Malditas emociones
Estos días me ha sorprendido (o quizás no tanto) ver un montón de tuits hablando de la genialidad del nuevo anuncio de Coca Cola. Se trata de uno en el que se anima a la gente a ir a los bares y lo hace de un modo muy emotivo. No hay que olvidar que el canal de Hostelería y Restauración es uno de sus principales canales de comercialización y quizás esto tenga algo que ver con el asunto.
Una vez más Coca Cola consigue hacer de un modo genial algo que domina perfectamente, hacer ingeniería emocional mediante la publicidad para conseguir sus objetivos. Ahora utiliza nuestros recuerdos y vivencias en los bares, otras veces utiliza a jubilados y otras a bebés y otras hace referencia al paro o incluso nos enseña a vender a nuestra madre.
Coca Cola es grande porque sabe vender bien su producto y no me refiero a la bebida marrón sino a una supuesta felicidad de silicona con una estética entre Tommy Hilfiger y Cine de Barrio. Y en este entorno de pensamiento positivo narcotizante en que vivimos, su mensaje entra sin enterarte y el resultado es el mismo que el de la bebida, no te quita la sed de felicidad y además engorda emocionalmente. Bravo Coca Cola.
No me entiendas mal. Me gusta Coca Cola, me gustan sus bebidas y me gusta la empresa, pero detesto que me digan lo que tengo que hacer, especialmente si lo hacen de un modo tan subliminalmente descarado. Pero lo que hace Coca Cola no es más que una utilización inteligente de la tendencia «Flower Power» llevada a la máxima potencia en dospuntocerolandia.
A estas alturas acepto mi posicionamiento de Mr. Scrooge dospuntocero. Podría pensarse que estoy en contra de las emociones o de los sentimientos pero no es así. De lo que estoy en contra es de la manipulación o de la utilización interesada (o a veces involuntaria) de los resortes mentales. Pero como es algo que no se puede evitar, al menos trataré de mantener mis escudos deflectores a la máxima potencia.
Autores como Kurt W. Mortensen en su libro El arte de influir en los demás te explican qué teclas mentales debes tocar para alterar la voluntad de los demás. Y esto no es algo que utilice sólo Coca Cola. En realidad, lo dospuntocero en particular y la vida «real» en general está lleno de ejemplos en los que lo emocional afecta a tus decisiones. Piensa en estas situaciones en las que tus creencias han jugado un papel relevante.
Pena. ¿No ha sido una mezcla de lástima y caridad lo que te ha impulsado a hacer clic en un «Me Gusta» en Facebook en Colchones López o en Recauchutados Toledo aunque no sepas ni siquiera si existen?
Magnanimidad. ¿No te has sentido mejor cuando has retuiteado un eslogan defendiendo la última causa o idea bonita que ha surgido como «trending topic»?
Poder. ¿No te has sentido poderoso cuando desde tu atalaya tecnológica te has «atrevido» a atacar a los que mandan sabiendo, eso si, que no se van a enterar?
Egoismo. ¿No hay algo de interés en seguir, aceptar o responder a alguien esperando que si tu lo haces, los demás se verán «obligados» a hacer lo mismo?
Miedo. ¿No estamos viviendo la versión dospuntocero del chiste «Doctor ¿verdad que no nos vamos a hacer daño? cuando nadie critica a nadie (salvo que seas un famoso que mete la pata en Twitter)?
Identidad. ¿No estamos en los Social Media y formamos parte del grupo para sentir que somos parte de algo (el ya clásico «es que está todo el mundo»?
Vergüenza. ¿No has dejado de decir lo que piensas o de defender aquello en lo que crees porque consideras que los demás van a pensar que es una tontería? O algo peor ¿No has dicho algo que no piensas o has defendido algo en lo que no crees porque te da corte que piensen que no eres «uno de los nuestros»?
Irresponsabilidad. ¿No es genial poder hacer y decir cualquier cosa y perderte en la «masa» sabiendo que no eres tu sólo/a sino que es algo que dice «todo el mundo»?
Supongo que podría seguir enumerando factores emocionales que pueden llevarnos a comportarnos como otros quieren que lo hagamos pero prefiero que seas tú quien lo pienses (pero no porque te lo diga yo, haz lo que te de la gana).
Creo que en el entorno profesional y empresarial se han utilizado mucho estos resortes emocionales para mantener tranquilo al rebaño, desde el contrato psicológico hasta el cuento del compromiso pasando por el miedo a perder el empleo. ¿No es mosqueante esa obsesión repentina por la Felicidad en el Trabajo?. Creo que nos iría mucho mejor profesionalmente si no mezclásemos lo emocional con lo racional. Pero supongo que esa es una de las consecuencias de dejar la función de muchos departamentos de R2H2 en manos de psicólogos en lugar de emprededores.
Ya termino. Creo que la Marca Personal es una combinación de elementos racionales y emocionales pero del mismo modo que es un error mentir sobre cuestiones objetivas y medibles es una terrible idea manipular los sentimientos y creencias. Aunque como vemos constantemente, quienes lo saben hacer bien, consiguen buenos resultados.
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