Las 3E de la diferenciación

CualidadesComo decía hace un par de semanas, existe una cierta obsesión por asociar la Marca Personal con hacer cosas extrañas que nos hagan sobresalir para diferenciarnos. Pero explicaba que la diferenciación entendida como extravagancia, escándalo, polémica o extremismo tiene un recorrido muy corto, puede hacer más mal que bien y acaba perdiendo el efecto por saturación.

Esto lo estamos viendo desde hace años en Facebook (el Tele5 de las Redes Sociales) donde la abundancia de titulares sensacionalistas y engañosos están consiguiendo que deje de ser un sitio en el que un profesional se planteé publicar contenidos serios.

Una empresa puede utilizar diferentes vías para destacar, sobresalir y diferenciarse. Desarrollar nuevos productos, dar un buen servicio, establecer una conexión emocional con sus clientes transmitiendo sus valores… son formas de conseguirlo.

Pues bien, como suelo decir siempre en mis cursos, todo eso que hacen las empresas y organizaciones podemos llevarlo a nuestro terreno como profesionales. Suelo explicar que podemos aplicar la regla de las 3E de la diferenciación personal. Es algo que está al alcance de cualquiera y que, de hecho, ya estas haciendo aunque no seas consciente.


Las 3E son: Especialización, Estándares y Estilo. Si eres capaz de identificar primero y de manejar después esas tres teclas, será más fácil diferenciarte sin tener que hacer cosas raras.

Especialización. ¿Qué haces especialmente bien?

El debate especialista o generalista es uno de los clásicos cuando se habla de Branding Personal. Hasta hace algunos años lo lógico era tener una formación generalista para poder amoldarte a cualquier puesto sabiendo que te jubilarías en la misma empresa en la que entraste a trabajar y que esta te iría formando según sus necesidades. Pero incluso en esos tiempos ¿quienes eran los más valorados y que adquirían mayor prestigio? Los especialistas. Los médicos («es que me ha tratado el Doctor…»), los ingenieros (en los 80 los telecos llegaron a tener el estatus de semidioses) o los arquitectos. Y si se habían formado en EEUU, ya ni te cuento.

En estos tiempos en los que el conocimiento es mucho más accesible, los contratos indefinidos son… indefinidos, y hay profesionales de «lo tuyo» a patadas tendrás que encontrar un campo, área o cualidad donde destacar. Esto ya lo dijeron Ries y Trout, «si no eres el líder de tu categoría, crea una nueva».

Por lo tanto, el primer escalón para diferenciarte es poner apellidos a tu profesión, añadir una o más especialidades o subespecialidades que hagan que la competencia sea menor. El miedo que siempre surge al hablar de esto es que también estás limitando el mercado pero sé lo suficientemente astuto para encontrar un punto medio.

Hay muchas formas de poner esos apellidos. Profesión (Coach, Consultor, Empleado, Emprendedor,…) Formación (Economista, Químico, Fontanero, Psicólogo, Diseñador,…), Sector (Alimentación, Desarrollo personal, Farmacia, Construcción,…), Localización (Madrid, Alicante, Europa, Hispanoamérica,…)… Sólo tienes que crear tus propias columnas y combinarlas.

Estándares. ¿Cómo lo haces?

Vale, ya tienes clara tu especialización (es una forma de hablar, ya sé que no la tienes). Pero eso no es suficiente. No todo el mundo, ni siquiera dentro de un mismo campo hace las cosas del mismo modo. Cada uno de nosotros tenemos una forma distinta de actuar y de enfrentarnos a los problemas para resolverlos. Podemos ser rápidos, flexibles, hábiles, originales, limpios, eficientes, puntuales, ahorradores, formales, disciplinados…

Todos esos son atributos racionales y cualidades objetivas que se pueden medir. Esto podría estar relacionado con los clásicos tests de inteligencia (IQ) que hemos hecho en el colegio o en los procesos de selección. Tiene que ver con eso que llaman los de R2H2, competencias.

Si combinas una Especialidad (Fontanero de edificios inteligentes) con un Estandar (Puntual, Rápido o Ahorrador) y consigues asociar tu nombre a esos adjetivos ya estás creando combinaciones diferenciales.

Afortunadamente todos tenemos conocimientos, experiencias y habilidades que al mezclarlas nos hacen únicos. Así que, búscalas y aprovéchalas.

Estilo. ¿Qué haces sentir?

Aunque cada vez que elegimos algo lo justificamos buscando argumentos racionales, lo cierto es que siempre hay un factor emocional o incluso irracional que es el que nos hace escoger algo. Y el objetivo de la Marca Personal es que te escojan. Así que, la tercera E de la diferenciación es el Estilo, la identificación y gestión de tus atributos emocionales y cualidades subjetivas.

Si lo piensas un poco, en tu entorno hay gente muy eficiente pero completamente insoportable. Y también hay otros con unas capacidades menores pero con los que da gusto trabajar. Podemos ser fríos, bordes, empáticos, simpáticos, amables, fáciles, intensos, agresivos, divertidos, enérgicos, introvertidos, extrovertidos, controladores, de espíritu libre, abiertos, irreverentes, hiperactivos… Todos esos son atributos de Marca Personal menos medibles que los estándares pero pueden ser fundamentales a la hora de escoger o de ser escogidos.

Ahora mete el Estilo en el coctel que estamos preparando Especialidad (Ingeniero de Teleco), Estándares (Flexible) y Estilo (Divertido y Empático). ¿No es una buena combinación? ¿No convierte a esta persona en alguien diferente sin tener que hacer cosas extrañas?

Y a partir de aquí, ya sólo queda un paso. Salir y mostrar tus 3E en aquellos canales que consideres oportunos. Si consigues dejar meridianamente claro a tu audiencia estos tres factores entonces estarás sobresaliendo y destacando sin tener que hacer el payaso (salvo que sea esa tu profesión).





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