Masteratops, Titulosaurios y Diplomadocus

Una de las cosas que mejor se me da (quizás la única) y que no aparecía en mi currículo (cuando todavía los usaba), es mezclar ideas, piezas y elementos que no tienen nada que ver entre ellos y crear algo nuevo. Es lo que he hecho toda mi vida.

Supongo que por eso soy químico, supongo que por eso me gusta desmontar cosas y crear otras nuevas y quizás también por esa razón he desarrollado mi modelo de Branding Personal juntando piezas diversas (psicología, marketing, gestión de proyectos, diseño de producto,…).

Quizás también por eso me encantan los documentales como Las Conexiones de la Ingeniería, Grande, más grande, el más grande y otros en los que explican que todo está relacionado con todo.

Precisamente estaba viendo este fin de semana un documental sobre la desaparición de los dinosaurios y más tarde leyendo algo sobre la Teoría de la Evolución y pensé que en el mundo profesional deberíamos sacar algunas lecciones útiles.

Lo que explicaban en ese documental es que los dinosaurios desaparecieron en un periodo de tiempo relativamente corto («un instante geológico»). Y que aquellos animales enormes dieron paso a otros cuyo tamaño no superaban los veinte kilos.

Por otra parte, conviene recordar que la teoría de Darwin no dice que sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan.

Vale, y te preguntarás, ¿A mi qué me cuentas con todo esto Andresín? ¿Esto no va de Marca Personal y de proyectos profesionales? Pues si. Pero de todo se puede aprender.

En muchas ocasiones se critica a muchos empresarios porque actúan como los dinosaurios. Empresaurios los llaman. Se les acusa de haberse quedado en el pasado.

Sin embargo, cuando se habla de los problemas del mercado laboral poco se dice de los profesionales que se comportan como Tiranosaurios o Diplodocus. Me refiero a aquellos que se han vuelto demasiado grandes como para poder sobrevivir en un entorno como el actual. Podríamos denominarlos Masteratops, Titulosaurios o Diplomadocus, es decir, aquellos que han acumulado tantos títulos, que les impiden moverse con agilidad.

¿Cuantas veces escuchamos o leemos los lamentos de gente cargada de títulos y con años y años de formación que sólo es capaz de encontrar un trabajo en un McDonalds? Ese Ingeniero Aeronáutico con un par de Masters, un saco de cursos técnicos y cuatro idiomas que, a sus treinta años, no tiene el trabajo que ¿merece? y aparece en los telediarios de Antena3 o LaSexta como ejemplo de lo dura que es la vida para los más jóvenes (porque en esos programas, los mayores de treinta y cinco, ni existen).


En mi opinión, esos son los nuevos dinosaurios profesionales. Personas que han dedicado muchos años, quizás demasiados, a hacerse grandes en un mundo que necesita agilidad, no fuerza o volumen. Que salieron al mercado laboral a una edad en la que las generaciones anteriores llevaban más de una década cotizando.

A los dinosaurios, el jodido asteroide les pilló por sorpresa, pero los Titulosaurios saben desde hace décadas que el ecosistema ha cambiado. Cuando tras tres años trabajando en REPSOL, a mi y a muchos otros compañeros nos dijeron que no nos podían hacer fijos en aquel Plan de Incorporación de Jóvenes Titulados en el año 1993 (otra época de crisis), creo que todos entendimos que el mercado laboral había cambiado para siempre. Y nos dimos cuenta que esto ya no iba de ser grandes sino ágiles. Ni como Empresa S.A. ni como Profesional YO S.L.

Hoy, casi treinta años después y dos o tres generaciones más tarde (Z, Millennials, ¿?) creo que ya debería estar más que asumido que te pagan por el valor, no por el esfuerzo o los títulos. Pero no. Muchos siguen empeñados en hacerse cada día más grandes en lugar de adaptarse. En poner por delante el esfuerzo invertido en lugar de mostrar y demostrar lo que pueden aportar.

Viendo las tarjetas de los puestos que he ocupado ¿ Quién podría decir que es «lo mío»?. Y eso sin tener en cuenta que soy químico agrícola

En estos años en los que llevo trabajando con gente que ha tenido éxito en sus pequeños o grandes proyectos, he visto una y otra vez que esto no es una cuestión de inteligencia, de títulos o eso que llaman talento. Esto va de mirar con otros ojos. De insistir, persistir y resistir. De aprender a desaprender más que a seguir acumulando diplomas en una especie de Síndrome de Diógenes académico. De terminar con esa melancolía de no poder trabajar de «lo mío». Básicamente porque quizás «lo mío» ya no le interesa a nadie.

Afortunadamente, a diferencia de mi situación en el 93, hoy es infinitamente más fácil aprender por tu cuenta, encontrar información de cualquier cosa y, sobre todo, poner tu trabajo a la vista de todos. Pero parece que es mucho más cómodo pagar una matrícula, sentarse en un pupitre durante unos cuantos meses y luego quejarse porque a tus treinta años, nadie te da una oportunidad.

No podemos seguir pensando que sólo existe una única palanca para progresar profesionalmente (la formación reglada y el trabajo monolítico). Centrarse únicamente en engordar el currículo es como si una empresa sólo se dedica a acumular «materias primas» pero no se preocupa de producir algo con ellas y darles salida.

Hoy debemos pensar como empresarios, el típico tópico del YO S.L. con, al menos una docena de botones que tocar. Y la gestión de todo eso se llama Estrategia Personal.

Así que, cuando vuelvas a quejarte de la mentalidad prehistórica de empresas y empresarios, mírate al espejo y dime si tu, como empresario de tu proyecto profesional, no estás actuando del mismo modo.


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