Venta. Enséñame lo que tienes para mí
Poco antes de Navidad vi que habían abierto una nueva panadería cerca de mi casa en Tres Cantos. Que en estos tiempos complicados alguien se atreva a abrir un negocio de cara al público, tiene mucho mérito, aunque quienes nunca lo han hecho, harán todo lo posible por ponerles barreras.
Pero es que, además, tenía una pinta estupenda. Como me llamó la atención, investigué y vi que pertenecía a una franquicia llamada Levaduramadre, aunque lo que me sorprendió es que no parecía una franquicia sino un negocio tradicional y familiar.
Te cuento todo este rollo, que ya parece un post patrocinado (no lo es), porque desde aquél día en que lo descubrí, he ido con bastante frecuencia y mi cesta media siempre ha sido muy superior al de la típica barra de pan. Y creo que se pueden sacar algunas lecciones aplicables a la Estrategia Personal.
No me digas lo que haces, enséñamelo
El local de este negocio es pequeño, pero desde que entras estás rodeado de cosas ricas. Y para alguien como yo que disfruta comiendo, es toda una tentación. Lo cierto es que aunque vayas a comprar una barra de pan, acabas con dos palmeras integrales, una empanadilla de berenjena, un pastelito de café y una botella de aceite de boletus.
La clave creo que está en poner delante de los ojos lo que ofrecen y hacerlo de forma atractiva. Y luego, como el producto es tan bueno como parece, repites.
Como profesional, ¿estás haciendo algo parecido con tu trabajo? Me temo que no. Y lo cierto es que, si nos olvidamos del aspecto comercial, ¿para que quieres una Marca Personal? Estas son las cosas que, por ejemplo explico en el Master de la Universidad de Alicante.
Desgraciadamente, nos han dicho que para poder ganarnos la vida tendremos que, primero, buscar un empleo y segundo echar currículos y hacer entrevistas de trabajo de «lo nuestro». Y así les va a quienes siguen aplicando esas reglas… y a partir de ahora peor.
De nada sirve buscar un empleo cuando no hay o este es precario. Y utilizar una herramienta tan poco atractiva como el CV para que te proporcione la oportunidad de que alguien te interrogue, es prácticamente inútil. Sería algo parecido a si esta tienda se hubiese limitado a repartir aburridos folletos diciendo que van a abrir una panadería nueva.
¿En qué escaparate real (networking, conferencias, libros, artículos,…) o virtual (blog, redes sociales, cursos online, podcasts, vídeos,…) puedo ver tu «croissant integral» profesional?
No me vendas un título, ponme cachondo con un beneficio
Los títulos profesionales, los cargos, las licenciaturas han perdido gran parte de su efecto. En primer lugar porque ya todo el mundo tiene uno o varios y en segundo lugar porque no dicen demasiado de lo que diferencia a una persona de otra.
Y si esto no fuera suficiente, hay quien se empeña en sustituir las viejas denominaciones por otras más «originales» y normalmente patéticas para llamar la atención.
Si este local se hubiese limitado a denominarse panadería, incluso a destacar cuestiones técnicas como el tipo de harina o el proceso de fabricación, el interés habría sido mínimo. Pero al contar poco y mostrar mucho y bien, la denominación pasa a un segundo lugar.
Por eso siempre huyo de presentarme como escritor (no me considero tal), conferenciante, consultor o, en mi vida profesional anterior, químico, logístico o comprador. El nombre empieza a importar poco, lo realmente relevante es que, si entras en «mi local» tengas ganas de llevarte algo que no tenías pensado.
Y eso, como entenderás, pasa por crear tu escaparate y poner tu mercancía a la vista. Me da igual que seas financiero, carretillero, odontólogo, persianero o mindfulnessero. No me digas lo que eres, muéstrame lo que haces.
Quiero ver la cola
La tienda está situada en un sitio curioso. Está en una esquina, cerca de una de las grandes avenidas de mi ciudad, pero un poco oculta. Sin embargo, desde el primer día llama la atención que en casi todo momento hay una cola que sale a la calle de dos, tres o cuatro personas. En parte porque el local es pequeño y también porque, debido a la pandemia, no puede haber más de dos clientes. Lo cierto es que siempre que pasas por la zona y ves a esa gente esperando, te sientes atraído.
Llevándolo a nuestro terreno profesional, sería algo equivalente al número de seguidores o a las visitas a tu página o, algo mejor, a la calidad de tus visitantes. Digo esto porque, para un profesional creo que es mejor tener doscientas visualizaciones o veinte comentarios en LinkedIn a un post o unas cuantas decenas de RTs a un tuit interesante que miles de seguidores en Instagram (ojo, hablo de profesionales normales no de «influencers» que viven de Internet).
Si siempre hay «cola» en tu sitio virtual o en tus apariciones en el mundo real, entonces será fácil pensar que «algo debe de tener este/a tío/a». Pero eso si, esa cola se mantendrá o crecerá si se justifica la espera. Es decir, si detrás hay una buena oferta profesional y no un puro envoltorio que oculta un mal producto.
Creo que entramos en una época en la que tenemos que aprender a pensar, también, en modo escaparatista. Es decir, que debemos aprender a exponer nuestra mejor mercancía del modo más atractivo, dar a probar un poco si es posible y dejar claro de forma explícita lo que alguien va a ganar si nos paga, nos contrata o nos elige.