Y tu, ¿Qué me das?
Cuando explico mi modelo de Branding Personal siempre digo que, entre otras cosas, hay dos elementos en la estrategia que son complementarios. Se trata de los Objetivos y el «Producto».
Una de las partes más díficiles de definir a la hora de posicionar tu Marca Personal es algo tan de perogrullo como tener claro cómo quieres posicionar tu Marca Personal. O lo que es lo mismo, decidir de qué modo quieres que te consideren como un referente o alguien a tener en cuenta. Suelo decir en mis cursos que se trata de completar la siguiente frase:
Dentro de X años seré el profesional de referencia en…
Esto no es un ejercicio filosófico, ambiguo o autoayudista. Es una cuestión absolutamente necesaria. Si una empresa no sabe de qué modo quiere posicionarse acabará perdiendo el rumbo. Pues con las personas ocurre lo mismo. Por lo tanto, debes tener claro lo que deseas para poder tomar las medidas necesarias que te permitan conseguirlo.
Pero nadie regala nada. Y si quieres alcanzar ese objetivo o deseas que alguien haga algo por tí, te remunere de algún modo o te reconozca tu trabajo debes dar algo a cambio. Es el otro lado del espejo. Para alcanzar tu meta, hay que encontrar la simetría entre lo que quieres y lo que ofreces.
Si quieres «followers», «amigos» o fans tendrás que ofrecer contenido valioso. Si quieres que te contraten tendrás que demostrar que puedes generar valor. Si quieres que te quieran tendrás que hacer algo para que te quieran. Eso es lo que yo denomino «producto» u «oferta profesional». No es un título, un diploma o un cargo en una tarjeta de visita, es algo que se llevan quienes se relacionan contigo y de los que esperas recibir algo.
Supongo que esto de dar y recibir es la máxima expresión de lo dospuntocero. Las Redes Sociales funcionarán si consideramos que existe un equilibrio entre lo que ofrecemos (tiempo, contenidos, ideas,…) y lo que recibimos (entretenimiento, contactos, conocimiento,…). El día en que alguien considere que esto no compensa, simplemente lo dejará (o debería dejarlo).
Sin embargo, cada día me encuentro con ejemplos que me demuestran que lo dospuntocero es cada día más unopuntocero. Me explico.
Cada día hay más gente que cree que el mundo debe ponerse a sus pies, que sus deseos son órdenes para los demás, que basta con desear algo para conseguirlo (cuanto daño hace el pensamiento positivo…), que puedes escribir un correo electrónico a alguien a quién te has encontrado en Twitter o en un blog y pedirle que haga algo por ti aunque no le conozcas de nada.
Pero esto no funciona así o no debería funcionar así. Salvo que seas un santo, todos esperamos algo a cambio de lo que hacemos. Bueno, supongo que los santos son los que más esperan porque se supone que hacen lo que hacen para estar más cerca de Dios o algo parecido.
Si tienes un objetivo, si deseas algo, si crees que alguien puede echarte una mano o proporcionarte algo que necesitas no puedes pensar que el mundo está para servirte. Parece que muchos no entienden que para que alguien te de algo, antes debes haber dado tu. Si vas enviar un correo electrónico pidiendo un favor a alguien deberías empezar ofreciéndome algo a cambio y explicando porqué no debo tirar ese mensaje a la papelera directamente sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las veintemil pesetas.
Cuando se habla de Networking suele olvidarse que una red (por ejemplo, el Cloruro Sódico) se mantiene unida porque sus elementos intercambian algo, porque entienden que para que la red sea sólida debe haber una colaboración mutua y no unidireccional.
Por lo tanto, si quieres conseguir tus objetivos, debes conseguir que te asocien con un valor, con algo que puedas aportar, de ese modo dejarás una Marca Personal profunda, reconocible y valiosa. Pero si te vas a dedicar a pedir, parasitar o aprovechar el esfuerzo de los demás también dejarás una huella imborrable pero no creo que sea la más apreciada.
Aunque lo parezca, la inspiración de este post no es por una experiencia negativa sino todo lo contrario. Lo estuve madurando en la presentación del libro de Francisco Alcaide, Aprendiendo de los Mejores. Me demostró lo importante que es ser generoso y aportar algo a los demás. Gracias Francisco.
Y debo decir que pasé un rato estupendo con amigos como Rubén, Paz, Laura, Maria Luisa, Enrique, Francisco, Roger, Andrés, Ana, Jorge y algunos que se me olvidarán y con gente a la que hacía tiempo que quería conocer como Esmeralda (lo que me pude reir…), Cristina, Elena, Eugenio o Loredana