Aspecto. Lo quieras o no, tu imagen te etiqueta
Si eres muy joven, no lo recordarás, pero en los años 90 los productos de marca blanca de los supermercados DIA tenían fama de feos, mal presentados y cutres. Estos eran expuestos en cajas de color marrón y había que abrirlas con un cutter lo que, además, generaba muchas roturas de producto. Aquello no era muy diferente de lo que debían ser las tiendas de la URSS.
En aquella época, una de las misiones que nos encargaron a los jóvenes que acabábamos de incorporarnos a la empresa, fue la de dar un lavado de cara a todo aquello. Por un lado sustituimos las cajas marrones por otras de fondo blanco y con algún diseño de color y, por otro, incluimos un precortado para que las cajas pudiesen abrirse con facilidad con la mano y quedase el producto bien expuesto.
El resultado de todo eso fue que, aunque las tiendas no se convirtieron en supermercados de lujo, al menos la presencia fue bastante más digna.
Desde el punto de vista profesional, reconozco que yo siempre he pensado que lo importante es lo que somos y hacemos y no lo que parecemos. Y quizás por eso, siempre me he limitado a que mi aspecto fuese equivalente al de las cajas marrones de DIA.
El envoltorio también forma parte de tu Estrategia Personal
Lo cierto es que, nos guste o no, la presencia, lo externo, el «envase», el «packaging» de un/a profesional puede ser un factor que nos ayude a ser elegidos o que nos haga ser descartados.
En un mundo ideal, lo lógico sería que nos valorasen por lo que hacemos o, algo mejor, por lo que demostramos que hacemos. Pero quizás porque no lo hemos comunicado o porque lo que ven de nosotros ya nos etiqueta mucho antes de que nos den una mínima posibilidad de expresarnos, lo cierto es que, lo que se ve de ti, puede ser un factor de descarte.
Por eso, en su momento pensé que Internet permitiría eliminar esa variable o, al menos reducirla a su mínima expresión. Consideré que si ponías tu trabajo por delante de otros factores externos como tu aspecto, tu género o tu origen, serías juzgado por ello. Y que La Red favorecería todo eso.
Pero me equivoqué, y como se suele decir muchas veces, Internet no es más que un reflejo del mundo real. Así qué, parece que lo externo, lo visible, incluso lo superficial es más importante que el fondo, el contenido y lo relevante.
Elimina el problema o minimízalo
Sabiendo que la situación es esta, podemos meternos en una cueva y evitar que se nos vea o tratar de reducir el efecto.
Tampoco hay que ponerse dramático. En realidad, aunque no vayas a convertirte en un/a modelo de pasarela, todos podemos, al menos, cumplir con unos mínimos. Podemos pasar de las cajas de cartón marrón a otras de fondo blanco con precortado pero aplicado a los profesionales. No se trata tanto de que te escojan porque tu presencia es espectacular como que no te descarten porque tu imagen es deplorable.
En el aspecto, influyen varios factores, desde la postura corporal, la ropa que llevas, el cuidado físico, lo aseado que estés o los olores que difundas. Hay expertos que saben manejar todo esto. Pero está claro que en un mundo en el que parece que todo da igual, aquellos que sepan poner el envoltorio adecuado a su «producto» profesional, al menos pasarán a la siguiente pantalla.
No sos vos, soy yo
En este momento estoy investigando mucho sobre las mejores formas de trabajar en casa, y esto se aplica tanto a profesionales libres, como yo, como a profesionales por cuenta ajena que trabajan en remoto.
Una de las cuestiones que más se repiten en la bibliografía es el mito de trabajar en pijama. Lo cierto es que, además de peligroso si te llaman por Videoconferencia, el hecho de no presentar un aspecto profesional, también te puede afectar a ti.
No se trata de ponerse un traje y corbata o maquillarse cada mañana si vas a ir de tu dormitorio a tu cuarto de estar en el que tienes montado tu centro de operaciones. Está más relacionado con sentirte profesional, incluso con cambiar de papel simplemente por ponerte un «uniforme». Incluso, aunque parezca una tontería, es una forma de indicar al resto de los miembros de la familia, que cuando vas de «formal» estás en tu jornada laboral.
Tu imagen debería ser coherente en todos tus canales
No quiero transmitir la idea de que tu aspecto, tu envoltorio, sólo afecta a tu forma de vestir y que esta tiene que ser siempre una versión clónica de otros profesionales.
Cada cual debe elegir aquello que transmita lo que desea. Desde los jerseys negros de cuello vuelto de Steve Jobs o las camisetas divertidas de Santiago Segura pasando por las camisas normales del fundador de IKEA, cada cual debe elegir su estilo y ser consistente con él.
Pero es que, además, el resto de tu ecosistema de comunicación debe ser coherente. Tus sitios en Internet, el estilo de tus presentaciones, tus documentos o incluso tu forma de escribir.
Como te digo, nos gustará más o menos que nos valoren por lo que se ve de nosotros más que por lo que aportamos, pero así están las cosas. Y sería muy triste que quedases descartado/a frente a otros peores que tú, simplemente porque no superas esa etapa.