Profesional Libres. No me quieras tanto

Hace unos días me comentaba una persona muy cercana que había estado comiendo pegada a una mesa con un padre y un hijo y no pudo evitar escuchar su conversación.

El principal tema del que hablaban era una idea de negocio que el chico, adolescente, quería poner en marcha. Era algo relacionado con camisetas diseñadas por él. Se notaba que lo tenía bien pensado y madurado y se lo estaba proponiendo a su padre.

Lo que el chico le pedía a su padre era un préstamo de unos tres mil Euros para poner en marcha su proyecto. Por lo que hablaban y por otros factores, parecía que la cuestión financiera no era un problema para el padre. Sin embargo, se negaba en rotundo a dejar ese dinero a su hijo emprendedor.

Esta escena no es extraña para quienes tratan de sacar sus ideas adelante. Aunque yo siempre he evitado pedir dinero a la familia o incluso tirar de ahorros propios, he conocido a algunas personas que han pasado por situaciones parecidas.

Cómprate un coche, pero no montes un proyecto

Evidentemente no sé como habrán quedado ese padre y ese hijo, pero estoy convencido de que si en lugar de pedirle tres mil Euros para una idea de negocio, le hubiese pedido seis mil para comprarse un coche o hacer un viaje, el padre no le hubiese puesto tantas pegas.

Desgraciadamente, además de los problemas administrativos, legales y fiscales que imponen desde unos Gobiernos que tratan de acabar con cualquier iniciativa empresarial, en España tenemos que enfrentarnos a una cultura que ve con malos ojos cualquier intento de buscarse la vida como emprendedor, empresario o profesional libre.

No se trata tanto del dinero, que también, como de esa falsa idea de protección que trata de evitar que un chaval o chavala traten de sacar adelante sus ideas. Parece que animar a tu hijo a pasarse años preparando unas oposiciones o a entrar a trabajar por una miseria en un empleo que detesta te hace mejor padre o madre que permitirle luchar por sus propios proyectos.

Muchas veces ni siquiera se trata de dinero, simplemente consideran los padres y gran parte de la sociedad que luchar por sacar adelante una idea propia está más cerca de ser un «yonki» al que hay que alejar de esa «droga» emprendedora que de ser alguien a quien apoyar.

Ni siquiera compatibilizándolo con unos estudios o un empleo, te lo van a ver con buenos ojos porque temen que ese virus ilusionante te lleve por el mal camino.

Tu propósito debe ser eso, tuyo

Si soy tan insistente con eso del Propósito, la Visión, los Objetivos, la Misión o los Valores es precisamente para situaciones como las de ese chaval.

¿Cómo vas a seguir adelante o superar la presión o incluso la negatividad de tu entorno si no tienes claro lo que quieres? Durante la puesta en marcha de un proyecto, que quizás no llegue a salir nunca (aunque podrá mutar), vas a enfrentarte a tus propias dudas. Así que, si encima estás sometido a las presiones externas va a ser fácil que abandones si no tienes una firme convicción de lo que pretendes.

Nuestra familia, nuestros amigos, la sociedad, «sabe» qué es lo mejor para nosotros. Incluso tienen un plan pensado para ti antes de nacer. Incluso parece que los planes gubernamentales están enfocados en la dichosa empleabilidad en lugar de en el emprendimiento. Así que, es muy probable que, si te sales de ese camino marcado, pongan toda la maquinaria en marcha para contrarrestarlo. Pero es porque te quieren y porque saben que es lo mejor para ti, ¿verdad?

Pero la vida nos lleva por lugares inesperados y nuestras prioridades tienen vida propia. Si eso nos cuesta entenderlo a veces a quienes nos hemos lanzado al vacío, imagínate lo que pueden pensar los demás que no están dentro de tu cabeza.

Por eso es importante establecer una dirección, unas metas, unas prioridades y unas líneas rojas. Esos son los asideros a los que agarrarnos cuando las cosas vengan torcidas o cuando ese entorno trate de desviarnos de la ruta.

Crea tu propio ecosistema

Estoy convencido de que esos amigos y familiares quieren lo mejor para ti, simplemente no son capaces de ver lo mismo que tú. Es como aquellos libros de imágenes en las que podías ver algunas figuras si lo mirabas de una determinada manera, pero que algunos eran incapaces de identificar. Simplemente tú ves cosas que ellos no consiguen percibir.

Seguro que esa misma gente que «sabe» que te estás equivocando estará a tu lado si todo se tuerce, aunque se les escapará algún «ya te lo dije». Pero un Profesional Libre, un emprendedor, una persona con iniciativa para los negocios necesita rodearse de otros como él/ella. Simplemente para sentir que hay otra gente «rarita» que ve esas figuras donde otros sólo ven formas abstractas.

No se trata tanto de aprender de otros, que también, como de sentir que no estás solo, que lo normal es meter la pata y aún más normal es aprender de ello y probar nuevas cosas.

Rodéate de raritos como tú, valora el apoyo de la familia en aquellos aspectos en los que puedan echarte una mano y sigue adelante con tus ideas. Al final, ese padre que no quería prestar el dinero a su hijo adolescente, cuando a este le vaya bien, dirá «ya lo sabía». En fin.





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