Adivina lo que puedo hacer por ti

Imagina que vas a una tienda y que ves un montón de cosas. Algunas parecen bastante atractivas, pero no sabes ni qué son ni para qué sirven. Tampoco  hay nadie que te lo explique. Quizás esos objetos consigan llamar tu atención durante un rato. Incluso puede que te animes a cogerlos o a tocarlos. Pero como no sabes como te pueden ser útiles, no te planteas comprar nada y te vas.

Esto que te he contado es absurdo ¿verdad? Pues no. Es más, es muy probable que tu estés haciendo exactamente eso.

Creo que muchos profesionales, incluido yo mismo, dejamos que sean otros quienes descubran lo que podemos hacer por ellos. Parece que nos preocupamos más por parecer, por crear una imagen más o menos atractiva, por estar en todos los sitios, que por dejar bien clarito el valor que podemos proporcionar.

Nos hemos escondido tras un título, un cargo o unos estudios y hemos asumido que esa es suficiente información para ser elegidos por quien pueda necesitarnos. Quizás por eso existe esa obsesión actualmente por crear perfiles espectaculares en Redes Sociales o por buscar nombres llamativos a lo que hacemos. Quizás por eso ahora todo el mundo es CEO en LinkedIn. Quizás por eso hay tantos «ninjas», «apasionados» y «expertos». Puede que, como en la tienda imaginaria del principio, te animes a buscar más información sobre su valor, pero lo más seguro es que no encuentres nada.

Encima, hoy en día, parece que tienes que encontrar un título superoriginal y rompedor (o disruptivo como se dice ahora) para presentarte. Pero eso lo único que consigue es que nadie sepa a qué te dedicas salvo que tenga la oportunidad de preguntártelo. Y entonces, seguramente tampoco tu tendrás muy claro como explicarlo.

Llevo años hablando de Marca Personal. Y mola el nombre ¿a qué si? Pues resulta que, después de todo este tiempo, lo más frecuente es que la mayoría de la gente no tenga ni idea de lo que eso significa. Y eso en el mejor de los casos porque cuando un concepto no está bien claro y asentado en la gente, esta se deja llevar por sus ideas y prejuicios. Pero este sólo es un ejemplo que conozco bien.

Lo cierto es que presentarte con un nombre de profesión apenas sirve para nada. Y si alguien se presenta como coach, consultor, «community manager» y ya no te digo nada si te cuelgas la etiqueta de gurú o influencer te pueden dar de todos los lados.

También es cierto que parece que existe una proporción inversa entre el nombre elegido y el valor aportado. Cuanto más pomposo es el término escogido más vacío parece haber detrás. Y si son en inglés ya ni te cuento. Y eso también se traslada a aspectos como la imagen física o virtual. ¿No te ha ocurrido que has entrado en una página web chulísima y tras un buen rato de navegación no tienes ni idea de a qué se dedica la persona que hay detrás? ¿No te ocurre que un aspecto físico imponente no esté alineado con una propuesta de valor clara y potente?


Sería genial que, como profesionales pudiésemos tomar ejemplo de algunos objetos cuyo nombre incluye lo que hace. Cepillo de dientes, taladradora, paraguas, despertador, mando a distancia,… El problema es que nos hemos ido por el otro lado y nos ha dado más por describirnos con nombres que no significan demasiado y todavía menos transmiten lo que aportamos.

Si queremos sobrevivir y progresar profesionalmente tenemos dejar claro lo que alguien puede conseguir si nos contrata. No podemos escondernos tras un nombre (o una buena presencia) y esperar que sea nuestro interlocutor quien descubra lo que podemos aportar. Hay que ser muy explícitos o perderemos oportunidades. El ser humano tiende al mínimo esfuerzo y eso podemos utilizarlo a nuestro favor.

No es lo mismo decir que eres consultor financiero que contar que tu trabajo es el de hacerte ganar (o ahorrar) dinero diseñando tu estructura de costes. Y si tienes datos que lo justifiquen, ya sería la leche. Y si, además, llevas tiempo explicando lo que haces en plataformas de Internet, en foros o en conversaciones cara a cara, el nombre de lo que haces llega a ser irrelevante.

Lo que hace que alguien se sienta inclinado a darte una oportunidad es la percepción de que contigo va a ganar más dinero, tener más tiempo o sentirse más feliz. Cualquier otra cosa son pájaros y flores. Por eso debemos esforzarnos en transmitirlo del modo más claro posible.

Claro que quizás el mayor problema no está en que no sepamos expresar esos beneficios que podamos aportar o ese valor que consigamos generar. Posiblemente lo primero y más preocupante es que ni siquiera nosotros tengamos muy claro para qué sirve esa etiqueta con la que nos presentamos. Por eso es fundamental hacer ese trabajo de búsqueda de valor profesional (o personal).

NOTA:

Esta semana Claudio Inacio y yo hablamos con Rober Ortega sobre el vídeo y la Marca Personal. Creo precisamente ese tipo de canal es muy bueno para mostrar y demostrar tu valía sin tener esconderte tras un cargo o título.





Compartir esta publicacion