Responsabilidad. Libertad

Hoy voy a escribir algo un poco fuera de mis temas habituales… o quizás no tanto.

En el año 1990 terminé la carrera de Química y, desde entonces, cada cinco años (excepto en pandemia) nos juntamos los compañeros de promoción. Afortunadamente todos estamos bien tanto en lo personal como en lo profesional y mantenemos el mismo buen humor y una actitud cachonda muy parecida a la de los veintipocos años.

Este fin de semana volvimos a quedar y pasamos un rato genial recordando anécdotas y descubriendo entre risas historias que se pueden contar porque ya «han prescrito».

Pero lo que más me llamó la atención fue algo que, quizás porque lo hemos ido perdiendo poco a poco y casi sin darnos cuenta, todos echamos de menos. Me refiero a la LIBERTAD.


La libertad que hemos perdido o, más bien, que hemos cedido

Entre chuflas, pullitas y recuerdos, en la conversación surgieron algunas historias que los demás comentábamos que hoy serían imposibles, inadecuadas o directamente ilegales.

Las letras de algunos grupos de los 80 y 90, las bromas que nos gastábamos entre nosotros (que te llenasen los apuntes de pollas cuando te sacaban a la pizarra), las fiestas salvajes (pero civilizadas al mismo tiempo) en los barracones de la Universidad Autónoma de Madrid, algunas expresiones a las que nadie daba importancia hoy estarían entre la incorrección política y el delito y te causarían más de un problema.

En el grupo de viejos colegas había hombres y mujeres (si, aunque parezca increíble, las mujeres que querían hacían carreras de ciencias). Recordamos como nos relacionábamos sin problema. Como bromeábamos sin piedad entre nosotros y como, a pesar de eso o gracias a ello, conseguimos crear unos lazos sólidos.

En el grupo había gente de todas las tendencias políticas, incluso algunas extremas. Pero eso no nos impidió llevarnos bien, aunque nos decíamos lo que nos apetecía.

En un momento de la conversación coincidimos en que muchas de esas cosas que formaban parte de nuestra vida, hoy serían imposibles. Estuvimos todos de acuerdo que hoy somos mucho, pero mucho menos libres, y ya te digo que en el grupo existen todas las tendencias políticas y de pensamiento.

Algunos de mis colegas hoy son profesores (por vocación) y nos contaban que el grado de adoctrinamiento y uniformización que se está produciendo en los colegios e institutos es terrorífico.

El problema no es lo que digan las leyes sobre los piropos, sobre la obligación del utilizar el lenguaje inclusivo o sobre la prohibición de expresar ciertas ideas en redes sociales.

Lo realmente preocupante es que, poco a poco, muchas de esas tendencias de control mental han ido impregnando todo lo que nos rodea. El problema no es la ley sino la vigilancia y la denuncia de quienes se consideran policías del pensamiento. O, algo peor, el comentario «bienintencionado» de quien pretende «corregir» tus ideas, como si fuese el responsable de un centro de reeducación en China.

Hoy te la puedes jugar si alguien considera que has dicho algo «incorrecto» y lo casca, sin más en una red social.

Hoy puedes ser un apestado si no aceptas los dogmas impuestos por quienes han decidido que lo que ellos piensan es lo correcto.

Hoy pueden despedirte de tu trabajo si se te ocurre utilizar la libertad de cátedra y argumentar que lo que alguien ha decidido desde un despacho, no es cierto. La Universidad ha perdido su sentido original.

La Marca Personal se basa en la Responsabilidad

Pues bien, mientras todo esto está pasando, casi nadie hace nada excepto escribir un tuit más o menos enfadado.

Los más mayores no hacemos nada por pereza o miedo. Los más jóvenes no hacen nada porque ellos ya han nacido en este mundo en el que las ideas correctas lo son por imposición y si te sales, te aíslan.

Pero la Marca Personal se basa en la Responsabilidad, en la posibilidad de hacer lo que consideramos correcto asumiendo las consecuencias. Si no asumimos la Responsabilidad, seremos la marca de otros, llevaremos en la frente el sello de los que, poco a poco, aunque de un modo cada día más invasivo y autoritarios dictan lo que es correcto.

Serás libre si asumes tu responsabilidad

La Libertad tiene un precio y por eso hay pocas personas que realmente dejen una huella profunda, una Marca Personal que merezca ser recordada.

La Libertad se consigue defendiendo tus VALORES, aunque pierdas todo lo demás. Lo curioso del caso es que, si no empezamos a poner límites, líneas rojas a aquellas ideas que consideramos equivocadas, perderemos la libertad y también todo lo demás.

Al admitir que se censuren películas, canciones o simples muestras de admiración, estamos limitando nuestras vidas, convirtiéndonos en marcas blancas diseñadas por quienes gobiernan.

Serás diferente si no permites que te conviertan en un clon

Asusta ver como los chavales más jóvenes (bueno y todos los demás) repiten las mismas ideas, aceptan los mismos dogmas y te miran con mala cara si dices algo que no encaja con el marco mental impuesto en colegios, institutos y plataformas de televisión.

¿Quieres ser diferente? Pues ponlo todo en duda y piensa por ti mismo. Juégatela defendiendo lo que piensas. Como dicen el monumento en recuerdo de los veteranos de la guerra de Corea, «Freedom is not free». La libertad no es gratis.

Quizás todavía no es demasiado tarde para no perder del todo la escasa libertad que nos están dejando, pero no podemos seguir aceptando la dictadura mental. Se empieza controlando el lenguaje y se termina controlando el comportamiento.

Dejar Marca Personal no es tener muchos seguidores en Instagram sino dejar huella aunque te cueste caro.





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