No esperes al próximo ataque con misiles

Salvo que hayas estado completamente desconectado del mundo en los últimos días, habrás escuchado la noticia de la falsa alerta de un ataque de misiles en Hawai.

Durante casi media hora, la gente que vive en esas islas sintió que todo se acababa y que no había posibilidad de salvarse de una muerte terrible. Tuvo que ser una sensación extraña y terrorífica que te pone al límite, aunque quizás en esos momentos lo que te pasa por la cabeza es una sensación de paz. No lo sé, ni sé si me gustaría pasar por eso.

Escuché en una entrevista lo que explicaba una persona de origen latinoamericano que vive allí y que describía lo que pasó por su cabeza y lo que hicieron algunas de las personas cercanas.

Esta persona contaba que, como la posibilidad de escapar era nula, por un lado trataban de buscar información más contrastada en Internet, supongo que para encontrar alguna esperanza. Y paralelamente, empezaron a ponerse en contacto con familiares y amigos para despedirse de ellos.

Me imagino que en esos momentos en los que «sabes» que no hay futuro, hablarás con total sinceridad de cosas que no explicarías o confesarías en momentos más normales. Como esa persona que estaba en su lecho de muerte y le pregunta a su pareja si, ahora que estaba acabando su vida, le diría si le había sido infiel alguna vez. Entonces, la otra persona se queda pensando y le responde… ¿Y si no te mueres?

Así que seguro que hay algunas conversaciones algo embarazosas. Pero esa es otra historia.

Lo que esta noticia me hizo pensar es que es muy triste que tengamos que pasar por alguna situación límite para ponernos las pilas y espabilar. Esto ocurrió también en el 11S aunque afectó a todo un país, y en otras tragedias como el 11M en las que te das cuenta de que tu podías haber estado ahí.

A veces simplemente es un pequeño dolor físico, la pérdida de un empleo, una ruptura sentimental o cualquier otra situación en la que te das cuenta de que lo que considerabas eterno o inmutable, puede dar un giro inesperado.

Es en esos momentos en los que te das cuenta de lo realmente importante. Lo malo es que, en la mayoría de los casos, el efecto se pasa pronto, pero si aprovechas ese mazazo o ese susto para ponerte en marcha, entonces puede merecer la pena.

Cuando vas haciéndote mayor y miras hacia atrás, te das cuenta del tiempo que has perdido y que no vas a poder recuperar. Pero si eso te sirve para aprovechar lo que te queda, pues adelante.

Creo que muchas veces nos pasa como al personaje de esa historia que estaba esperando un autobús. Resulta que esa persona está en una parada esperando su autobús o su tren para ir a una reunión importante. Tiene prisa pero ese día el autobús se retrasa. Así que tiene dos opciones, esperar un poco más porque ya que ha esperado tanto quizás es mejor aguantar, o buscar alguna alternativa. Pues bien, lo que decide es quedarse ahí y no moverse porque piensa que en cualquier momento puede llegar ese autobús aunque quizás cuando lo haga, será demasiado tarde para llegar a su cita.


Esa parada de autobús puede ser un empleo de mierda, una relación acabada o cualquier otra cosa en la que estés esperando por si la cosa mejora.

Hay una escena infinitamente triste en Una proposición indecente que me sigue emocionando y que también habla de oportunidades perdidas y de la melancolía que eso genera (Aunque debo confesar que siempre he estado enamorado de Demi Moore y en esa época estaba estupenda).

Te cuento todo esto porque creo que lo peor que le puede pasar a una persona que quiera dejar su Marca Personal no es que las cosas le vayan mal sino esos momentos en los que la vida te va «normal» o incluso bien. Lo NORMAL es lo más parecido a estar muerto en vida. Simplemente te dejas llevar.

Creo que los momentos más creativos y estimulantes de mi vida son esos en los que me han puesto a prueba.

Debo decir que no tengo la menor queja de la vida que me ha tocado. Soy un tipo feliz. Es más, a veces pienso que podría ser más creíble si hubiese pasado por esos momentos de «iluminación» que algunos utilizan para dar cursos de pensamiento positivo.

Claro que ha habido momentos duros, tristes y complicados pero no, no he tenido que comer cortezas de árbol para poder sobrevivir, ni he tenido que sacrificar una participación en las Olimpiadas porque tuve una lesión grave un par de semanas antes, ni he sobrevivido a un accidente aéreo en los Andes. Así que supongo que eso me descalifica como «conferenciante motivacional».

Hace un par de años escribía sobre los terribles momentos «meseta», esa especie de purgatorio personal o profesional en los que estás bien pero sientes que estás estancado. Por eso creo que aunque sea observando lo que les ocurre a otros, como a los Hawaianos esta semana, deberíamos tomar nota y recordar que todo puede acabar en un rato y que merece la pena salir de la parada del autobús y buscar otras opciones o simplemente atreverte decirle algo a la chica del metro.

Si quieres dejar huella, no basta con ir en modo «piloto automático». Empieza a moverte por lo que TIRA de ti, por lo que deseas, por lo que te encantaría ser, hacer o tener en lugar de actuar a EMPUJONES, es decir, por cosas que te suceden, que no controlas y que no te gustan.

Por cierto, sin llegar a los niveles de lo de Hawai, los que vivimos los setenta y ochenta también tuvimos nuestros años de paranoia. Pero lo tomábamos con humor.


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