Operaciones. Cuando no sabías que algo era imposible

Hay algo que llevo sintiendo desde hace unos cuantos meses. Me refiero a un cierto bloqueo profesional que hace que cualquier idea nueva se paralice antes de ponerla en marcha.

Hay muchas razones para esa parálisis, perfeccionismo, pérdida de objetivo, obsesión por el CÓMO en lugar del POR QUÉ o el QUÉ, miedo a no llegar al nivel deseado, exceso de información,…

Es como si hubiese muchas cosas esperando a salir, pero que se quedan a las puertas antes de empezar.

Esta tendencia contrasta con mis primeros años como Profesional Libre. En aquella época en la que no sabía nada, me sentía capaz de todo precisamente porque no tenía ni idea de que lo que iba a hacer era imposible (publicar libros, ganarme la vida con una idea, conseguir cierto posicionamiento,…).

Precisamente cuando tenía menos conocimiento o experiencia todo era mucho más manejable porque no había tantas cosas de las que preocuparse. Hoy esa avalancha de información y contenidos acaba asfixiando.

Hoy, muchas de las cosas que empiezo se quedan a medias por esa idea de que no van a ser útiles o no como yo quisiera.

No puedes manejarlo todo

Hace poco decía que una de las cosas más difíciles en la vida, especialmente si montas tus propios proyectos, es decidir lo que tienes que descartar o dejar fuera. Esa es una de las cosas más paralizantes.

Hay tanta información interesante, tantas cosas que aprender y que contar que, en lugar de ser algo positivo, se acaba convirtiendo en una barrera. ¿Por donde empiezo? ¿Qué aparco? ¿Qué priorizo? ¿Tendrá interés? ¿Encaja con mi Marca Personal?

Total, que mientras le vas dando vueltas a esas preguntas el tiempo va pasando.

Lo que está claro es que la única forma de salir de la parálisis es cortar por algún lado y empezar. Pero no es algo fácil y todavía menos si no tienes a alguien que te oriente.


Recuperar la inocencia

Creo que si hay algo que caracteriza a alguien con ilusión por algo imposible es su inconsciencia. Recuerdo esos primeros años en los que la gente te miraba con preocupación, incluso con pena, cuando veían donde te estabas metiendo al poner en marcha proyectos que sólo entendías tú.

Son tiempos en los que metes la pata, te crees el más listo, te preguntas cómo nadie ve las cosas como tú, piensas que eres el primero en hacer algo. En realidad no es así, pero supongo que es un mecanismo de autodefensa que te empuja a salir del rebaño.

No es muy distinto de la forma de pensar de un crío de pocos años, sólo que con varias décadas a tus espaldas.

Es una sensación maravillosa, que te empuja a seguir luchando y que, además, aunque a ti mismo te parezca increíble, produce algunos resultados que, como ocurre con las drogas, esos pequeños o grandes subidones generan adicción.

Pero poco a poco, te vas acostumbrando, vas volviendo a la «normalidad» y ya no te atreves a cambiar nada, no vaya a ser que todo se caiga. Sin embargo, no te das cuenta de que la decadencia empieza cuando te limitas a mantenerte.

El peligro de las redes

En mis primeros años como Profesional Libre decía muchas tonterías, era injustamente crítico (incluso agresivo) con algunas personas y tendencias y despreciaba cosas que no entendía. Eso no estaba bien, especialmente si la crítica no va acompañada de soluciones.

Lo que ocurría es que si hay algo que caracteriza lo dospuntocero es que siempre vas a encontrar personas que apoyan lo que dices, sea lo que sea. Y eso es muy peligroso porque refuerza una sensación falsa de que tus ideas son correctas.

Pero quizás más peligroso es justo lo contrario, llegar a un punto en el que dejas de decir lo que piensas para no ofender a nadie. Y hemos llegado a un punto en el que siempre va a haber alguien que se ofenda por cualquier cosa. Así que, te limitas a caminar por un terreno sólido, sin riesgo y, por lo tanto, sin resultados.

Las Redes Sociales han hecho mucho daño a las ideas. Ya no sólo tienes que preocuparte de lo que opinen tus amigos y familia, sino también de personas a las que no conocerás nunca y que tampoco te conocen a ti.

Dicho esto, creo que es el momento de volver al principio. Hay que descartar, entender que no se puede abarcar todo, aunque duela. Recuperar la inconsciencia, la locura, actuar antes de pensar demasiado. Y dejar de escuchar y tratar de adivinar lo que otros esperan de ti.

Este es uno de esos post en los que escribo más para mí que para ti, pero quizás te sea útil.


Compartir esta publicacion