Actitud. El peligro de la Actitudependencia
Comentaba en mi post anterior que quizás mis últimas publicaciones transmiten un estado de ánimo menos positivo. Pero parece que este estado de ánimo gris está invadiéndolo todo. Lo percibo en las conversaciones con aquellos con los que me relaciono y también en muchas publicaciones.
Decía mi amigo Enrique Cejudo en una de sus publicaciones de Facebook: «Hace un tiempo que me encuentro con pocas ganas de publicar… con cuenta gotas». Los numerosos comentarios a esa publicación van en esa dirección. Y si hay alguien optimista y con actitud positiva es Enrique.
Creo que todos estamos viviendo una época complicada que nos afecta en todos los sentidos, pero no podemos ponernos en posición fetal y esperar a que pasen las cosas o, algo peor, aguantar hasta que volvamos a tener la actitud adecuada, el estado de ánimo óptimo. Por eso creo que ante este problema debemos buscar soluciones, y yo el primero.
Cuando la actitud se convierte en un problema
Si me conoces o me lees, sabes que siempre he sido muy crítico con esto de la actitud y el pensamiento positivo. Siempre he creído que es una mezcla de excusa para no hacer nada cuando consideras que no tienes las ganas necesarias y un cierto pensamiento mágico que espera que las cosas sucedan sólo por desearlas.
Por otra parte, la literatura de autoayuda está llena de frases del tipo: «haz lo que QUIERAS hacer, no lo que TENGAS que hacer» o «Dedícate a lo que te apasione» o «Sólo harás bien las cosas que te gusten» que han hecho un daño terrible.
Quizás ese tipo de ideas y de literatura autoayudista era válida en los tiempos de «vacas gordas» que cada día son más lejanos. Hoy no puedes apostarlo todo a la carta de la actitud, la pasión o el deseo.
Disciplina, estrategia, hábitos, rutina frente al deseo
La actitud es voluble, cambiante. No puedes poner tu vida y tu trabajo en manos de algo que no sabes por donde puede salir cada día. Es mucho mejor basarse en algo mucho más sólido y que no dependa de que te levantes con el pie derecho.
Desarrollar hábitos, tener una Estrategia Personal clara, fortalecer tu disciplina es la vacuna contra la actitud inadecuada. Si te dejas llevar por las «ganas», dejarías de salir a correr, escribir un post, jugar con tus hijos o quedarte hasta las tantas para cumplir con los plazos de un proyecto.
La Actitud es la consecuencia, no la razón
He dicho aquí algunas veces que no es bueno esperar a que te vengan las ganas para hacer algo. Es mejor ponerse en marcha y poco a poco vendrán las ganas… o no. Pero al menos habrás cumplido con tu deber y seguramente te sentirás mucho mejor que antes de empezar.
Además, creo que ir cediendo a la tentación de dejar de hacer cosas tiene el mismo efecto que algunos metales pesados en el cuerpo humano, es acumulativo. Si hoy dejas de hacer algo que te habías impuesto (si IMPUESTO), que habías decidido que TENÍAS (no que querías) que hacer, seguramente la próxima vez será más fácil abandonar. Hasta que el impulso se pierda del todo.
Aíslate del entorno, recuerda porqué empezaste
Hay que ser alguien muy frío para no verse afectado por los años de pandemia, por la crisis económica, por la guerra y por la falta de políticos y dirigentes con una visión esperanzadora.
Por eso conviene aislarse un poco y recordar las razones por las que empezaste a hacer lo que haces. Recuperar la ilusión que te hizo ponerte en marcha.
Quizás tengan razón aquellos que recomiendan que dejes de ver las noticias y que las sustituyas por una buena novela, una película optimista o un buen paseo por el campo.
La Actitud es un accesorio, no el elemento principal
Creo que los años buenos le han dado demasiado peso a la Actitud y el Pensamiento Positivo que sólo han beneficiado a esos autores que hablan de la Ley de la Atracción y similares. Pero la Actitud sólo es un complemento, no el factor fundamental para sacar los proyectos adelante.
Si los autores, científicos, empresarios o luchadores de todo tipo hubiesen tirado la toalla cuando se «sentían mal», no habríamos avanzado nada.
Debemos empezar a aceptar que, si queremos salir de esta, tendremos que hacer las cosas que no nos gustan o que no nos apetecen. Que puedes hacer bien las cosas con las que te ganas la vida aunque sea un «trabajo alimenticio». Que puedes llegar a amar algo que, en principio no te dice nada, pero que, cuando lo conoces y vas dominando, le vas cogiendo el gustillo.
Así que, si tienes un buen estado de ánimo, genial. Si no, pues mala suerte, pero no permitas que te paralice.