Tiempo. Haciendo «fracking» con el tiempo
Aunque a veces parece que sólo recientemente hemos vivido algunas crisis, lo cierto es que, al menos yo, apenas recuerdo alguna etapa en la que no haya habido problemas graves.
La primera crisis que recuerdo, cuando yo tenía siete u ocho años es la del petróleo de los 70. Parecía que quedaban años o incluso meses para que el mundo se quedase sin suministros de crudo. Si lo de ahora nos parece apocalíptico, aquello no lo era menos. Además se juntaba con la sensación de que en cualquier momento podíamos salir volando por una guerra nuclear y otras amenazas terribles.
Luego se vio que el problema no era tan grave y, paralelamente, se desarrollaron nuevas formas de optimizar la extracción de petróleo como el «fracking».
No es mi intención iniciar un debate sobre las bondades o problemas del «fracking» o de los combustibles fósiles. Lo que quiero transmitirte es que, cuando las cosas se ponen jodidas, la mente se pone a pensar.
Y de pronto, encuentras nuevos yacimientos
Como decía en mi primer post a la vuelta de verano, los últimos meses se me han complicado bastante por un problema personal. Algo que forma parte de la vida, pero que te altera el ritmo vital.
Lo cierto es que, cuando la rutina se te altera de un modo importante, al principio te descoloca, pero luego todo vuelve a reubicarse.
Al principio ves que ya no puedes hacer casi nada de lo que venías haciendo porque tienes que estar centrado en la nueva situación, pero poco a poco vas haciendo «fracking» con el tiempo y consigues aprovechar momentos y situaciones que antes no tenías en cuenta.
Recuerdo otra etapa de mi vida en la que también se produjo un cambio personal. Empezaba mi carrera de Química en el año 85 en Alicante, pero mi familia se trasladó a Madrid y eso me descolocó bastante (vender la casa, dejar a mi novia, cambiar de amigos,…). El caso es que me quedaron dos asignaturas al empezar el segundo curso. Sin embargo ese año terminé aprobando todas las asignaturas excepto una y las dos que tenía pendientes. Creo que fue el año más productivo de mi carrera y conseguí sacar tiempo de las piedras.
Y de pronto te preguntas por qué no lo aprovechaste antes
Cuando descubres todo lo que puedes hacer rascando tiempo aquí o allá. Cuando te das cuenta de que puedes trabajar en lugares inverosímiles como en una silla incómoda de un hospital o enviando propuestas a los clientes con el móvil desde el tren de cercanías, entonces te sientes culpable por no haber aprovechado mucho más tu tiempo antes de que esa situación se produjese.
Otro efecto colateral es que, cuando todo pasa o, incluso mientras estás viviendo esa situación, saboreas mucho más los escasos momentos de normalidad que te quedan. Es como cuando, haciendo la mili, recuerdo que al salir los fines de semana del cuartel saboreabas mucho más los colores tras haberte pasado días y días viendo verde por todas partes.
Ya sé que es un tópico, pero las Redes Sociales, las series de las plataformas (joder, antes veíamos una peli de un par de horas, ahora le echan días enteros a ver capítulo tras capítulo) o la búsqueda casi obligatoria de momentos «divertidos» o la casi imposición de mantener una vida social intensa, apenas te deja centrarte.
Tienes tiempo, sólo debes buscarlo
Otra de las cosas que he descubierto estos meses es que, no sólo no vas a perder tanto tiempo como supones sino que puede que lo aproveches más.
Al trabajar en casa (o en una oficina) te distraes, al no sentir presión es más fácil que te disperses navegando por La Red o hablando en la máquina de café con los colegas, incluso puedes coger algunos kilos por levantarte a picar algo a la nevera.
Sin embargo, sentado junto a la cama de una persona a la que acompañas en un lugar que no es el tuyo, te mantienes más enfocado, no te distraes y vas a lo que vas.
Pero no hace falta que surja una situación personal como la que te comento. En los viajes, en momentos de espera, mientras esperamos que ocurra algo, tenemos medios y tecnología disponible (o con una libreta y un lápiz) para arañar algunos minutos.
Descansar también es aprovechar el tiempo
Pero ojo, no todo consiste en mantener una actividad frenética. Desconectar, echar una cabezadita, leer las páginas de una novela o simplemente mirar el horizonte o el cielo por una ventana de un lugar que no es el tuyo también es productivo. Además, es algo que posiblemente no te permitirías si estuvieses en tu espacio habitual.
La vida es así y nos hace pasar por etapas de todo tipo. Lo importante es que, incluso en las más duras, podamos encontrar el modo de llevarlas de la mejor forma posible y, cuando todo pase, extraer algunas lecciones que podamos aprovechar más adelante.
Hay cosas que son naturales y no se pueden evitar, pero lo que sí podemos elegir, y aquí viene otro topicazo, es la forma en la que nos enfrentamos a ellas.