Revoluciones, accidentes aereos y mileuristas

Si hay algo que aprendí en las clases de historia en el colegio es que a pesar de lo que se piensa, las revoluciones no se producen de repente. Son el resultado de pequeños acontecimientos que van llenando el vaso hasta que al final una gota lo hace rebosar. Este puede ser un proceso lento, muy lento aunque el desenlace sea trágico y caótico.
Con los accidentes aereos ocurre igual. No suele ser una sola razón la que los provoca sino una serie de pequeños errores que tiene un final trágico.

Creo que en el mundo empresarial actual se están produciendo una serie de acontecimientos que van a provocar un desenlace «revolucionario». Tenemos una generación descontenta, muy preparada y a la que se le ha robado el futuro.

El diario EL PAIS de ayer domingo 23 de octubre, se hace eco de aquella carta al director que ya comenté en su momento y que hablaba de los mileuristas y el mileurismo:

«Pertenecen a la generación más preparada de la historia de España. Rondan la treintena, son universitarios y saben idiomas. Pero los bajos sueldos, la sobreabundancia de titulados y los cambios sociales les han impedido llegar a donde pensaban llegar. Comparten piso; no tienen coche, ni casa, ni hijos y ya se han dado cuenta de que el futuro no estaba donde creían.»

Cinco páginas después aparece otro artículo titulado:

Se busca empleado (para humillar). Los abusos y humillaciones comienzan a extenderse en los procesos de selección de personal.

Y siguen añadiéndose gotas al vaso


Mientras tanto a quienes toman las decisiones les pasa como a María Antonieta. La leyenda dice que preguntó un día sobre los manifestantes que gritaban a las puertas del palacio. Al enterarse que protestaban porque no había pan que comer, Su Alteza respondió: «Pues entonces ¡que coman pasteles!».

Esa sensación tuve el otro día cuando en el I Congreso de Coaching parecía que éste solo se podía aplicar a los directivos. Lo cierto es que son los únicos a quienes se lo paga la empresa (como un beneficio social o un símbolo de estatus) o que pueden pagárselo por si mismos. Pobrecitos. Seguramente andarán muy agobiados pensando en el color de la tapicería de piel de su nuevo BMW serie 7 o deprimidos cuando se acerca la jubilación y se dan cuenta de la pobreza de su vida. Como dice Manfred F.R. Kets de Vries en la Harvard Deusto Business Review:

El problema es que, una vez que han demostrado que tienen éxito, no pueden salirse de esa rutina. Todo lo que saben hacer es trabajar, mientras sus relaciones personales se van deteriorando. Por tanto, se sienten atrapados y aburridos, y eso les hace sentirse más deprimidos.

Pobrecillos. Esos son problemas y no el tener una hipoteca infinita, estar desempeñando funciones muy por debajo de tu capacidad durante años y sin ninguna perspectiva de futuro y ver a tus hijos a oscuras, cuando hace ya un par de horas que están durmiendo.

Por lo que a mi respecta, pienso hacer todo lo posible para intentar que las cosas cambien a mejor. Así que he puesto en marcha el Proyecto Marcopía (de marca y utopía). Es un programa gratuito de divulgación del Personal Branding para grupos, asociaciones o instituciones sin ánimo de lucro que quieran saber de que va esto.

ULTIMA HORA: Más síntomas, interesante post de MonReal que confirma los datos.





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