Hamburguesas y la Marca Progre

NOTA: Es curioso, pero en este post en el que voy a hablar de la libertad me surgen ciertas tentaciones de autocensura.
Creo que debo escribirlo pero se que no gustará a algunas personas a las que aprecio y que no piensan como yo.
De todos modos como siempre, estais en vuestro derecho para replicar o debatir. Y espero que no os moleste demasiado.

Una vez más, una opinión política ha excitado en mi interior los argumentos liberales del proyecto de Marca Personal.

Una vez más, repetiré que el Personal Branding se basa en la responsabilidad individual, y en la confianza en el criterio personal. (Ojo, no confundir con egoismo)

Una vez más, tengo que constatar que determinados políticos consideran que «el pueblo» es sabio cuando vota (a ellos) pero retrasado mental (o un delincuente) cuando come, fuma, elige puestos de responsabilidad en las empresas (no en el gobierno), invierte, conduce, va al cine, navega en internet,…

Una vez más, veo que el político «progre» insiste en reducir las opciones (libertad) en lugar de dar otras nuevas. En poner parches a sus errores en lugar de prevenirlos.

Una vez más, compruebo que algunos gobernantes paternalistas creen que la gente no tiene derecho a elegir y todo debe estar regulado-subvencionado.

Una vez más, sufro viendo como ciertos ideólogos consideran que hay que tener una educación laxa y que no fomente la responsabilidad porque luego se impondrán todo tipo de restricciones.

Una vez más, me asusto viendo como se gobierna a base de discriminación, positiva o negativa.

Una vez más, me asombro al comprobar como durante años, algunos intelectuales «progres» han defendido las drogas blandas y hoy se echan las manos a la cabeza cuando alguien quiere darse un homenaje tomándose un «Whopper«.

Una vez más veo que se empieza con las hamburguesas y se acaba amenazando a todo lo que se mueve (A los lectores no españoles les diré que se trata del Presidente de la Junta de Extremadura refiriendose al director de un periódico).


Una vez más constato que para un «progre» es mala la basura que te entra por la boca pero no la que llega por los ojos. Muchos de los «artistas comprometidos (con la pasta)» y productoras de TV independientes se ganan muy bien la vida con programas de TV basura, Javier Sardá (Cronicas Marcianas), Mercedes Milá (Gran Hermano), etc. y luego se ponen exquisitos con la cultura y la salud. ¿Será porque ellos se lo pueden permitir? ¿O porque las hamburguesas son americanas?

¿Cual será el próximo paso?

¿Poner unidades móviles de diagnóstico cardiovascular a la entrada de las comidas de navidad de empresa?
¿Prohibir los torreznos, los callos o el cochinillo?
¿Cerrar las tiendas de lujo porque fomentan la depresión al poner un bolso a 1000 Euros?
¿Establecer un toque de queda a las diez de la noche porque la gente debe dormir más?
¿Penalizar a quién utilice su idioma materno?
¿Subvencionar a quienes no pueden permitirse comer en restaurantes «de diseño» y sin calorías (y sin comida)?
¿Acabar con las revistas del corazón porque muestran un mundo inalcanzable?
¿Multar al padre que compre una palmera de chocolate a su hijo?
¿Requisar viviendas en lugar de dar soluciones al problema? (Actualización, ya están en ello)

No me hagais mucho caso, tendré que ir a clases de adultos de Reeducación para la Ciudadanía, porque tengo la manía de pensar por mi mismo.

Una vez más, tengo que concluir que la filosofía que subyace tras el Personal Branding:

Deja a cada cual la capacidad de decidir. Responsabilidad.
Fomenta la variedad enriquecedora. Diversidad
Cree en el ser humano y en su criterio. Humanismo.
Da opciones en lugar de limitarlas. Iniciativa y Creatividad

Por eso, definitivamente creo que el Personal Branding no es «progre».

Anexo: Suma y sigue. La ministra está lanzada y le da ahora por el vino. Lo considera como una «bebida alcohólica peligrosa». Luego será el café, el pacharán, las patatas fritas,…

Esto ocurre en el día en que ha muerto una de las pocas Marcas Personales de la política que merece ese calificativo por su honestidad, su competencia, su vehemencia, su lucha y que no necesitaba cuotas, Loyola de Palacio.





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