¿Y qué vendo?
Quizás el problema más habitual que me encuentro a la hora de diseñar una Estrategia Personal es la de la definición de objetivos. Es decir, que no sabes lo que quieres. Y sin eso, es complicado poner en marcha nada de nada porque vas por la vida como pollo sin cabeza.
Pero aquellos que han meditado sobre su futuro y empiezan a aclarar un poco, sólo un poco, su propósito, su destino, se encuentran con otra barrera. Me refiero a la falta de algo concreto que ofrecer.
Como en tantas otras cosas relacionadas con la Estrategia Personal, parece que aquí sólo hay blanco o negro. O tienes una idea superoriginal, un gran presupuesto y eres el nuevo Zuckerberg o Musk o mejor no mover un dedo. Pero esto no funciona así.
Para poner en marcha tu maquinaria de generación de ingresos, lo que debes descubrir es de qué modo puedes aportar algo valioso por lo que merezca la pena pagar.
Es curioso que aquellos que me dicen que están condenados a ser empleados, a trabajar por cuenta ajena, parece que consideran que lo que hacen para una organización sólo tiene valor dentro de ella y sólo de ella. Ni se plantean que, eso mismo, en muchísimos casos, podrían hacerlo por su cuenta y seguramente desde su casa. O algo peor, a veces pienso que quienes sólo se ven como asalariados sufren una especie de síndrome del impostor y piensan que si han conseguido tener un empleo es porque ha sonado la flauta y es mejor no hacer olas. ¿No es deprimente?
Lo que está claro es que quizás no haya empleo o este sea una mierda. Pero lo que también es cierto es que hay mucho trabajo por hacer, muchas necesidades que satisfacer y muchas mejoras que realizar. «Sólo» tienes que conectar tus cualidades, la demanda y alguien que esté dispuesto a remunerarte por ello.
Debes convertirte en un buscador de problemas. Sólo tienes que mirar a tu alrededor. Sólo tienes que escuchar. Es maravilloso vivir en un mundo en el que todo el mundo se queja porque te están gritando a la cara que necesitan a alguien capaz de mejorar, cambiar u optimizar las cosas. Y ahí es donde debería ponerse en marcha nuestro modo «cuñao» capaz de dar respuestas a todo. Pero como hay tantas cosas que resolver y tu tampoco sabes de todo, lo que tienes que hacer es escoger aquellas necesidades para las que te consideras más capacitado y, también, las que más te apetezcan.
Como te digo, esto no consiste en tener una o dos patas de la ecuación. Si eres bueno en algo que, además, te apasiona pero no encuentras el modo de convertirlo en algo «vendible», entonces apaga y vámonos. Del mismo modo, si hay una gran demanda de algo que odias con todas tus fuerzas, pues como que tampoco.
De todos modos, nunca olvides que la búsqueda de tu libertad, que al final es de lo que se trata, siempre pasa por aportar valor a los demás. Siempre, siempre, debes pensar de qué modo puedes hacer la vida mejor a otros o facilitar el crecimiento de una empresa. ¿Puedes hacerles ganar más dinero de algún modo? ¿Puedes conseguir que las cosas sucedan antes? ¿Eres capaz de hacer que alguien se sienta mejor? Si es así, sólo tienes que encontrar el canal y el método para que te encuentren y para poder comercializarlo.
Ojo, aquí no te estoy hablando de poner en marcha un megaproyecto, lanzar una idea de negocio que necesite varias rondas de financiación o crear una empresa con decenas de empleados. Lo que te estoy proponiendo es que pienses en algo que puedas probar en las próximas semanas, sin presupuesto y, por supuesto, que genere ingresos. E inmediatamente salir y cascarlo a través de todos los canales posibles.
Puede ser tu capacidad para buscar, ordenar y presentar la información. Puede ser tu conocimiento sobre un tema muy específico. Puede ser esa cualidad que hace que todo el mundo quiera relacionarse contigo. Puede ser ese estilo especial a la hora de escribir y comunicar. Pueden ser tus décadas de experiencia que te permiten dominar cualquier situación al respecto. Puede ser…
Si llegas a ese punto y se te empiezan a ocurrir cosas, tendrás que enfrentarte al siguiente problema, es decir, a ti mismo.
Alguien ya lo está haciendo, no es algo muy original, parece muy difícil, me da miedo, no sé como voy a ganar dinero con esto, me falta información,… En fin, ya sabes, todas esas cosas que vienen a rescatarnos cuando queremos quedarnos como estamos.
Sólo te diré que siempre nos va a faltar información, pero si pones en marcha proyectos sencillos, lo único que vas a perder será algo de tiempo pero lo compensarás con aprendizaje.
Que te parece muy difícil y te da miedo, pues claro, ¿no te jode? cualquier cosa nueva asusta y parece imposible hasta que deja de serlo. Pero eso sólo ocurre cuando te pones en marcha.
Que alguien ya lo está haciendo. Pues claro. Pero nadie lo va a hacer como tu, con tu toque especial, incorporando elementos y aprendizajes recopilados a lo largo de tu corta o larga vida.
Lo dejaré aquí por hoy. Pero quiero que vayas pensando en todas estas cosas. Cada pega tiene una solución. Pero antes de todo eso debes tener un objetivo y encontrar un agujero en el sistema que puedas tapar.