Famosas deterioradas y profesionales ocultos

Siempre me ha parecido patética la utilización de personajes famosos para hacer anuncios. Supongo que es un método que funciona, pero el que alguien vaya a comprar a un supermercado o se compre un reloj porque crea que va a ser como una presentadora o como un torero popular me hace perder un poco la fe en el ser humano.

Hace algunos meses comentaba el ejemplo de Jane Fonda. Parece que las actrices norteamericanas son muy proclives a anunciar cremas ¿de belleza? cuando llegan a cierta edad. Sin embargo a nuestras famosas parece que la tercera edad no les ha sentado tan bien. Concha Velasco nos confiesa sus pérdidas de orina (de chica yeye a chica pipi), Lola Herrera nos dice que es un poco dura de oido, Amparo Larrañaga tiene problemas con sus encías y también tenemos al clásico de la regularidad intestinal, José Coronado.

Sin embargo, esto no debe confundirse con la Marca Personal. Estos personajes son soportes publicitarios, hombres y mujeres anuncio, personas que se prestan a que otros les peguen su marca comercial en la frente.

Si las empresas realmente quisiesen fortalecer su marca deberían invertir esos presupuestos publicitarios en sus profesionales. Quienes trabajan en una empresa son los que mejor conocen el producto y al mismo tiempo son los que día a día, minuto a minuto representan a su empresa en cada contacto con el exterior.

Quienes trabajan en una empresa son los verdaderos embajadores (o destructores de marca). Pero las lumbreras de los departamentos de marketing o de RRHH ni siquiera saben que existen.

Durante mi época como Jefe de Compras he tomado bastantes decisiones (de unos cuantos ceros) porque el responsable de calidad o de producción me ofrecía confianza (o no). Pero normalmente estos profesionales apenas son conocidos por los clientes.

Es la Marca Personal de estos profesionales y no la confesión de Concha Velasco de sus problemas lo que me hace decidirme.


Por cierto, también audité unas cuantas fábricas de pañales e higiene femenina. Estos últimos quizás han sido los productos más jodidos que he negociado, con alitas, super, extra, ultra, salvaslips, tampones… Y no veas la cara que se te pone cuando tu jefa te dice que no le gustan.

El problema surge cuando un profesional debe defender a su empresa. Cuando su Marca Personal debe estar en línea con la marca empresarial. Para eso deben coincidir sus valores, sus intereses, sus objetivos, debe existir confianza mutua y quizás eso es más dificil que contratar a una famosa con problemas de mantenimiento.

Pero quizás es más sencillo pagar un buen dinerito a alguien que solo pone la cara que incrementar el salario un par de puntos a quienes realmente representan a la empresa y dan la cara por ella.

De todos modos, al final todo tiene un precio. Cuando prestas tu Marca Personal para que otros se aprovechen, estás vendiéndote (¿no querías aprender a venderte?). Y no hace falta ser famoso para que ocurra. Lo digo muchas veces, tienes que aprender a vender tu trabajo para no tener que venderte tú. En el ejemplo que os cuento, ¿En qué creéis que piensa la gente cuando ve a Concha Velasco? ¿En Santa Teresa o en productos para la incontinencia?

Termino con un párrafo de una noticia aparecida este fin de semana en las páginas salmón de El País:

«Por más que se intenten promover nuevos valores y conductas a través de trípticos, la realidad demuestra que las vivencias, historias y opiniones de las personas que trabajan en la empresa son las que verdaderamente marcan la diferencia.«





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