No soy tu gurú. ¿Manipulación o Influencia?
Hace unos días estuve viendo el documental No soy tu gurú sobre Tony Robbins.
Robbins es uno de esos ejemplos de Marca Personal que siempre utilizan los norteamericanos y quería conocer un poco las claves de su éxito.
El propio título ya daba algunas pistas sobre lo que podía encontrar. En el fondo parece estar pidiendo a gritos que le etiqueten como lo que niega ser.
Por otra parte, creo que si el documental trataba de engrandecer la figura de Robbins, al menos en mi caso, creo que la ha debilitado bastante.
Soy muy crítico con determinados conferenciantes motivacionales o motivemocionales porque creo en muchos casos simplemente son una máquina de generar enormes ingresos manipulando las emociones de quienes buscan ayuda desesperadamente.
Hay individuos que tienen una especial habilidad para llevar a los demás a donde desean y además hay técnicas para conseguirlo. A veces pienso que son una especie de curanderos emocionales. Supongo que en un mundo en el que los problemas mentales se multiplican, tenía que surgir un fenómeno como este.
Sin embargo, a Robbins le tenía en mejor estima que a otros porque ha escrito algunas cosas interesantes y porque suponía que tanta gente no podía estar equivocada. De hecho, me he resistido a escribir este post porque sé que hay amigos y personas a las que aprecio que le adoran.
Por otra parte, algunos colegas que han asistido a alguno de sus eventos me habían dicho que era algo espectacular. Aunque por lo que cobra por sus espectáculos, ya tiene que serlo. Por eso creo que lo mejor es que trates de ver el documental y saques tus propias conclusiones.
Lo que más me impresionó no es el nivel de vida que ha conseguido mediante sus talleres/evento/espectáculo ni el negocio que mueve sino el tinglado que tiene montado para tocar la fibra sensible de quienes asisten entregados a esos espectáculos dignos del telepredicador/estrella del rock más mediático.
Porque creo que la clave de todo esto es conseguir llegar a quienes realmente están desesperados y necesitan alguien que les diga cómo tienen que pensar, sentir y creer. De ese modo ya tienes el terreno preparado para plantar la semilla que deseas.
Creo que el mérito de Robbins es que ha sabido encontrar el modo de tocar las teclas emocionales adecuadas para influir en los sentimientos de audiencias enormes. Y eso es genial si se utiliza para ayudar a otros y si se hace por profesionales. Pero me temo que ha conseguido convertirlo en algo así como en la versión psicologica de la comida rápida combinado con un espectáculo de Las Vegas.
Si ves el documental, verás que su éxito se basa en conseguir confesiones públicas de los asistentes y poco a poco ir llevándoles a donde desea incluso de un modo bastante intimidante tanto por lo que dice como por el entorno. Todo eso con primeros planos de Robbins y su «víctima», especialmente hasta que consigue sacar una lagrima de esta (siempre sucede), que acaba contagiando a toda la audiencia… y generando unos planos espectaculares y que consiguen que hasta el más duro haga pucheros.
Es como la versión multitudinaria y en directo que la echadora de cartas de toda la vida. Después de años de entrenamiento saben lo que deben decir para llevar a la persona a donde le apetece. Para mayor gloria del espectáculo.
Si encima tienes en cuenta que este tipo de eventos duran varios días, en unas condiciones bastante controladas por los organizadores y en jornadas maratonianas lo tienes a huevo para implantar cualquier mensaje que suene positivo o sentimental.
Lo curioso es que en el documental no se cortan un pelo a la hora de mostrar al enorme equipo de colaboradores que se encarga de identificar y seleccionar a lo que, en su terminología, denominan «banderas rojas» o lo que es lo mismo, gente muy desesperada (suicidas, personas con traumas terribles,…).
Incluso tienen un sistema para descartar a quienes simplemente tratan de atraer la atención. De tal manera que, al final, como el mago que selecciona previamente a su compinche entre el público, Robbins ya sabe a quién dirigirse. La diferencia es que la persona a la que va a diseccionar emocionalmente en público, no sabe que ya está en su punto de mira.
Como te digo, quizás estoy siendo injusto con mi crítica porque me estoy basando en lo que he visto en el documental. Por eso voy a leer alguno de los libros de Robbins que tenía aparcados por casa, voy a aprovechar el verano para ver alguno de sus cursos en vídeo y voy a tratar de entender qué es lo que ve tanta gente en él. Seguro que aprendo algo… aunque sea para aprender a separar la manipulación de la influencia.