Siempre nos quedará Paris… Hilton

Como uno ya lleva unos cuantos años trabajando en esto de la Marca Personal, he podido ver claramente diferentes etapas. Creo que cualquier idea o concepto debe pasar por fases similares. Casi como un ser vivo que nace, crece, se desarrolla y, si no se cuida, morirá.

Una de las ideas que más confusión generaba al principio de todo esto, y desgraciadamente creo que todavía sucede, es lo de equiparar visibilidad con relevancia, popularidad con influencia. Por eso, muchos de los que se iban sumando a la tribu del Branding Personal solían coger un ejemplo de alguien más o menos famoso en su momento y hacer un análisis tan típico-tópico como absurdo.

Los Mourinho, Obama, Tiger Woods o Jobs no faltaban en esos primeros posts de muchos de los que se iniciaban en esto de gestionar la huella que dejamos.

Luego llegaron los YouTubers, algunos «influencers» y similares cuya vida media es todavía más reducida que la de los anteriores y que constantemente se están renovando pero sin generar un impacto, ni siquiera un mínimo efecto en su audiencia.

El problema es que los famosos, los populares, los conocidos durante un periodo que va de meses a unos pocos años, suelen ser producto de asesores de imagen, resultado de agencias de comunicación o de patrocinadores que tratan de mostrar algo que no siempre representa a quién hace de soporte publicitario.

Otro problema es que si te conviertes en un altavoz de ideas o mensajes ajenos, tu Marca Personal se debilita muchísimo y genera desconfianza porque falla (o quizás no, pero eso no lo sabemos) la autenticidad, que es un pilar fundamental del Branding Personal. Por eso, casi nunca he utilizado ejemplos de este tipo.

No sé porqué, este fin de semana me acordé de Paris Hilton, quizás fue al hojear una revista antigua o al ver alguna carátula de algún documental en Netflix o similar.

Para los más jóvenes, Paris Hilton debe sonarles algo muy rancio, pasado de moda y como de hace dos o tres generaciones. Sin embargo, su pico de popularidad fue como hace unos diez años, aunque parece que haga un siglo.

Supongo que sigue haciendo cosas y dando guerra, pero podría decirse que su momento ya pasó. Luego llegaron Las Kardashian y similares y luego vendrán otros y otras.

Y no sólo eso sino que las empresas se han dado cuenta que, en lugar de pagar una millonada a alguna de estas estrellas gigantes rojas que se convierten en enanas blancas, pueden gastar mucho menos y diversificar mucho más escogiendo a semidesconocidos/as que saben manejar las redes y ganar seguidores a base de selfies.

Pero lo que siempre he tenido claro es que una Marca Personal carece de valor si no produce un efecto, si no deja huella. Y que, aunque muchos lo confundan, no es lo mismo ser conocido que ser valioso. Y desgraciadamente, creo que hoy se valora más a quienes consiguen tener un pico de popularidad que a multitud de personas anónimas que están generando un efecto positivo en su entorno.

En este sentido, incluso podría decir que si, que la Marca Personal de la Hilton se debe tener en cuenta porque seguramente fue ella la que ha traído muchas de las estupideces que hoy sufrimos. Los selfies, el postureo, el rosa, muchas de las tonterías de las redes sociales, la artificialidad, los filtros, las camisetas con mensaje. Así que, si, alguien capaz de dejar una Marca Personal potente no siempre consigue un cambio a mejor.

Si queremos tirar de tópicos, hay un ejemplo «reciente» de Marca Personal que es mucho más valioso que el de la Hilton y todos esos personajes. Me refiero al de Marie Curie de la que hace poco celebramos el 150 aniversario de su nacimiento.

Siglo y medio después de que ella viniese al mundo, todavía notamos los efectos de lo que ella hizo y significó. Eso es dejar MARCA PERSONAL y lo demás son tonterías. Y no tenía Instagram.

Quizás sea una cuestión de perspectiva. Si tienes 17 años, es lógico que un periodo de dos o tres años te parezca una eternidad. Pero para valorar la relevancia de algo o de alguien hay que analizarlo en un plazo temporal más amplio.

Termino con un par de ejemplos de gente conocida. Si, de esa que trato de evitar. Quizás me equivoque, pero dentro de diez o veinte años, deportistas como Cristiano Ronaldo sólo serán un recuerdo más o menos difuso para la mayoría de la gente porque, más allá de los goles que metieron, los coches de los que presumieron o los peinados o tatuajes que se hicieron, no cumplieron con eso tan importante de influir positivamente en los más jóvenes.

Sin embargo, Rafa Nadal, incluso sin haberse retirado todavía, ha producido un efecto en muchísima gente que va mucho más allá de los títulos conseguidos. Eso es DEJAR Marca Personal. Lo demás, son paparruchas.


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