Proyectos Paralelos. Discos o Conciertos

Cuando yo era más joven y todavía se vendían discos, tenía la sensación de que había dos grupos de músicos y bandas. Por un lado estaban los que eran famosos por sus conciertos, directos y espectáculos delante del público y otros que preferían las grabaciones en estudio.

Supongo que, salvo contadas excepciones, todos combinaban ambas facetas, pero algunos, con el tiempo, solían acabar prefiriendo tener mayor control metiéndose en cabinas de grabación.

Si aplicamos ese criterio a nuestro enfoque laboral, creo que profesionalmente nos hemos acostumbrado a desempeñar nuestro trabajo en formato «concierto».

Cada día que un profesional va a su puesto de trabajo o a relacionarse con un cliente es como si fuese a tocar delante de una audiencia y en un entorno que cada día puede dar sorpresas. Cada jornada es una oportunidad de lucirse o de meter la pata. No sabes cual va a ser el estado de ánimo de tu «Público» (jefes, colegas, clientes, equipo,…) y eso es algo que se tiene que valorar.

Sacar tu «música» de tu cabeza

Tal y como están las cosas, en un momento en el que los empleos son volátiles e inseguros y los proyectos con clientes para los profesionales libres son impredecibles, es necesario pensar seriamente si podemos compatibilizar el directo con el trabajo «grabado». O dicho de otro modo, ¿es posible convertir tu servicio en producto? ¿cambiar lo que haces dando la cara por un formato que se pueda reproducir y vender sin tu presencia?

Lo que haces, especialmente si tienes una buena formación y unos cuantos años de experiencia, se puede convertir en algo que puedes tratar de sistematizar y empaquetar. Es algo así como utilizar lo que has ido metiendo en tu cabeza y «componer» algo que suene bien.

Si consigues extraer esas «notas» profesionales y plasmarlas en algún sitio, podrás monetizarlas de varias formas.

Formato espectáculo privado

Podría compararse un empleo con un músico que interpreta sus creaciones en conciertos privados. Es como cuando alguien muy rico contrata a un artista famoso para tocar en el cumpleaños de su hija. Eso puede estar muy bien si te pagan una cantidad indecente de dinero.

El problema es que, en la mayoría de los casos, lo que hace un profesional por cuenta ajena se parece más bien a contratar a unos payasos y montar un castillo hinchable en tu jardín (si es que lo tienes).

No digo que no sea una opción, pero lo más probable es que estés desaprovechando tus cualidades haciendo cosas para gente que no las va a valorar como mereces.

Puede haber casos en los que te valoren como mereces y te paguen en función de lo que vas a aportar. Eso es más fácil si consideramos ese «espectáculo privado» como un proyecto de consultoría en el que vas a «tocar» sólo para un «espectador/empresa» pero vas a recibir lo que realmente vale.


Formato disco

Otra opción para vender tu «arte profesional» es convirtiéndolo en algo físico. Es el momento en el que te planteas escribir un libro o fabricar cosas que podrías estar haciendo para otros.

Si tienes la posibilidad de montar la infraestructura necesaria para crear algo tangible sin tener que hacerlo para otros, entonces podrás montar tu propio «espectáculo».

Formato Spotify

Spotify, Netflix, Boluda… hay muchos ejemplos de plataformas que te permiten crear y distribuir contenidos y cobrar una suscripción por ello.

Si tienes unos cuantos años de experiencia, o no los tienes, pero por lo que sea dominas un tema, puedes vender tus cualidades a «pedazos». Quizás tengas tanto que compartir que puedes convertirlo en «series», en capítulos en los que hables de logística, SEO, motivación o lo que sea durante meses o años.

Quizás te resistas a vender tu trabajo de este modo, pero también hubo algunas reticencias entre músicos y cineastas al principio y, al final, han acabado sucumbiendo a esta fórmula. Quizás no siempre es la mejor, pero permite seguir creando.

Formato concierto

Hay momentos en los que los músicos actúan delante de un puñado o unas decenas de miles de personas. Eso tiene sus dificultades, da miedo y es arriesgado, pero también te lleva a otro nivel.

Si utilizamos la metáfora del profesional YO S.L., el concierto es equivalente a subirse a un estrado y dar una conferencia o impartir un taller o un curso.

Es verdad que hay mucha más incertidumbre que cuando lo haces todo en «estudio», pero si te gusta, puede ser muy rentable y, aún más importante, muy satisfactorio.

Poner a prueba tu «obra» ante un público al que puedes sentir, quizás te genere ansiedad, pero verás que, en cuanto empiezas, esa inquietud se convierte en energía, puedes dar todo lo que eres capaz e improvisar y conseguir mejorar lo que, hasta ese momento era algo estático.

Piensa de qué modo estás vendiendo tus cualidades, atrévete a buscar otras formas de divulgarlas y monetizarlas y lánzate a compartirlas.





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