Autoestima. Creerte y quererte para que lo hagan los demás
Me gusta insistir en que aunque hablemos de Estrategia, de Marca Personal, de Marketing Personal o de Oferta Personal, lo fundamental es lo de PERSONAL.
La mayoría de los problemas y dificultades a la hora de alcanzar objetivos no está en el desconocimiento de la tecnología, en la falta de recursos o en la carencia de de cualidades. Todo eso se puede resolver. La principal barrera la tenemos dentro de nosotros. Me refiero a todos esos aspectos como la falta de autoestima, como las creencias equivocadas, o la timidez, o la pereza o el perfeccionismo que nos frenan antes de empezar.
No soy psicólogo, así que, muchos de esos asuntos se me hacen demasiado grandes e incomprensibles, pero tengo claro que, o resolvemos esas cuestiones, o simplemente no avanzamos. Es todo lo que entraría dentro de lo que denominamos Autoconocimiento.
¿De qué te sirve ser una eminencia en lo tuyo si crees que compartirlo es una falta de humildad?
¿Por qué te pasas la vida encadenando un curso tras otro si nunca te consideras capacitado para aplicar lo aprendido?
¿Cómo esperas que los demás te crean o te quieran si no te crees o te quieres a ti mismo?
¿Para qué quieres tener montones de canales para comunicar lo que vales si piensas que no tienes nada que aportar?
Tranquilo, eso nos pasa a todos
Supongo que, en mayor o menor medida todos, en algún momento (o en muchos), nos sentimos por debajo de otros. Consideramos que lo que podemos ofrecer está muy lejos de lo que hacen otros. Y no digo que no sea cierto en algunos casos, pero incluso cuando sucede, se puede compensar con otras cualidades que tenemos.
Aunque creo que me ha pasado en todos, recuerdo especialmente uno de mis empleos como «cuentajenado» en los que tenía la sensación de que se habían equivocado al contratarme. El resto de los compañeros que se habían incorporado recientemente tenían unos currículos y unas trayectorias espectaculares. Algunos de ellos habían estudiado en algunas de las mejores escuelas de negocios norteamericanas y, por supuesto en las más prestigiosas de España.
Lo que ocurre es que, al enfrentarnos al mundo real, resulta que el papel, el currículo, pesa mucho menos que otros factores quizás más relacionados con eso que se llama la «universidad de la vida» o simplemente tu historia personal, tu carácter o tu forma de gestionar lo que tienes dentro de tu cabeza.
Al final, muchos de los que considerabas que jugaban en ligas muy superiores a la tuya, resulta que no eran muy distintos a ti y sus resultados eran, con frecuencia, muy inferiores.
No te obsesiones por las debilidades, pero no las descuides
Se suele decir, y yo estoy de acuerdo en que no deberíamos centrarnos en solucionar nuestras debilidades sino que lo importante es reforzar y destacar nuestras fortalezas. Hace poco, mi amigo Guillem Recolons decía que «Debilitar nuestras debilidades puede convertirse en una gran fortaleza«.
Sin embargo, creo que esa no debería ser una excusa ni una justificación para no mejorar. Yo tengo claro cuales son algunos de mis puntos débiles, pero también sé que, algunos de ellos pueden ser un factor limitante.
Por ejemplo, nunca me ha preocupado tener una apariencia o aspecto impactante o elegante. Es más, siempre he considerado que no poner por delante tu imagen externa es una forma de defender que lo importante es lo que hacemos y lo que somos, no lo que parecemos. Así que, una creencia se ha podido convertir en una debilidad.
Lo que ocurre es que con frecuencia me piden talleres o conferencias en sitios «de prestigio» y entonces me encuentro por un lado que tengo que «arreglarme», y no es que me suponga una crisis terrible de valores, pero algo me descuadra. Por otro lado, me hace sentirme como si interpretase un personaje que, además, no pertenece a ese entorno.
Al final, todo sale fenomenal y acabas confirmando que nada es tan terrible como lo piensas. Pero mientras tanto, si te fijas, lo personal, lo emocional, lo que tienes dentro, posiblemente te influye mucho más que el contenido que quieras compartir.
Todo está conectado
Lo reconozco, a veces utilizo el término HOLÍSTICO, espero que no me lo tengas en cuenta. Pero lo cierto es que en una Estrategia Personal hay que ver el panorama completo y entender las relaciones entre los elementos.
Me refiero a que un cambio en, por ejemplo tus conocimientos, va a afectar a tu propuesta de valor. O la elección de un objetivo u otro va a influir en tus relaciones.
Con todo lo que afecta a tu personalidad, ocurre lo mismo.
Por ejemplo, puede que si crees que no tienes nada que aportar, ni te molestes en compartir tus ideas. Pero si, a pesar de todo, decides poner en marcha, por ejemplo, un blog como este y difundes tus opiniones y aprendizajes, quizás haya gente que te lo agradezca y, de ese modo, influye en esas creencias que tienes.
Si resulta que te consideras incapaz de hablar en público, pero un día te atreves aunque lo pases fatal hasta que llegue el gran día, posiblemente descubrirás que, por un lado no es tan terrible como pensabas y, por otro, que puede ser muy útil además de muy divertido y satisfactorio.
Como te digo, no soy psicólogo, y de estas cosas del autoconocimiento saben más colegas y amigos como David Barreda o Elena Arnaiz, pero está claro que, una Estrategia Personal no sólo estaría incompleta sino que sería simplemente inútil si no resuelves todo lo que «llevas dentro» o, al menos, neutralizas los aspectos más paralizantes.