El momento de la verdad (en el patio del cole)

Una marca se construye, durante años y con mucho esfuerzo, con una finalidad: ser elegida, ser la primera opción entre una multitud de ofertas similares.

Lo que pretende cualquier marca es posicionarse en la mente de su mercado como algo memorable, relevante, fiable y deseable.

Eso ocurre con la pasta de dientes, con un partido político, con un candidato en un proceso de selección o con un nominado a los Oscar. Todos quieren ser los preferidos de sus clientes, votantes, headhunters o público.

Pero, como digo con mucha frecuencia, esto no es algo supersofisticado o recientemente descubierto. Muy al contrario, es algo que experimentamos desde el colegio.

Una de las experiencias más humillantes y traumáticas que podía vivir cualquier crío de mi generación en el patio del cole o en la clase de gimnasia era la formación de un equipo.

La tradición decía que había que empezar por el chapí-chapó. No se si se llamaba así en otros sitios, pero basicamente consistía en que dos chavales caminaban a pasitos sobre una linea imaginaria hasta que se encontraban. El último en dar un paso entero era el que empezaba a elegir a su equipo. Y ahí comenzaba el drama.

En ese momento, aunque nadie lo llamaba así, todos éramos conscientes de que estábamos etiquetados. Todos teníamos una marca.


El «capitán» de cada equipo escogía a aquellos que estaban mejor posicionados (marca fuerte). Los más rápidos, los que hacían diez flexiones en barra fija, los especialistas en «balón asesino» o cualquiera de los jueguecitos que se le ocurrían al «profe» de gimnasia.

Poco a poco iban quedando los lentos, los gordos, los menos populares, los empollones (marca fuerte pero en negativo).

Todos teníamos una marca. Pronto aprendimos que quieras o no, te van a juzgar, a valorar. Tu vida va a estar «marcada» por la percepción que los demás tienen de ti.

Descubres que todo lo que haces tiene importancia y va construyendo en la mente de otros una imagen virtual de ti mismo.

Podremos llamarlo Personal Branding, Marca Propia o denominarlo de cualquier otro modo. Pero lo importante es que con nombre o sin él, nuestra vida va a depender de lo que un «capitan», al que posiblemente ni conozcamos, piense de nosotros.

¿Vas a esperar a que alguien haga chapí-chapó y te tenga en cuenta? ¿O vas a jugar tu propio juego?


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