Producto. Un empleo no te da control, un producto sí

Suelo decir que un empleo es una forma de vender tu trabajo con tarifa plana y sin compromiso de permanencia. Eso tiene una cosa buena y es que, pase lo que pase, siempre cobrarás. También tiene una desventaja y es que, pase lo que pase, siempre cobrarás lo mismo. Hasta que tu «cliente» se dé de baja de tu oferta profesional.

Quienes trabajamos por nuestra cuenta hemos acabado acostumbrándonos a las «estaciones» del trabajo. Es decir, que también tenemos nuestras primaveras, veranos, otoños e inviernos laborales. Hay épocas en las que hay más trabajo y otras más relajadas en las que nos dedicamos a otras actividades. Y así, igual que un agricultor, sabemos cuando hay que sembrar, cuando hay que cosechar o cuando hay que realizar otras tareas.

La diferencia entre ambas situaciones es que en el primer caso, en el del cuentajenado, la supuesta seguridad de un empleo tiene como contrapartida una pérdida de control. Es cierto que sabes que mientras no te den la patada tendrás un sueldo a fin de mes, pero tu margen de maniobra es mínimo, binario, 0 o 1, o estás o no estás.

En el caso del profesional independiente cada día hay que salir a cazar o a sembrar. Y no sabes si volverás a casa con algo. Pero lo que ocurra va tener mucha más dependencia de lo que hagas tú y no lo que decida otro. Y digo «otro» y no «otros» porque aquí hay un factor importante. Al vender tu trabajo a 1-Varios o 1-Muchos en lugar de a 1-1, las opciones se multiplican.


Si el empleo cae, sólo puedes esperar

No sé tú, pero yo detesto estar esperando las decisiones ajenas. Me pone de los nervios ver como pasa el tiempo y no sucede nada porque nadie se pone en marcha. Es como en las películas de terror en las que sabes que el asesino de la máscara está a punto de clavarte el cuchillo y el/la protagonista se queda paralizado/a.

Si sabemos que es difícil encontrar un empleo cuando eres joven o cuando eres mayor, no me parece que tenga demasiado sentido seguir el protocolo clásico de enviar currículos y esperar. Lo único que se puede hacer en esa situación es «echar» más currículos, más bonitos, mejor presentados y pasar más tiempo en Infojobs o pulir tu perfil de LinkedIn, pero poco más.

Sin embargo, si rescatas tu faceta cazadora, si piensas como un profesional libre, empezarás a buscar formas alternativas de generar ingresos más allá de una nómina menguante y cada día más difícil de encontrar.

Y sí, creo que todos tenemos esa mentalidad ancestral que nos permite salir a buscarnos la vida o a encontrar formas de ganarnos la vida con nuestras cualidades. La excusa de que «es que no todo el mundo puede emprender o montar un negocio» no sólo es falsa, sino paralizante.

Además, no me cansaré de insistir que lo que te propongo no es montar una empresa ni enredarte con burocracias e infiernos administrativos. Es algo más sencillo. Descubre lo que puedes vender y ponlo en un escaparate o cuéntaselo a todo el mundo. Primero busca a quién le interese tu trabajo y luego ya arreglaremos los papeles.

Convierte en un producto lo que te hace empleable

Algo que sigue sin entrarme en la cabeza es por qué tanta gente piensa que lo que hace para uno no puede hacerlo para muchos. Es como si tu «magia» sólo funcionase dentro del organigrama de una empresa.

¿Cómo podrías vender tus cualidades? ¿Es que tu «job description» sólo funciona si vas a un cubículo cada día? ¿Pierdes tus superpoderes al salir por la puerta de la empresa que te paga la nómina?

¿Puedes asesorar a otros sobre lo que haces? ¿Puedes hacer ese mismo trabajo para varios? ¿Puedes escribir un manual sobre tu especialidad? En definitiva, ¿Puedes convertir en producto lo que hasta ahora estás realizando como servicio para un único cliente… o ninguno?

El producto te permite tomar el control

Ojo, no te digo que te vaya a ir de maravilla al cambiar de mentalidad de empleado por la de profesional libre. Y menos al principio. Ni siguiera te estoy sugiriendo que dejes tu empleo si lo tienes. Lo que te digo es que la única forma de tener cierto control es trabajar con aquello que depende de ti.

A partir del momento en que empiezas a pensar en formas alternativas de generar ingresos y de ganarte la vida más allá de un empleo (o en combinación con este), tienes más poder, más capacidad de decisión, más control y también más responsabilidad.

Además de esas «estaciones» que te comentaba antes, hay momentos mejores y peores, hay pandemias y crisis, hay subidas y bajadas. Lo maravilloso es que puedes apretar el acelerador o relajarte, generar ideas o salir a relacionarte, crear una web profesional o aprender algo nuevo. Y todo eso va a depender de ti, no de lo que digan los de formación o lo que se le haya ocurrido al jefe de tu jefe el fin de semana.

Entiendo que cada cual es como es. Hay quienes prefieren que les digan lo que tienen que hacer, quienes tienen tatuado el sello de su empresa en la frente (hasta que se convierten en juguetes rotos) y también hay quienes queremos tener el control, quienes detestamos que nos digan lo que tenemos que hacer.

Pero sea como sea, las cosas están de tal modo que, si todo se cae, más te vale ponerte manos a la obra en lugar de esperar que un día, alguien te invite a una entrevista en la que tendrás que explicar cuales son tus tres cosas buenas y tus tres cosas malas.





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