Provisiones. Identifica lo realmente necesario
A lo largo de la vida todos pasamos por situaciones tristes aunque perfectamente naturales porque forman parte de nuestra existencia. La muerte es una de ellas y hasta que no nos enfrentamos a ellas no nos damos cuenta de todas las consecuencias que implica.
Una de las cosas que no te planteas hasta que ocurre es lo que haces con todo lo que han ido acumulando las personas que perdemos. Si has tenido que hacer una mudanza de un sitio en el que hayas vivido mucho tiempo, te puedes hacer una idea de lo que hablo.
Cuando empiezas a revisar todo lo que vamos juntando durante años o décadas te das cuenta de la cantidad de cosas inútiles que van ocupando espacio. Pero hay algo aún más estresante, la necesidad de decidir qué conservas y de qué te desprendes.
Pues bien, con otro tipo de mudanzas, como cuando debes realizar un cambio personal o profesional ocurre lo mismo.
Tu trastero mental está lleno
Igual que cuando fallece alguien y hay que vaciar el lugar en el que vivía, en algunas ocasiones también hacemos mudanzas profesionales.
Si llevas mucho tiempo realizando un trabajo, ocupando un puesto o desarrollando una profesión y llega un momento en el que, por necesidad o por deseo, vas a realizar un cambio importante, tendrás que hacer inventario de todo lo que has ido acumulando. E igual que cuando debes vaciar una casa, tendrás que decidir qué conservas y de qué te deshaces.
Y no sólo se trata de una cuestión mental, sino también de todo aquello que ha estado asociado a esa situación profesional. Documentos, ficheros, tarjetas, premios, fotos, manuales, incluso contactos.
Puede que ahora la situación sea todavía peor porque Internet nos facilita encontrar cosas que guardaremos «por si algún día lo necesitamos». Es como esos cables o tornillos que guardas en un cajón y que nunca volverás a usar o que posiblemente no encontrarás cuando lo necesites.
Podrías decir que, si tienes espacio (físico, virtual o mental) para acumular, no pasa nada. Pero lo cierto es que sí pasa. Cuando no eres capaz de quedarte con lo realmente útil o valioso (material o emocional), todo se vuelve mucho más complicado.
Despejar tu entorno
Supongo que seguirá siendo así, pero recuerdo que un compañero que trabajó en una gran empresa tecnológica, me contaba que, al finalizar cada jornada debían dejar completamente despejado su espacio de trabajo. Decía que era por una cuestión de confidencialidad. Para que no se quedase a la vista algún documento con información importante que pudiese caer en malas manos.
Pero creo que acostumbrarse a tener un espacio de trabajo (o de vida) con los elementos justos facilita mucho la productividad, reduce el estrés e incluso da mejor imagen a quienes lo vean.
Como Profesional Libre es importante hacer ese ejercicio de selección de recursos realmente necesarios. Por experiencia te puedo decir que existe una tendencia a acumular cosas, tecnología o información cuando vas a poner en marcha tus propios Proyectos Paralelos. Creo que, en parte, es una forma de retrasar la puesta en marcha de tus ideas al encontrar la excusa de que siempre te falta algo. Pero lo cierto es que ese suele ser un error.
Al analizar todo lo que has ido guardando porque pensabas que te sería útil, pero ni siquiera lo sacaste de la caja, te das cuenta de lo importante que es gestionar bien tus recursos.
Lo más doloroso es descartar
Lo que está claro es que salvo que tengas un espacio físico enorme para guardar cosas o una mente prodigiosa, vas a tener que deshacerte de algunas cosas o ideas. Y eso es lo más duro.
No vas a poder guardar todo aquello que fueron acumulando tus padres, pero tampoco vas a poder utilizar todo lo que has ido aprendiendo con esfuerzo a lo largo de tu vida.
Si dedicaste tres, cuatro o cinco años a estudiar una carrera, pero te das cuenta de que ya no es relevante o no tiene utilidad para lo que quieres hacer ahora, vas a tener que aceptarlo. Salvo que consideres que te merece la pena estancarte por no romper con esa carga en tu mochila.
Seguir en un empleo que detestas por mantener un cargo «importante» es como empeñarse en guardar un sofá que no encaja en ningún sitio, pero que te da pena tirar.
Reconozco que soy víctima de un cierto Síndrome de Diógenes. Aunque creo que a todos nos pasa un poco. Pero también entiendo que, para seguir progresando, hay que soltar lastre o levar anclas.