Si quieres diferenciarte, defiende lo que crees
«No estoy de acuerdo con lo que piensa, pero siempre defiende sus ideas», «Con esta persona no te llevas sorpresas», «Te guste o no, esa persona no se vende«, «Aunque sea opuesto a lo que crees, sabes lo que puedes esperar de esa persona».
Seguramente hemos dicho o escuchado frases parecidas a esas sobre alguien. Incluso puede que, en algún momento, las hayan dicho refiriéndose a nosotros.
Desgraciadamente creo que cada día es menos frecuente encontrar a alguien que defienda sus principios si, por hacerlo, va a perder dinero, comodidad o incluso un puñado de seguidores. Y esa es una de las grandes dificultades a la hora de desarrollar una Marca Personal potente. Si no eres capaz de mantenerte firme cuando alguien ataque lo que tu consideras importante, ¿Cómo esperas generar la más mínima confianza?
Cuando cedes ante algo que no quieres o en lo que no crees, te estás VENDIENDO, estás poniendo precio a tu identidad. Es una forma de prostitución. Por eso cuesta tanto encontrar a alguien en quien confiar. Y si la confianza falla, la Marca Personal se hunde.
Al hablar de Branding Personal siempre surge el asunto de la diferenciación. Pues bien, posiblemente una de las mejores formas de sobresalir y destacar es mantenerte firme cuando todo el mundo cede, especialmente si esa firmeza está relacionada con tu esencia, con lo que tu consideras importante.
En el momento en que te vendes por primera vez, estás vendido. Es posible que tu credibilidad se haya forjado durante años, pero te la puedes cargar en un instante cuando cedes en algo que consideras fundamental para ti. Quizás no lo sepa nadie más que tú, pero eso acaba dañando tu autoestima que es algo así como la Marca Personal que dejas en ti mismo.
Dicen algunos gurús, especialmente norteamericanos, que una marca fuerte, personal o comercial, debe defender una causa, debe luchar por algo. Yo suelo hablar mucho por aquí de propósito, visión y misión. Y todo eso será mucho más sólido y consistente si hay unos valores que lo sustenten. Si al menor problema vas a ceder ante las presiones, entonces va a ser difícil que alguien apueste por ti, especialmente si se trata de hacer algo importante.
En un artículo reciente en Soy mi marca sobre la autocensura, mis colegas y amigos Fran Segarra, Almudena Lobato y David Barreda explican muy bien como funciona esto de callarse (o no) lo que uno cree que debe decir.
Evidentemente uno no puede ir por la vida soltando todo lo que opina a cualquiera que se encuentre. Creo que hay que decir las cosas cuando sea pertinente y, sobre todo, del modo más adecuado posible.
Defender tus valores no es vomitar todo lo que te pasa por la cabeza en una Red Social. Eso ni es útil, ni sensato ni va a hacerte más creíble. Los principios deben ponerse a prueba cuando realmente te estás jugando algo importante.
Lo difícil no es poner a parir a un político o a alguien conocido oculto tras un avatar y un perfil más o menos anónimo, especialmente cuando una mayoría opina como tú. Lo realmente jodido es decir a tu jefe que sales de trabajar a tu hora porque quieres estar con tu familia. O decirle al «chapuzas» de turno que no pagas una factura sin IVA. O decir que algo se va a la porra cuando todo el mundo está diciendo que va de maravilla.
Defender tus valores tiene un precio. Muchas veces es muy alto, incluso puede costarte la vida en situaciones extremas. Puede darse el caso que cuando todo el mundo acabe viendo que lo que tu defendías era lo correcto, las medallas se las acaben poniendo aquellos que más te atacaron por decir lo que pensabas.
Creo que hoy, más que nunca, debemos defender aquello en lo que creemos porque eso nos hará fiables, nos pondrá por encima de una masa vociferante con una sola voz. Pero hay que hacerlo con educación, con respeto y argumentos. Y nunca, nunca ir a los ataques personales.
Una estrategia de Marca Personal se basa en la creación de un plan que te lleve de un punto A a otro B. Los caminos para conseguirlo pueden ser muchos, pero si no ponemos unas líneas rojas que nos digan que no se puede llegar al destino a cualquier precio, entonces puede que consigamos los objetivos si, pero no habrá merecido la pena.
NOTA:
De algunas de estas cosas hablamos Claudio Inacio y yo en el vídeo de esta semana.