Regresar a los orígenes

Se han cumplido 14 años, un mes y una semana desde que perdí mi último empleo y decidí que jamás volvería a trabajar para nadie.

Desde entonces han ocurrido muchas cosas. Las positivas superan con mucha diferencia a las negativas. Y han sucedido cosas que ni siquiera soñaba, como escribir libros, desarrollar un concepto o conocer gente increible.

Pero si me lees, quizás has notado en los últimos meses un cierto estancamiento y cansancio en las cosas que publico. Y si no lo has notado, ya te lo digo yo.

Lo chulo de estos momentos en los que tu proyecto está en una situación rara es que puedes verlo como un callejón sin salida que acabe desilusionándote y abandonando o como un catalizador que te empuje a analizar realmente las causas que lo provocan y buscar nuevas alternativas. He pasado por ambas etapas y creo que ya he llegado a la segunda situación.

Lo que suele ocurrir en estos casos es algo que he visto en muchas historias de personas que persiguen un objetivo molón (lo de perseguir los sueños cada día me parece más cursi). Hay momentos de subidón y algunos de parálisis o pérdida de sentido del proyecto. Por cierto, te recomiendo que veas El fundador sobre Ray Kroc, el impulsor de McDonalds y el documental Generacion Start Up.

Creo que una de las principales razones por las que esto ocurre es porque se nos olvida lo que nos puso en marcha. El día a día y la necesidad de sacar el proyecto adelante y de pagar facturas nos obliga a enfocamos en el QUÉ y en el CÓMO y ya no nos acordamos del POR QUÉ, del PARA QUÉ y, sobre todo, del PARA QUIÉN.

En mi caso debo decir que todo esto de la Marca Personal ha sido una bendición y sería un cabrón desagradecido si no reconociese todo lo que me ha dado, pero también ha podido convertirse en un freno porque me ha obligado a poner el foco en la herramienta más que en el resultado.

Hasta que no he recordado por qué empecé con todo esto, no he vuelto a encontrar el sentido. Tengo que ver esa ridícula foto del verano de 2004 de la camisa hawaiana, la gorra de aeroflot, los enanos de jardín, la manita de mi hija, las revistas Fast Company, Business 2.0 y los libros de Tom Peters y de Karl D. Speak, David McNally y ese portatil que me compré con el finiquito para que todo vuelva a tener sentido.

En ese momento estaba tratando de poner orden, de decidir lo que iba a hacer, como iba a sobrevivir sin tener que buscar un empleo. Leía y aprendía sobre coaching, gestión de proyectos, marketing, internet (todavía no había redes sociales)… y, claro, también sobre lo que contaban los pioneros anglosajones sobre Branding Personal.

De todas esas cosas quedó un poco de todo, pero la parte superior la ocupaba, como puedes imaginar, la Marca Personal (a la que empecé llamando Marca Propia, por eso mi primer dominio fue www.marcapropia.net)

Pero mi intención nunca fue vincularme a un concepto y todavía menos que me considerasen el «padre» de nada sino desarrollar soluciones para conseguir que los profesionales podamos generar opciones, alternativas que nos permitan sobrevivir y progresar en un entorno en el que ya nada es como antes.

Quizás este rollo que te estoy contando sólo es algo que nos atañe a quienes decidimos buscarnos la vida por nuestra cuenta (Por cierto, lo de emprendedor, autónomo, «freelance», Agente libre y todas esas mandangas no son más que formas de etiquetarnos, limitarnos y encasillarnos).

Para una persona con mentalidad de empleado o cuentajenado, como dice Alfonso «Yoriento» Alcántara, quizás sea todo más sencillo porque simplemente se sitúa en un carril y se pasa la vida intentando no salirse o que no le saquen. Lo que ocurre es que eso ya no es posible.

Para el independiente, la vida no es en 1D sino en 3D y por eso debemos tener claro lo que nos empujó, el destino al que deseas llegar y lo que pretendes conseguir entre medias.

Quizás por eso soy tan crítico con lo dospuntocero. Creo que Internet en general y las Redes Sociales en particular son geniales… para desviarnos del rumbo, chupar recursos y desenfocarnos de la misión. Por eso, aunque me critiquen por borde o 1.0, no suelo pasarme el día contestando comentarios o participando en debates. Porque mi misión no es ser simpático o conversador sino crear formas de conseguir que los profesionales tengamos más grados de libertad. Eso es lo que elegí el verano de la camisa hortera. Y si no se entiende, pues qué le vamos a hacer.

Para mi, La Red es un océano al que lanzo mis mensajes en una botella virtual. Siempre tengo la esperanza de que alguien los encuentre y los utilice, pero no lo veo como un medio óptimo para conversar.

Durante todos estos años, especialmente si las cosas van bien, vas perdiendo espontaneidad, tratas de repetir las fórmulas y los comportamientos que consideras que han tenido cierto éxito. El problema es que eso te va limitando, te conviertes en un personaje, tu propio personaje, pierdes naturalidad. Pero todo eso sólo acaba generando aburrimiento, desilusión y, curiosamente, termina perjudicando a tu proyecto. Aquello que lo impulsó, termina matándolo.

Reconozco que antes de Semana Santa se me estaba poniendo muy cuesta arriba la rutina del blog. Hoy me falta tiempo para plasmar mis ideas. Quiero volver a expresarme como siento las cosas, como las veo. Y aunque nunca me han preocupado los números de seguidores y esas cosas, he terminado por autocensurarme a la hora de mostrar algunas opiniones.

Ya casi he llegado a las 800 palabras y todavía tengo cosas que decir sobre esto. Pero lo dejaremos para los próximos posts artículos.





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