Hábitos. El primer crimen es el más difícil
Son las 9:33 y ahora empiezo a escribir el post que escribo cada viernes y que publico a las 7:15. Todavía me llevará un rato escribirlo así que, hasta dentro de aproximadamente una hora no lo publicaré. ¿Qué ha ocurrido y por qué te lo cuento?
Este puente he cogido a mi familia y nos hemos ido lejos. Hemos hecho un viaje que teníamos pendiente desde hace años y que por la pandemia y por otras circunstancias hemos ido retrasando.
Sabía que me iba a ser complicado conectarme con facilidad estos días, así que la pasada semana escribí mi post del martes y lo dejé programado para ese día a la hora habitual (aunque no lo compartí por redes). Pensé que ayer jueves, tendría tiempo y ganas de escribir este post, pero tenía las fuerzas justas y lo retrasé hasta ahora.
En realidad podría haber pasado de todo y saltarme este post. Además, mucha gente está aprovechando las fiestas de semana y nadie se daría cuenta.
El problema es que cuando empiezas a fallar en tu rutina, todo se empieza a desmoronar.
El hábito vence a la motivación
He repetido aquí con frecuencia que escribir «se me hace bola», me cuesta ponerme. Así que, pocas veces tengo demasiada motivación para cumplir con mi rutina autoimpuesta.
Sin embargo, soy una persona muy cumplidora. Si me propongo o me proponen algo y lo acepto, lo cumplo. Así que, la rutina compensa la falta de ganas.
Por eso sería muy grave saltarme mi tarea de cada martes y cada viernes. Aunque sea una vez, justificadamente y sabiendo que precisamente estos días no tendría demasiada repercusión y nadie echaría en falta este post.
El primer asesinato es el más duro
Dicen en las películas de crímenes que matar la primera vez es lo más difícil, pero luego cada vez cuesta menos. Con las rutinas y los hábitos ocurre algo parecido.
Una vez que te has acostumbrado a cumplir con tus propias reglas, es un crimen empezar a romperlas. Cuesta mucho adquirir hábitos, pero es muy fácil perderlos. Y una vez que empiezas, todo va cuesta abajo. Así que, aunque te fallen las ganas, las fuerzas y el tiempo, intenta no romper la cadena de acciones que te hace ser como eres.
El hábito sí hace al monje dospuntocero
Independientemente de lo que digas o compartas en tus redes, la forma de hacerlo también es importante. Cuando alguien sabe lo que puede esperar de ti, estás reforzando tu Marca Personal.
Cuando un potencial empleador o cliente ve que cumples con tu palabra y que no fallas, refuerzas tu credibilidad.
Quizás seas de los que aporta algo interesante y luego desaparece. Habrás tenido un logro, pero nada más. Será fácil pensar que te sonó la flauta por casualidad.
Sin embargo, si no te rindes o abandonas y estás ahí cuando dijiste que ibas a estar, es mucho más fácil creer que cumplirás con aquello que te propongas o te propongas.
Así que, la rutina, la disciplina, los hábitos positivos, aunque puede sonar anticuado, siguen siendo cualidades valiosas. Los conocimientos se pueden aprender, pero lo que haces de forma constante es la mejor forma de demostrar que debes ser tenido en cuenta.
Establece tus propias rutinas
Suelo decir a mis alumnos que lo importante no es que escribas todos los días un post o que te pongas unas tareas imposibles de mantener en el tiempo. Lo fundamental es que decidas las acciones con las que puedes cumplir y, a partir de ahí, no te las saltes.
Siguiendo el ejemplo del blog, creo que es preferible que te pongas el objetivo de escribir una vez por semana y mantenerlo que decidir que vas hacerlo todos los días y abandonar antes de terminar el mes.
Con el Networking, con tus lecturas, con tus relaciones, con todo lo que influya en tu Estrategia Personal deberías hacer lo mismo.
La Actitud depende del comportamiento y no al revés
Son las 10:01, estoy a punto de terminar de escribir mis aproximadamente 800 palabras que suelo poner en mis post. Estoy mucho más animado que hace media hora. Sin embargo, si hubiese tirado la toalla esperando a tener las ganas suficientes para escribir la primera letra, seguramente este post no estaría escrito.
Por eso creo que debemos basar nuestra Estrategia Personal en acciones y no en actitudes. Sería perfecto tener siempre la cabeza a tope de motivación, apasionarnos por todo lo que tenemos que hacer o estar deseando cumplir con nuestras obligaciones. Pero como eso no es así, mejor pasamos al Plan B, o incluso mejor al Plan A que es el de ACTUAR simplemente porque tienes que hacerlo.
Ahora siento que no he roto la cadena. Si me hubiese saltado mi rutina seguramente me sentiría fatal y encima estaría dando una mala imagen a los demás y a mi mismo.