Presencia. El/La protagonista no eres tú

Esta semana, echando un vistazo por LinkedIn vi una publicación en la que una persona hablaba de sus servicios de consultoría estratégica o algo parecido. Apenas había texto en el que explicase los beneficios que proporcionaba, la forma de realizar su trabajo o lo que la distinguía de otros profesionales o empresas. Tampoco daba ningún consejo. Lo que sí aparecía de forma muy destacada era una foto de estudio de esa persona con una sonrisa radiante y tras unos cuantos libros y un ordenador.

Dentro de lo que cabe, al menos esa persona aparecía «aparentemente» trabajando. Pero me hizo pensar que cada día vemos más fotos de profesionales en los que parece que lo que «venden» son ellos, su estilo de vida y no su trabajo. Y eso es justo lo contrario de lo que he tratado de explicar aquí desde hace casi dos décadas. Las personas no somos productos ni nos vendemos (o no deberíamos). Lo que vendemos es lo que hacemos.

Ese mismo día vi una publicación en el muro de Facebook de Amalio Rey, con quien suelo discrepar con cariño con frecuencia, pero el siguiente texto lo suscribo al 100%

Hay personas, profesionales concretos (que no voy a mencionar, claro) del mundillo en que me muevo, que todos los días (tal cual, ¡¡todos!!) se publican un selfie, en primer plano. Es casi un ritual. Cambios de ropa, de miradas y de posturas. OK, que cada cual haga lo que quiera con su vida, pero, pregunto, ¿No os parece raro eso? Debo aclarar que no se dedican a la moda, ni al negocio de la imagen. Como tengo derecho a decir lo que me gusta, y lo que no, a mí eso me parece muy narcisista. Y reconozco que los profesionales que hacen eso me generan prudencia, y estoy siendo comedido. Les quita más puntos de los que les da.Amalio Rey

Haz lo que te apetezca

No seré yo quien pretenda imponer ningún tipo de regla. Faltaría más. Que cada cual haga lo que le apetezca… y eso sí, que asuma sus consecuencias.

Lo que sí que creo es que hay cosas que funcionan para algunas situaciones y pueden ser contraproducentes para otras.

Me parece estupendo que subas un «selfie» o muchos en tu página de Instagram si quieres hacer un uso personal, aunque todos sabemos que va a tener influencia en aspectos de tu vida como el de tu trabajo. Lo que no me parece tan conveniente es que tu página profesional esté llena de fotos tuyas que acaban haciendo olvidar a qué narices te dedicabas.

Siempre he defendido que algunas Redes Sociales pueden servir para pulir las aristas de tu Marca Personal, para mostrar esos aspectos que te hacen más humano. Nos gusta saber lo que piensan aquellos a los que seguimos. Lo que no sé es hasta que punto queremos ver constantemente sus caras… o sus abdominales.

Cobranding

No es un selfie, pero le pediste a alguien que te hiciese la foto, porfa, porfa.

Que tire la primera piedra aquel que no ha subido una foto a sus redes con alguien «importante» o haciendo algo chulo en un sitio precioso. Vas a un evento y tienes la posibilidad de hacerte la fotito con Tom Peters y no sólo te pones el primero en la fila, es que te cuesta no babear. Y claro, vas y la subes y además la vuelves a subir en este post.


Pero esa foto tiene cierto sentido y es coherente con tu posicionamiento profesional. Sigues pareciendo un gilipollas, pero eres un gilipollas de lo tuyo.

Hay formas más sutiles de hacerlo como cuando parece que quieres quitarle importancia al VIP con quien te haces la foto. Son esas en las que pones algo así como, «os recomiendo la ensalada de quinoa que me he tomado en este food truck vegano mientras bromeaba con Zuckerberg»*.

*Zuckerberg aparece al fondo rodeado de otra gente «importante».

Pero en el fondo esas imágenes tienen algo de Cobranding o de Efecto Halo. Se trata de conseguir asociarte con algunas cualidades de la Marca Personal de tu compañero de foto. O como dicen algunas tribus primitivas, tratas de robar parte de su alma al fotografiarte con él o ella.

Y tú, ¿a qué te dedicabas?

Como dice algún comentario en la publicación de Amalio, todo está bien en su justa medida. Es cierto que es el típico comentario que no dice nada, como ese de «en el medio está la virtud». Creo que puede ser aceptable salirse de tu tema en tu Blog o en tus Redes Sociales en un cierto porcentaje que calcularía entre un 20-30%. Quizás más en una red como Instagram y menos en otra como LinkedIn.

Incluso me parece inteligente dedicar una Red Social como Instagram para mostrar tu lado más personal siempre que sigas aportando cosas interesantes y valiosas en tu Blog o en otros canales. Seguiría cumpliendo la regla del 70/30% pero repartido por plataformas. Lo triste es que hay buenos profesionales que dejaron de construir su casa digital de ladrillo y cemento para centrarse en las de papel.

Empieza a ser preocupante cuando todo lo que ves es a esa misma persona a la que antes acudías a ver sus publicaciones porque te aportaban algo y de la que hoy sólo ves su cara o sus posturitas. Es la versión adulta de las fiestas salvajes de Tuenti o, peor aún de Meetic o Tinder.

Supongo que yo tengo una ventaja y es que soy tan poco fotogénico que me tengo que buscar la vida de otro modo.

Sé que este post va a darme problemas porque todos hemos caído o tenido la tentación de hacer lo que critico aquí, pero sinceramente creo que, profesionalmente, cuando la imagen personal se pone por encima del valor a aportar, algo falla.


Compartir esta publicacion