Experiencia. Presume de errores
Hay una cierta tendencia a poner el fracaso en un pedestal. A considerarlo como algo estupendo. Creo que el principal beneficio de meter la pata en tus proyectos personales y profesionales es que te permite aprender algunas lecciones, pero ¿no será mejor aprenderlas de otros?
En cualquier caso, no creo que nadie que vaya a poner algo en marcha, especialmente si es innovador, vaya a hacerlo todo perfecto y a la primera.
Una de las cosas que he aprendido desde que soy Profesional Libre es que un error, un fallo, no suele ser nunca el final, sino algo así como una enfermedad de crecimiento normal.
Lo que quiero contarte hoy es que puedes sacar más partido a tus errores y reforzar tu Marca Personal si los utilizas de forma inteligente.
Aunque el nuestro es un país en el que parece que se glorifican los errores, pero se crucifica a quienes los cometen, puedes convertirlos en herramientas de posicionamiento si compartes tu experiencia.
Compartir tus errores te convierte en un modelo para otros
Aunque parezca que un error en tu Estrategia Personal te estigmatiza (vale, un poco), lo cierto es que al compartirlos y explicarlos te conviertes en la persona a la que hay que tener en cuenta. Primero porque ha trabajado en algo que quizás tú también estás intentando poner en marcha. Y en segundo lugar porque eres la persona en quién fijarse porque vas un paso por delante.
Compartir tus errores te convierte en alguien más accesible y humano
Creo que ir de Sr o Sra. Perfecto no es algo que facilite las relaciones. Puedes ser encantador (más perfección), pero quizás da un poco de pudor (o de grima) interactuar contigo. Además, si no eres como el resto del populacho, poco podrás enseñarme.
Contar y razonar tus meteduras de pata facilita sintonizar con quienes son como tú. Al conocer tus historias muchos pensarán que “eres de los míos”
Compartir tus errores te ayuda a digerirlo y pasar página
Uno de los problemas de los Introvertidos como yo es que, esa tendencia a hablar contigo mismo impide que las cosas salgan de tu cabeza. Puedes pasarte un tiempo absurdo dándole vueltas y fustigándote por algo que hiciste mal.
Compartir tus fallos es como esas escenas de película en la que hay que hacer una operación para que salga la sangre acumulada en el cerebro. Hablar de lo que hiciste mal te ayuda a seguir con tu vida y a comprobar que no eres el único que ha pasado por eso.
Compartir tus errores te permite aprender de ellos una y otra vez
Explicar a otros lo que no te ha funcionado es una forma de documentar lo que te ha pasado. Es algo así como esas historias que se cuentan en los pueblos primitivos y que van pasando de generación en generación. Vas a convertir a los demás en depositarios de tus aprendizajes. De ese modo, quizás te puedan advertir de ellos quienes tienes más cerca.
Compartir tus errores se convierte una historia personal que emociona y capta la atención e interés
Llámalo relato, “storytelling” o como quieras, pero una historia de fallos se puede convertir en una forma de atraer y enganchar a otros. Alguien dijo que las malas decisiones crean buenas historias.
La literatura de autoayuda y mucha de la de gestión se basa en historias de superación. Cuanto peor lo tiene el protagonista, más lecciones te va a dar y más motivador va a ser su narración.
Si eres capaz de convertir tus fallos en un relato interesante, podrás beneficiarte de algo que en su momento no pintaba bien.
Compartir tus errores permite que otros se beneficien y ahorren tiempo y energía
¿Por qué te siguen? ¿O te compran? ¿O te eligen para pasar un buen rato? Pues porque eres capaz de aportar algo. Si quieres que lean tu blog, te escuchen en una conferencia o te acepten una propuesta es porque hay algo que van a conseguir a cambio.
Al compartir tus fallos vas a conseguir que otros eviten pasar por un mal trago, vas a ahorrarles dinero o tiempo. Ese beneficio es el que te hace valioso y da razones para que te tengan en cuenta y te elijan.
Compartir tus errores te proporciona comentarios y opiniones que te ayudarán la próxima vez
¿Cuántas veces te ha pasado que al contar algo por lo que has pasado te has encontrado con que alguien te da alguna idea o sugerencia útil? Vale, no a todos nos gusta que nos den consejos, pero sería absurdo no aceptarlos de quienes tienen la capacidad de orientarte.
Lo que está claro es que nadie te va a ayudar si desconocen por lo que has pasado o no tienen ni idea de lo que pueden aportarte. Luego haz con los consejos y opiniones lo que te parezca, pero si les dejas claro en qué has fallado, será más fácil conectar con sus sugerencias.
Compartir tus errores es un intercambio de información bidireccional que te hace sentir menos solo
Aunque no me gustan demasiado los eventos en los que se junta mucha gente, reconozco que muchos de ellos consiguen que te sientas menos “bicho raro”.
Al contar a otros lo que te paraliza o lo que has hecho fatal verás que no eres ni el primero ni el único. Vale que eso te hace sentir menos “especial”, pero también te darás cuenta de que no eres tan tonto como pensabas. Especialmente si esa persona que ha fallado en lo mismo que tú es alguien a quien admiras.
Así que, si es posible, intenta no fallar demasiado, pero si eso sucede, aprende lo que puedas y compártelo con otros.