Tiempo. Arañar y defender momentos

Este fin de semana terminé de ver Mar de la Tranquilidad, una serie coreana de ciencia ficción. Bien hecha. Como todas ahora. Nada que no hayamos visto otras veces en muchas otras películas.

Al terminar de ver los ocho capítulos en dos fines de semana tuve una sensación que se repite cada vez que veo una serie que, por cierto, es algo que hago con poca frecuencia. Sentí que había perdido el tiempo. Que me habían robado unas horas importantes en mi vida. Me ocurrió lo mismo que con Yellowjackets, aunque en esta última serie emitían un capítulo por semana.

Como digo, entiendo, pero no comparto la obsesión por las series, ni por los maratones tumbado en el sofá viendo capítulo tras capítulo. Así que, las pocas veces que me animo, como en estos dos casos, intento que sea algo que me atraiga mucho y que no sean de más de una temporada.

Podría asegurar que en el 90% de las ocasiones he tenido una terrible sensación de pérdida de tiempo. Y cuando ya tienes una edad, cada minuto perdido te duele más.

Defiende cada segundo de tu vida (lo entenderás mejor si ya tienes una edad)

Este mismo fin de semana me escribió un amigo para ver cuando podíamos charlar un rato sobre un tema profesional. Me dio tres o cuatro ventanas temporales muy concretas para llamarnos. No estábamos organizando una comida, ni siquiera una videoconferencia, era una simple llamada.

Podría pensar que entre amigos no hay que ser tan estricto. Sin embargo, me gustó mucho el que fuese tan concreto y tan serio con los tiempos. Me pareció una muestra de respeto hacia mi y, por supuesto, hacia su trabajo. El lunes conversamos sin agobios y sentí lo contrario a lo de las series, pensé que ese tiempo estaba bien aprovechado.

No nos faltan minutos sino prioridades

Creo que somos muy generosos con el tiempo cuando se trata de hacer cosas que no nos van a aportar demasiado y muy rácanos cuando se trata de encontrar unos minutos para hacer algo que merezca la pena.

Podemos perder tres o cuatro horas en un maratón estúpido viendo una serie políticamente correcta en NETFLIX, pero se nos hace bola leer media hora un libro antes de dormir.

Podemos ir unas horas a la semana a mover cuerdas gordas o lo que quiera que hagan en un Crossfit (a mi no me encontraréis allí), pero no tendremos un rato para escribir un post en nuestro blog profesional.

Lo cierto es que hay muchos pequeños momentos en los que podemos arañar minutos y también hay otros de los que podemos sacar horas. Lo importante es saber donde está cada cual y cómo llenarlos de la mejor forma posible. Pero para que eso suceda debemos tener claro lo que podíamos hacer en esos espacios temporales.

También creo que no hacer absolutamente nada es una buena forma de aprovechar algunos de esos momentos. Yo no soy experto en mindfulness ni nada de eso, pero cuando desconectas de todo suelen surgir buenas ideas o algunas soluciones a temas pendientes. Pero si estamos bombardeados por impulsos, series o mensajes de Whatsapp, eso es imposible.

El tiempo se llena de cosas absurdas si no te pones tareas

El objetivo no es encontrar el modo de llenar los huecos, sino encontrar huecos para llenarlos con lo que queremos hacer.

Y eso nos lleva al principio de todo cuando hablamos de Estrategia Personal. ¿Qué quiero conseguir? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para quién? Si no hay respuestas a esas preguntas, lo más probable es que acabes en un sofá durante horas viendo historias deprimentes en una pantalla.

No defender esas horas o esos minutos (como mi amigo) me parece que transmite dos cosas. La primera es que no tienes nada más importante que hacer. La segunda, que no te respetas demasiado, ni a ti, ni a tu proyecto profesional o de vida.

Si no defiendes tu tiempo, otros decidirán por ti

Si no defiendes cada minuto como si fuese el último, vas a acabar haciendo lo que otros decidan. Y me da igual que sea un tipo que hace la programación de series en una plataforma de televisión o un desconocido (o conocido) que te interrumpe con un mensaje en tu móvil o en una red social. Tu vida será la que decidan ellos.

En un mundo en el que todo son sonrisas y en el que todo va de colaborar, conversar y compartir, queda feo negarse a cualquier petición que implique un tiempo de tu vida. Pero creo que podemos ser más útiles si no desperdiciamos esos momentos.

Como suelen decir los expertos en gestión del tiempo, el problema no está en como haces lo que haces en el tiempo disponible sino como eliges lo que tienes que hacer. No es una cuestión de recursos sino de prioridades.





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