Propiedades. La generación mejor preparada ¿para qué?
En junio de 1990 finalicé mi carrera de Química. Durante ese verano me dediqué a buscar empleo. En agosto Sadam Husein invadió Kuwait. En septiembre entré a trabajar en REPSOL. Tres años después, como consecuencia de la crisis de principios de los noventa, a muchos de los que entramos a trabajar en esa empresa nos despidieron al terminar el contrato en prácticas.
Así que, con lo que había ahorrado hice un MBA como tantos otros en aquella época. Antes de terminar ya tenía empleo en Quaker Oats. Me sentía como el puto amo del universo.
Pasé por buenas empresas, tenía licenciatura y master, y cobraba sueldos que hoy serían imposibles para alguien que empieza. Y si eso no era suficiente, los de Renault llegaron con el rollo de los JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados).
Hoy casi treinta años después, parece que hemos asumido eso de que somos la generación mejor preparada de la historia. Yo simplemente creo que es una gran mentira, útil para la publicidad, pero muy dañina para quien se lo crea. La autocomplacencia es el principio del fin.
Estarás preparado si eres capaz de salir adelante
Una de las pocas cosas que recuerdo de las clases de lengua en el colegio era la definición de persona culta. Decía algo así como que alguien culto es capaz de adaptar su lenguaje a cualquier situación. Lo mismo puede hablar con gente muy preparada que con alguien sin muchos conocimientos.
Estableciendo un paralelismo, podríamos decir que una persona preparada (sobradamente) es aquella capaz de salir adelante en la mayoría de las circunstancias.
El problema es que esa sobrada preparación parece que sólo tenía en cuenta una opción, la de conseguir un empleo. Los anuncios de Renault iban en esa dirección, pero además parecían enfocados a un tipo de profesional «mastercito» que esperaba ocupar un puesto de dirección antes de los cuarenta.
Estar preparado es ser capaz de generar alternativas profesionales que pueden pasar por un empleo, pero también por muchas otras. Se trata de que te paguen por esa preparación, lo que importa menos es quienes o cuantos lo hagan.
Hoy, aquellos a los que iban dirigidos esos anuncios estamos en la franja de los cincuenta años y parece que, aquella preparación tan sobrada, no ha servido para demasiado en el momento en el que los empleos se convierten en criaturas míticas.
La preparación no es acumulación de títulos
Si esa preparación tenía como objetivo conseguir un empleo, su herramienta de marketing personal se limitaba (y sigue así) al dichoso currículo o, como mucho, hoy, a crear un perfil «chulo» en LinkedIn.
Pero los títulos no significan nada si no eres capaz de convertir esa preparación en acción. Si no utilizas eso que has ido acumulando para transformar tu (energía) potencial en trabajo… no necesariamente para un único pagador.
Hay quien, con mucha menos «materia prima» acumulada en su almacén profesional es capaz de sacarle todo el partido. Porque, al final, la generación mejor preparada de la historia simplemente se ha convertido en un pendrive humano. No se trata de ser una tarjeta de memoria sino un procesador capaz de sacar partido a lo que has adquirido con los años.
¿De qué te sirve llenar tu móvil de aplicaciones si, al final solo utilizas el wasap? Pues aquí ocurre lo mismo. ¿Y si empiezas a demostrar que estás preparado para sobrevivir y progresar?
X, Z o Millenials todos sufrimos la misma enfermedad
Han pasado tantos años que todo este rollo que nos han contado sobre lo que «molamos» ya ha afectado a varias generaciones. Como te digo, estas soplapolleces sobre lo que valemos, ya nos ha superado a todos.
Sin embargo, como le digo a mis alumnos más jóvenes, ellos tienen más «suerte» que los de mi edad porque cuando en los noventa algunos empezábamos a ganar dinero, enseguida nos hipotecábamos, una casa, un coche, algún viaje, incluso te casabas y tenías algún hijo. Sin embargo, ellos son «afortunados» porque están tan jodidos que no pueden permitirse nada de eso. Así que les animo a que se lancen a demostrar lo que valen haciendo lo que les gusta porque poco más pueden perder.
Todos, los que estamos cerca de los sesenta o los que acaban de superar la adolescencia, debemos entender que no nos pagan por el «potencial», la «sobrada preparación» o el tiempo y esfuerzo invertido en engordar un currículo sino por lo que vamos a hacer con ello para otros. Y hoy tenemos posibilidad de hacer cosas con nuestras cualidades, mostrarlas y demostrarlas.
Los sobradamente preparados son los que salieron adelante
En las escuelas de negocios nos explicaban lo que hay que hacer para llevar las finanzas de una multinacional o gestionar una crisis en una gran empresa. Casi nos creímos que algún día llegaríamos a tener ese poder.
Sin embargo, los sobradamente preparados, aquellos de los que debemos aprender, especialmente en estos tiempos, son aquellos que las pasaron putas, los que salieron adelante con cuatro cosas (o menos) y quienes permitieron que se pudiesen crear anuncios como los de RENAULT porque sus hijos podían permitirse lo que ellos no pudieron.
Pregúntate si seguir añadiendo más cursos, diplomas y títulos va a convertirte en alguien más preparado para el mundo actual o más bien va a convertir tu currículum mortis en un lastre y estar preparado consista en estar pre-parado.