Propósito. Para qué te vas a complicar la vida
Ya están anunciando los fascículos del cuerpo humano para construir un esqueleto. Ese es el indicador definitivo de que empieza la segunda oportunidad del año para alcanzar los buenos propósitos de hace ocho meses.
Lo que me interesa de todo este asunto es el significado de PROPÓSITO. Yo reconozco que es un concepto que siempre se me escapa un poco y que se mezcla con otros como el de MISIÓN o VISIÓN. Pero creo que ya he encontrado una forma aceptable de entenderlo.
En la parte superior de mi modelo, ocupa un espacio prioritario lo que yo considero que debe ser uno de los pilares de una Estrategia Personal. Bajo ese paraguas de Propósito incluyo todo aquello que marca la ruta, la dirección, los límites y las fuerzas que impulsan un proyecto personal o profesional.
Reconozco que, durante los años que llevo desarrollando estas ideas, he cambiado con frecuencia el orden de los elementos. ¿Qué va antes? ¿La motivación? ¿La visión? ¿Los objetivos? Pero creo que ya he encontrado una solución satisfactoria… de momento. Sería algo como esto.
PROPÓSITO
Como te decía, durante mucho tiempo he incluido en mis modelos el término propósito porque me lo he encontrado en todos los manuales sobre desarrollo personal, profesional y empresarial. Este siempre me parecía un término difuso que se confundía con el legado, la motivación u otros términos que se asociaban con establecer una ruta, una dirección o un sentido a un proyecto, pero que no terminaba de convencerme (vale, es que soy muy negado).
Este verano he aceptado que es algo tan sencillo (o complicado) como establecer el PARA QUÉ de un proyecto. Se trata de algo concreto, breve y claro. Va antes de la motivación, la visión, los objetivos, la misión o los valores.
Aunque parezca una chorrada, esta forma de entenderlo nos ayuda muchísimo, a mí y a quienes asisten a mis talleres, a poner en marcha la Estrategia Personal. Establecer un Objetivo concreto o una Motivación puede ser complicado sin un PROPÓSITO, pero se facilita mucho la tarea si tenemos este bien claro. Te pongo un ejemplo.
El PROPÓSITO puede ser algo como:
- «Voy a poner en marcha un proyecto PARA conseguir un empleo»
- «Quiero diseñar una estrategia PARA convertirme en un profesional libre»
- «Pretendo crear un plan PARA mejorar las relaciones con mi familia»
En todos esos ejemplos se establece un PARA QUÉ que nos fija el rumbo y que, más adelante nos permitirá establecer el OBJETIVO.
- «Quiero trabajar como Jefe de Compras en una empresa de distribución»
- «Voy a crear una oferta profesional como consultor independiente de calidad alimentaria»
- «Dedicaré los fines de semana a compartir aficiones con mis hijos»
MOTIVACIÓN
Con ese PARA QUÉ, ya puedes empezar a comprobar si encaja con tu POR QUÉ, tu motivación. Es el momento de preguntarte, ¿Qué razón hay para poner en marcha ese proyecto?
- ¿Por qué quieres un empleo? ¿Seguridad, comodidad, disciplina?
- ¿Por qué quieres ser un profesional independiente? ¿Control, diversión, libertad?
- ¿Qué te empuja a tener una mejor relación con tu familia? ¿Historia personal, legado, felicidad?
Quizás descubras que no hay un POR QUÉ para ese PARA QUÉ y debas volver a la casilla de salida. Pero si encajan, tienes una combinación muy poderosa de elementos que te orientarán (PROPÓSITO) y te impulsarán (MOTIVACIÓN)
VISIÓN y OBJETIVOS
En esta ocasión, para no alargarme mucho, meteré en el mismo bloque la VISIÓN y los OBJETIVOS, aunque cada uno tiene sus peculiaridades. La VISIÓN es más genérica y los OBJETIVOS deben ser más concretos (ya sabes, lo de MARTE y tal).
Hasta ahora este era uno de los aspectos que me generaban más problemas al trabajar con la Estrategia Personal de mis alumnos porque es complicado establecer objetivos, así, a pelo. Pero cuando tienes un PROPÓSITO, es mucho más fácil concretar.
MISIÓN
La MISIÓN, siguiendo mi propia definición, es aquello a lo que te vas a dedicar para alcanzar esos OBJETIVOS y, por supuesto, tu PROPÓSITO.
Como ya he explicado aquí algunas veces, tiene que ver con establecer con QUÉ «material» vas a trabajar, QUÉ vas a hacer con eso, QUÉ beneficio vas a generar y a QUIÉN.
Debes entender que nadie regala nada y que de nada sirve «desear algo con mucha fuerza», si no aportas algo a quienes pueden proporcionarte los recursos que necesitas para alcanzarlo.
¿Y SI NO TENGO UN PROPÓSITO?
Creo que todos tenemos algo que queremos mejorar, cambiar o eliminar. El problema es que, o no encontramos el momento para establecerlo o, aunque lo tengamos, no nos ponemos a crear y ejecutar un plan para conseguirlo.
Mi trabajo consiste en ayudar a tomar las decisiones adecuadas para aumentar las opciones de éxito en el proyecto. Por eso tengo claro que, a partir de ahora, trataré de evitar a ese tipo de personas que no sabe qué quiere conseguir, que espera que se lo digas tú u otras personas o algo peor, que no tiene interés en saberlo.
Sin PROPÓSITO no hay ESTRATEGIA PERSONAL ni nada que se le parezca.