No es lo que sabes, es cómo lo aplicas

MarcaUno de los primeros libros que leí sobre Marca Personal fue el Sea su propia marca de David McNally y Karl D. Speak. Recuerdo que, en su momento me pareció sencillo, breve (130 pags.), muy fácil de leer pero también un poco conceptual. Sin embargo, con el tiempo, he comprobado que todo lo que explicaban era la auténtica base de una Estrategia de Posicionamiento Personal.

Apenas hablaban de Marketing Personal y todavía menos de lo dospuntocero (el libro es del 2002). Por el contrario, daban mucha importancia a los valores, la misión, la visión, la autenticidad, los estándares o el estilo. Y por eso creo que este libro es fundamental para cualquiera que desee diseñar su propia Estrategia Personal. Podría resumirse en que la huella que dejamos en los demás es la consecuencia de la que primero dejamos en nosotros mismos. La piedra que lanzas al estanque es la que genera las ondas que van a producir un efecto mucho más lejos.

El libro dedica unas cuantas páginas a explicar tres conceptos de los que he hablado aquí en muchas ocasiones. Se refiere a las Competencias, los Estándares y el Estilo. Hoy vuelvo a hablar de ellas porque a medida que desarrollo nuevos modelos y métodos me convenzo mucho más de que un profesional debe tener esas ideas muy claras si pretende diferenciarse y aumentar su valor y sus opciones.

Hablaba el otro día con mis colegas y buenos amigos Jordi Collell y Guillem Recolons sobre el exceso de información, contenidos y documentos sobre cualquier asunto, y como no, también sobre el Branding Personal. Cuando hay mucho de todo, se devalúan los conceptos, los productos y los profesionales y se genera desconfianza porque ya se hace difícil diferenciar lo bueno de lo malo. Evidentemente ese es un problema, pero también es una oportunidad.

El valor ya no está en generar o algo peor, en repetir, cortipegar y «compartir» contenidos ajenos. Además, en muchos de los temas con los que solemos trabajar ya está casi todo dicho muchas veces desde hace mucho tiempo.

Con los profesionales ocurre algo parecido. Cada año salen a la calle ejércitos de nuevos licenciados, diplomados y titulados de todo tipo. En la mayor parte de los casos, lo que han aprendido no les sirve para el mundo real. Así que tenemos decenas de miles de nuevos profesionales clónicos y con competencias idénticas y normalmente irrelevantes.

Y ahí es donde entran en juego los otros dos niveles de los que hablan McNally y Speak. La cuestión no es lo que has aprendido, lo que sabes o lo que conoces sino como lo aplicas, utilizas, combinas o pones en práctica. Profesionales de cualquier cosa hay a montones pero todos somos distintos. No todos somos igual de rápidos, cariñosos, bordes, perfeccionistas, innovadores, tradicionales, conversadores, precisos,…

Es en el adjetivo con el que califican tu profesionalidad donde está la clave de la diferenciación. Ahí es donde empiezan a formarse los grupos en los que te van a colocar. Y es esa etiqueta que te van a poner si o si lo que debes gestionar para que no te metan en un lugar que no se ajusta a lo que eres. Eso es posicionamiento. Un médico empático no estará en el mismo grupo que un médico frío con sus pacientes.

Ojo, siempre suelo decir que no hay etiquetas o adjetivos buenos o malos, simplemente dependen de las circunstancias. El médico empático será muy útil en algunas ocasiones pero en otras podrá ser inadecuado. Un «tocapelotas» puede ser mucho más útil en determinadas circunstancias que un optimista patológico.

Lo importante es descubrir esas características, ingredientes o especias que ponen sabor a tu profesión porque son las que realmente te van a ayudar a crear un impacto que te permita ser recordado. Y te recomiendo que trates de encontrar aquellos términos que sean más diferenciadores. A mis alumnos siempre les digo que eviten descripciones habituales, aunque encajen con su forma de hacer las cosas. Por ejemplo, definiciones como trabajador, responsable, comprometido o «amigo de sus amigos» suelen ser poco distintivas. Por eso es importante darle unas vueltas y encontrar cualidades que te saquen de la multitud.

El problema, y también la ventaja, de este tipo de cualidades es que no son sencillas de comunicar en un currículo. Y ahí es donde entran en juego los Medios Sociales como este. Por ejemplo, supongo que si me lees desde hace algún tiempo te habrás dado cuenta que tengo mi propia forma de pensar y de decir las cosas. Eso no me hace ni mejor ni peor, simplemente transmite como soy. Eso gustará a algunos y repelerá a muchos. Perfecto. De eso se trata.

Si te vas a limitar a decir que tienes determinados títulos o diplomas no vas a transmitir realmente tu valor y te vas a ver obligado a demostrarlo en una entrevista de unos minutos… si es que tienes ocasión. Sin embargo, si hace meses o años que estás demostrando tu forma singular, única y memorable de hacer lo que muchos otros hacen, entonces tu valor y tus opciones aumentarán.

Así que recuerda que ser competente en algo es condición necesaria pero muy insuficiente. Donde realmente va a estar la clave que te va a hacer destacar es en los Estándares (la forma objetiva de hacer las cosas) y el Estilo (el factor emocional).





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