Producto. O defines tu oferta o la definen otros
Hay un par de cosas que se repiten en las biografías de Steve Jobs y que me parecen interesantes para aplicarlas a una Estrategia Personal. Ambas están relacionadas.
La primera trata sobre la importancia que le daba a las opiniones de los clientes a la hora de diseñar un producto. Lo que se cuenta es que Jobs decía que no había que obsesionarse con escuchar a los clientes porque estos no sabían bien lo que querían. Y seguramente tenía razón porque los productos que ha desarrollado Apple seguramente casi nadie los habría imaginado y, por lo tanto, pedido.
La segunda historia que recuerdo haber leído en varias biografías fue la decisión de reducir al mínimo la gama de productos tras la vuelta a la empresa después de ser despedido de su propia «criatura». La obsesión por satisfacer la demanda (real o supuesta) de los clientes les llevó a crear una oferta con demasiadas referencias para tratar de contentar a todo el mundo. Jobs decidió reducirlo al mínimo.
Si no pones tus reglas estás perdido
Dirás que estas historias típicas y tópicas sobre Jobs y Apple te pillan muy lejos, pero si es así, creo que te equivocas.
Desde que empecé a trabajar en modelos de Marca Personal y Estrategia Personal he tratado de encontrar formas de sistematizar un proceso. Creo que lo he conseguido y, al trabajar con otros colegas creo que todos hemos llegado a conclusiones parecidas. Eso significa que, con pequeñas adaptaciones a cada sector o tipo de profesional, el modelo es perfectamente aplicable.
Sin embargo, con frecuencia durante todo estos años, he tenido que escuchar y aceptar (cuando no me quedaba otra) ideas peregrinas de algunos clientes sobre lo que debería contar. Curiosamente muchas de esas peticiones empezaban con un, «yo no sé nada de lo que me estás proponiendo, pero…» y entonces llegaban las solicitudes más ridículas.
«Prepara un taller de Marca Personal, pero no les hables de como hacerse visibles», «No les metas ideas raras sobre objetivos y valores», «La propuesta de valor déjala fuera porque aquí ya saben lo que tienen que hacer», «Lo que queremos es que les expliques como crear su imagen»,… y muchas más.
En cuanto me descuidaba, me encontraba preparando algo que había perdido la esencia de mi propósito inicial. Así que, en cuanto pude permitírmelo, simplemente empecé a rechazar este tipo de ofertas.
Si no te centras, pierdes credibilidad
Como te digo, ha habido momentos en los que has tenido que coger cualquier cosa que te permitiese seguir con tu proyecto y pagando facturas. Sin embargo, eternizar esa situación simplemente te va desmotivando, transmite una imagen poco fiable y difusa de lo que haces y, además, te roba mucho tiempo al tener que adaptar tu material.
Es fácil confundir flexibilidad y capacidad de encontrar oportunidades con aceptar todo lo que surja. No tienes más capacidad de adaptación al cambio al poner precio a tus valores y prioridades, simplemente pierdes tu esencia y eso genera desconfianza en ti mismo y en lo que ven los demás.
No se trata sólo de productos
Si trabajas como empleado o vendes servicios podrás decir que esto no va contigo. Sin embargo, creo que cuando trabajas para una empresa también debes dejar claro a qué te dedicas. No, no me refiero a «a mi déjame en paz, ese no es mi trabajo» sino a algo más profundo.
Si tu objetivo profesional quieres que vaya en una dirección, pero constantemente te están pidiendo cosas que te alejan o directamente te llevan hacia un lugar opuesto, tendrás que empezar a pensar si tu «oferta» está perdiendo fuerza.
Evidentemente todos pasamos por épocas más complicadas y no se nos deberían caer los anillos por hacer lo posible para salir adelante, pero no debería convertirse en algo crónico.
Define bien tu oferta
Quizás uno de mis mayores errores durante estos años ha sido no tener una oferta definida en plan Jobs. Cuando te posicionas como experto en un concepto como el de la Marca Personal que pocos entienden bien, corres el peligro de que cada cual te pida lo que crea que es. Pero esto sucede con casi todas las profesiones.
Por eso es fundamental ofrecer «paquetes cerrados», como las agencias de viajes o los iPad. Igual que en una empresa te dicen cuales van a ser tus funciones y tareas, tú como profesional libre o por cuenta ajena, deberías tener tu propia «Job Description». De tal manera que, cuando te pidan o surja algo que no se ha definido, sepas a qué atenerte.
Durante un tiempo trabajé en Gestión de Proyectos. Lo que me gusta de esa metodología es que está todo muy bien definido (aunque deja mucho margen de maniobra). Y si, una vez que el proyecto está en marcha, hay que realizar cambios, pues se revisa todo.
Creo que, tal y como se están poniendo las cosas, es bueno que cada profesional tenga un catálogo de productos definido y lo haga visible. La intención no es ponerse tiquismiquis sino evitar problemas posteriores, facilitar las decisiones y generar confianza.