Conocimientos. Cuidado con los modelos que eliges

Hace algunos años, creo que todavía tenía un empleo, estuve hojeando el libro Los próximos 30 años de Álvaro González Alorda. Si no recuerdo mal, en uno de los capítulos contaba una experiencia en un concierto privado de Sting en el Castillo de Windsor con el Príncipe Carlos y Claudia Schiffer que también describe en este post.

Años más tarde conocí a Álvaro en una comida de la editorial en la que ambos publicamos. Me pareció un tipo genial, divertido y nada estirado y le comenté lo del concierto y mis dudas sobre la utilidad del ejemplo y creo que estuvimos más o menos de acuerdo.

Me ocurrió algo parecido con el libro de Pino Bethencourt, El éxito en seis cafés, uno de los primeros libros de Networking que leí. El libro es estupendo y cada capítulo termina con un ejemplo de alguien conocido por la autora. El problema es que el nivel de las personas a las que cita es tan alejado para la mayoría de los mortales, que más que historias inspiradoras eran deprimentes por inalcanzables.

Con frecuencia se nos pone como ejemplos a Nadal o a profesionales que están muy lejos de lo que podría alcanzar no una persona normal sino muchos de sus competidores.

Si empezamos a ver ejemplos de los autores anglosajones, la cosa ya se pone imposible. Todos han pasado por situaciones límite que les han llevado a conseguir el éxito global (y una buena amistad con Oprah Winfrey).

Por eso en mis cursos y en mis libros trato de evitar ejemplos que rozan lo mitológico y escojo a personas a las que he conocido y que han conseguido cosas increíbles partiendo de situaciones normales. Parece que si tu padre no ha estado en el corredor de la muerte y tu madre te abandonó obligándote a cuidar de tus nueve hermanos en el Bronx mientras sacabas tu doctorado en el MIT, no tienes derecho a hablar de desarrollo personal.

Las personas no somos perfectas… afortunadamente

Siempre me ha parecido muy peligroso poner en un pedestal a una persona. Lance Armstrong, Tiger Woods son dos ejemplos (vaya, ya estoy utilizando casos ajenos) de lo que digo.

Todos tenemos nuestro lado oscuro, pero también nuestras cosas estupendas. Y ambas facetas conviven. Por eso no me gusta que se mande al exilio moral a personas que han creado obras increíbles, pero cuya faceta personal pueda ser poco edificante.

Lo importante es que veamos en los demás aquellas cosas de las que podamos aprender. Y será más motivador o inspirador si lo ves en el carnicero en el que compras las chuletas que si te lo cuentan en un documental o biografía autorizada (y sesgada) de alguien a quién solo ves en la tele.


Si todo es perfecto, es mentira

Creo que el problema de esas personas con supuestas vidas ejemplares que vemos en las redes es que no son fiables precisamente porque carecen de elementos menos reales.

Decía hace poco en un post que ser auténtico no significa contarlo todo. Pero eso es muy distinto a explicarme de forma sincera como has conseguido lo que cuentas.

Seguro que te has esforzado mucho (factor que hay que incorporar a nuestra estrategia), pero si no cuentas que esa persona que ocupa un puesto importante en las Naciones Unidas y que te dio una oportunidad es amigo de tu padre, no sé, como que quedan algunos huecos. Si hay huecos, la historia se desmorona.

Nadal es increíble, pero esa maestra que tuviste, también

Suelo decir que la Marca Personal, la huella que dejamos en los demás, existe desde siempre aunque quizás ahora la gestionamos (Branding Personal) de forma más consciente.

Por eso me parece absurdo decir que la Marca Personal es estar en Internet. Dospuntocerolandia, las Redes Sociales no hacen que tu Marca Personal sea mejor o peor, simplemente consiguen que llegue más lejos, a más gente. Pero si eres imbécil o genial, dominar las plataformas online no lo va a cambiar sólo va a conseguir que el mundo se entere.

Así que, esa maestra, abuelo, compañero, incluso un autor fallecido hace siglos puede ser mejor ejemplo que una estrella mediática. Quizás aprendiste de ellos esa cualidad, valor o forma de hacer las cosas que te han convertido en lo que eres.

Yo podría hacer una lista interminable de profesores, colegas o personas que pasaron fugazmente por mi vida que han sido ejemplos mucho más inspiradores que todos los deportistas, artistas o famosos de moda.

Desgraciadamente creo que ya no sólo son ejemplos los «clásicos», sino cualquier «morningsinger», mamarracho/a o individuo que tiene un fugaz momento de gloria. Hoy parece que se tiene más en cuenta a esa persona que ha conseguido cierta notoriedad en las redes por sus extravagancias y salidas de tono (que cada día debe superar para mantenerse a flote) que aquellos que llevan años mostrando y demostrando que son capaces de aportar valor de forma consistente y fiable.

Si tenemos que elegir a alguien como ejemplo, creo que habría que tener en cuenta al menos dos factores. Que pase un tiempo hasta comprobar si es realmente ejemplar o que hayamos tenido un trato tan cercano que podamos considerar que esa persona realmente es lo que parece.


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