, les rían las gracias y le sigan. Pero deberían darse cuenta que a diferencia de lo que ocurre con los Reyes Magos, los followers, fans y «amigos» no son los padres.

Esta semana, mientras meditaba sobre lo que escribiría en este post leí un tuit de Bernardo Luis Munuera que me gustó mucho y que comparto al 100%

Creo que, precisamente cuando todo el mundo dospuntocero está tan preocupado por llamar la atención («Mamá mírame») y por hacer cosas que crees que pueden gustar a los «padres» es el momento de retirarse y hacer aquello que te gusta a tí. Y el que quiera, que mire.

El problema de hacer las cosas para contentar a los demás es que tu Marca Personal deja de ser tuya para adaptarse a lo que crees que otros esperan. Supongo que nos hacemos adultos cuando dejamos de hacer las cosas para que nos miren los demás y nos digan lo geniales que somos por hacer un muñeco de plastilina y empezamos a juzgarnos a nosotros mismos. 

Debo reconocer, y lo digo por experiencia, que el aplauso aunque sea virtual, sin coste y poco sincero de quienes nos rodean sigue siendo una estupenda forma de autoengaño. Pero no es extraño que mucha gente popular y muy querida muera en la miseria y olvidada por quienes les aplaudieron en su momento.





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