Marca Personal no es popularidad, es prestigio

MarcaSalvo que hayas mantenido apagados todos tus cacharros con conexión a Internet en los últimos días, seguramente te habrás cruzado con la entrevista a Simon Sinek sobre los Millenials. Merece la pena verla porque es bastante entretenida y, sobre todo, dice algunas cosas que creo que son aplicables a la Marca Personal.

Debo decir que me repele completamente eso de que se pueda convertir en un estereotipo a grupos enteros de población. La Marca Personal va de encontrar y potenciar lo que nos hace únicos, singulares y valiosos. Eso de reducir a un puñado de características a una persona sólo por haber nacido en una franja temporal puede servir a los departamentos de marketing y a las compañías de seguros pero es algo ridículo para quienes creemos que la edad sólo es una variable y no precisamente la más importante a la hora de hacer cosas.

Lo que más me interesa de la entrevista a Sinek es su enfoque sobre la rapidez, la superficialidad, la búsqueda del resultado rápido o inmediato en todo. Él lo asocia con las Redes Sociales, con la búsqueda de la aceptación, corazoncitos, «me gusta» o respuestas del mayor número de semidesconocidos en una cuenta de Instagram, Twitter o WhatsApp mientras nos alejamos de los conocidos. Y es que las relaciones de verdad requieren tiempo, no siempre son satisfactorias y se basan en ir más allá de lo aparente.

Esta podría parecer una crítica «generacional». Ya sabes, aquello de que los que hemos alcanzado cierta edad tenemos la obligación de criticar lo que hacen los más jóvenes. Otro estereotipo. Pero te estarías equivocando.

Como tengo la posibilidad de conocer a muchas personas cada semana compruebo, una y otra vez, que esos que llaman «nativos digitales» suelen ser más bien analfabetos digitales. Salvo enviar mensajes (llamar por teléfono ¡Jamás! porque eso implica conectar con otros humanos en tiempo real) o ver vídeos de YouTubers o series de Netflix, cualquier otra herramienta que implique algo más creativo o activo les da demasiada pereza… o miedo. Sin embargo, los que crecimos con los discos de vinilo, los discos para marcar el teléfono y las discotecas hemos aprendido a sacar mucho más partido a las herramientas digitales que implican un mayor esfuerzo para escuchar y conectar.

Y es que la clave no está en la herramienta o el canal sino en la mentalidad de quien las usa.

Lo que dice Simon Sinek es que, en esta vida, lo que realmente merece la pena (como el amor), implica esfuerzo, sacrificio, paciencia, tiempo, persistencia. Y todo eso ha desaparecido de dospuntocerolandia. Pero es que, hace años que estamos viendo que también está siendo eliminado sistemáticamente del sistema educativo, de las noticias, del cine, del arte. Como dice Sinek, incluso en esta edad de oro de las series de televisión en la que tenemos la posibilidad de verlas todas de un tirón, cada vez hay más gente que se va directamente a ver los últimos capítulos.  Y así no se disfruta una serie, ni un libro, ni una relación, ni una vida.

Ahí es donde está la relación con el Branding Personal.


Aunque no sé cuantas veces lo habré repetido, insistiré, la Marca Personal existe mucho antes de Internet, mucho antes de que tu y yo naciésemos. Así que, conseguir popularidad, muchos «me gusta», seguidores o retuiteos no significa que vayas a dejar una huella memorable o valiosa. Simplemente vas a conseguir tus 15Mb de fama como diría Warhol 2.0 y eso con mucha suerte.

Pero además, esa persecución de un efímero e irrelevante momento de gloria tiene un montón de efectos dañinos. Además de perder el tiempo y la concentración, te genera una ansiedad innecesaria por tratar de entender y contentar a quienes no conoces. Y cuando más tratas de satisfacer a desconocidos, más te vas adulterando. El capítulo Caída en picado de la serie Black Mirror es espectacular y terrorífico porque refleja lo que puede pasar está pasando (Gracias David por el soplo).

Que quede claro. El Branding Personal no busca la popularidad sino el prestigio. Una marca se basa en la confianza, en la credibilidad y esta se consigue poco a poco, aprendiendo, mostrando y demostrando, haciendo pedagogía, generando sintonía y amor (si, también). Y como todas las cosas que merece la pena recordar en esta vida, no se construyen a base de golpes o de machacar a la peña con mensajes cada diez segundos en todos los canales habidos y por haber.

En realidad creo que, aunque la popularidad puede generar algo de confianza en un primer momento («Visto en TV», «tuitstar»), es muy peligrosa si, una vez captada la atención, no mantiene o supera las expectativas. Por eso duran tan poco aquellos que han conseguido destacar a base de trucos. De hecho, un buen profesional, respetado y valorado puede perder parte o todo su prestigio si decide «vender» parte de su prestigio a cambio de un minuto de fama en un entorno adulterado. Por eso es fundamental saber donde y con quién vas a poner tu trabajo.

La popularidad desaparece rápido. El prestigio se mantiene durante más tiempo. Por eso un blog es mucho mejor para dejar huella que Twitter. Un libro es mucho más fiable que publicar tus contenidos en Facebook (y si cuentas las horas que echas a FB seguramente habrías podido escribir varios libros). Una mirada a los ojos de una persona genera muchos más sentimientos, emociones, sintonía y confianza que cuarenta infografías chulísimas. Atreverte a subir a un escenario a hablar de «lo tuyo» te sitúa en una posición profesional que no consigue el mejor perfil de LinkedIn. Ver como se despierta a tu lado la persona que quieres genera más atracción que todos los filtros de fotos de morritos en Instagram.

Sé que hoy esto es difícil de creer para muchos, pero nos leemos en un par de años y lo comentamos ¿vale?

https://www.youtube.com/watch?v=JZqDUpaGZrk





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