¿Por qué?
El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo.
F.Nietzsche
Ahora casi nadie se acuerda, pero hasta hace algunos años era obligatorio dedicar unos meses de tu vida a servir en el ejército. Lo llamaban Servicio Militar. El tiempo que pasé haciendo La Mili no lo recuerdo con desagrado. Solo había una cosa que me disgustaba terriblemente. No soportaba obedecer órdenes sin tener una razón que las justificase.
Lo normal era mantener a la tropa en constante movimiento. Desde que nos levantábamos hasta que caíamos rendidos estábamos haciendo cosas. Muchas de esas actividades eran aparentemente absurdas e irracionales. Nadie te explicaba porqué había que hacerlas pero tampoco se te permitía cuestionarlas o solicitar explicaciones.
Supongo que una explicación del tipo, «lo hacemos para que aprendáis a obedecer a los superiores sin pensar» o «es la única forma de tener controlados a varios cientos de jóvenes ociosos en un espacio reducido», hubiese sido suficiente. Pero no, nadie daba razones para justificar tanta hiperactividad.
En la vida «civil» ocurre algo parecido. Nos mantenemos en constante movimiento, pero pocas veces nos preguntamos ¿POR QUÉ?
¿Por qué trabajas? Pues porque a algo hay que dedicarse.
¿Por qué te levantas por la mañana? Supongo que porque es lo normal.
¿Por qué has estudiado esta carrera? Porque es lo que se supone que debía hacer.
No somos proactivos. Nos pasamos la vida reaccionando ante los acontecimientos. Y si no hay acontecimientos simplemente no actuamos porque no tenemos una razón. Hasta que un día te levantas por la mañana y te preguntas «¿Qué cojones estoy haciendo?» y aun más importante «¿Por qué?»
Supongo que hay dos situaciones que te ponen en movimiento. Una viene de atrás y la otra está en el futuro. La primera es la patada en el culo, un despido, un susto en tu salud, un accidente, una situación desagradable. La otra está causada por el deseo de conseguir algo positivo, por cambiar las cosas, por mejorar, por tener una visión, una misión estimulante.
En mi caso tuvieron que darse una mezcla de ambos factores. Un despido y un deseo de hacer algo. Supongo que todavía estaría esperando a dar el paso si no me hubiesen empujado otros.
Dejar una Marca Personal requiere trabajo, esfuerzo, constancia, persistencia. El mayor problema del Branding Personal no es la falta de recursos económicos o materiales sino la carencia de un impulso personal sostenible. En las mujeres personas del post anterior, detecté la falta de ese impulso. No veían la necesidad de desarrollar una estrategia de posicionamiento porque no tenían una razón para hacerlo. Pero lo peor era que se sentían atacadas por el hecho de que alguien les agitase un poco la mente.
Las personas que han dejado una Marca Personal a lo largo de la historia han tenido una visión, una misión, un PORQUÉ. Es esa razón la que les hace actuar. Por eso hay tan pocas personas que hayan dejado una huella. Tenemos la capacidad de llegar a todo el mundo. Podemos hacer vídeos, escribir blogs, twitts, colgar presentaciones, llamar al otro extremo del mundo, pero todo eso es inutil si no hay una razón que nos mueva. Y esa motivación tiene que venir de una visión no de una reacción.
Cuando alguien que se ha quedado en el paro me dice que quiere crear su Marca Personal para encontrar trabajo, le digo que esa no es la solución. La explicación es muy simple. En el momento en el que cubra esa necesidad, dejará de trabajar para posicionarse. Si el Porqué es debil o coyuntural, el esfuerzo desaparecerá cuando se solucione el problema.