Relaciones. Socialxicación

Tengo la suerte de vivir en un sitio que tiene el campo a diez minutos a pie. Así que, casi todas las semanas me doy un paseo de dos o tres horas pisando tierra y cruzándome con conejos, cabras y vacas y algún jabalí.

Para un introvertido como yo, es un rato de lo más agradable que me viene bien para hacer algo de ejercicio y, sobre todo, para aclarar ideas. Creo que muchas de las respuestas que necesitaba encontrar cuando estaba bloqueado con un proyecto me han llegado en esos momentos de soledad activa.

En esos ratos de aislamiento es cuando te das cuenta de la cantidad de mensajes, impactos e interrupciones que tenemos en la «civilización». Pero volver a coger el móvil o abrir el ordenador es como un tsunami de información que te descoloca completamente.

En parte, esa avalancha de información, casi siempre no deseada, es lo que se llama infoxicación o «exceso de información que recibimos a diario desde la llegada y masificación del internet y redes sociales». Creo que ese problema se puede reducir con algo de disciplina.

Pero creo que hay otro tipo de intoxicación de la que se habla menos porque sería políticamente incorrecto o incluso tabú. Me refiero a algo que podríamos llamar socialxicación, es decir, el exceso de socialización por obligación.

Accesible no es disponible

Con Internet llegaron una serie de reglas no escritas que parece que todo el mundo debía aceptar si no quería ser etiquetado como un sociópata.

Cuando llegaron los CO-, colaborar, conversar, compartir, cooperar,… que caracterizaban lo dospuntocero, se entendió que, si estabas en La Red, si eras accesible, también significaba que estabas disponible para cualquier consulta o para mantener una conversación con alguien a quien no conocías de nada. Y que no se te ocurriese no contestar porque sufrirías el ataque de quienes consideraban que eras un indeseable si no eras «social».

Recuerdo aquellos tiempos en los que tenías que seguir a todos los que te seguían en Twitter, debías responder a cualquier comentario en tu blog o incluso enviar información de «lo tuyo» a cualquiera que te lo pidiese. Hoy parece que esto ya se ha suavizado un poco, pero simplemente porque se ha trasladado a sitios como Whatsapp o LinkedIn.

Estoy escribiendo esto y siento que estoy diciendo algo terrible. Así estamos. Pero a esto me refiero cuando hablo de socialxicación.


No estás obligado a comunicarte

Surge un sentimiento de culpa, de misantropía cuando no nos apetece ser «sociales», cuando queremos hacer visibles nuestras ideas y opiniones, pero no tenemos interés en mantener una conversación. Creo que tener la posibilidad de comunicarnos no implica que debas hacerlo.

Cada persona es distinta, todos tenemos nuestros propios gustos y cada cual tiene su propio carácter. Sin embargo, parece que para estar en Internet debes ponerte un uniforme y actuar «como está mandado» y si no actúas según el dogma rápidamente alguien decía, «no sé quien se ha creído que es».

Entiendo a quienes me dicen que no les gustan las Redes Sociales porque quizás son este tipo de personas las que no se sienten cómodas interactuando, socializando o compartiendo su vida con desconocidos.

Así que parece que no hay término medio. Si quieres estar en Internet, o eres social o mejor ni te acerques. A veces echo de menos el mundo 1.0 en el que la comunicación era unidireccional, en el que si tenías una idea que considerabas interesante o simplemente querías hacerla visible, simplemente la lanzabas y no esperabas abrir un debate.

Ni se te ocurra decir que no te gusta «la gente»

Cada día hay más personas que me dicen, en bajito y muy discretamente que están hartas (o algo más fuerte) de «la gente». Muchas de esas personas son las mismas que me regañaban por no ser más «social», pero acaban dándose cuenta de que «la gente» es un concepto difícil de manejar.

Ser social con «la gente» frente a relacionarse con una persona es parecido a navegar sin rumbo por La Red o buscar una película en Netflix y buscar información o conocimiento en un libro o disfrutar con una película que deseas ver.

Pero ojo, no digas que no quieres ser social, que estás harto de Socialxicación de verte obligado a conversar, comunicarte o compartir con cualquiera que llegue a tu perfil de una Red Social.

Si odias que te llamen por teléfono personas desconocidas o no te apetece que cualquiera que veas por la calle se ponga a hablarte o incluso a darte su opinión sobre lo que piensan de ti, entonces tampoco tendría mucho sentido que eso ocurra en el mundo virtual.

Quizás el problema es el nombre, Redes Sociales. Si se hubiesen llamado Canal de Comunicación Virtual o Plataforma de Comunicación Personal no existiría esa presión, esa obligación de relacionarse cuando lo único que quieres es utilizarlas como escaparate (el mundo 1.0).


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