Operaciones. No te pierdas en los detalles

Uno de los errores que cometí al empezar al escribir libros y que me retrasó bastante en las primeras ocasiones fue el de preocuparme más de buscar toneladas de información que de planificar lo que quería contar.

Con los dos primeros libros (el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra), me ocurrió exactamente lo mismo. Tenía mucho material e ideas para escribir, así que me las prometía muy felices porque consideraba que con eso todo sería coser y cantar.

El problema vino cuando, después de redactar gran parte de ese contenido e información acumulada, aquello no tenía ni pies ni cabeza. Contaba muchas cosas, sí, pero el conjunto tenía poco sentido. Así que, tuve que parar, revisar y prácticamente volver a empezar.

Como he dicho aquí en alguna ocasión, el problema actualmente no es la falta de información, sino el exceso. Lo que hace que alguien sea un experto o que un libro, web, podcast o contenido de otro tipo sea útil, no es la cantidad de información sino la forma de extraer lo realmente relevante y organizarla del mejor modo posible.

Los esquemas, los mapas mentales de la Generación X

Si hay algo que me fue muy útil cuando era pequeño y estudiaba en el colegio eran los esquemas de llaves o cuadros sinópticos. Era la típica actividad que en aquellos años no valorabas, pero que con el tiempo reconoces que te ayudó de muchas formas a lo largo de tu vida. Planificar, decidir, enfocar, aprender,… los beneficios eran muchos.

Aquellos esquemas te permitían coger algo muy complejo (geografía, historia, lengua, ciencias,…) y aparentemente inabarcable y convertirlo en piezas manejables. Mucho antes de que se pusiesen de moda los mapas mentales, nosotros ya los utilizábamos aunque con menos «glamour».

Podríamos decir que aquellos esquemas eran algo así como un lenguaje de programación analógico.

Evita la tendencia a ir a derecha del esquema demasiado pronto

Quizás a ti le ocurre lo mismo que a mi. Me refiero a que, cuando te metes en un proyecto, aunque al principio tienes una idea genérica interesante, enseguida te pasas al extremo derecho del esquema, el de la multitud de ideas menores o complementarias. Y aquello te hace perder el foco.


Eso es lo que me ocurría al escribir mis primeros libros y me sigue sucediendo cuando pongo en marcha un proyecto, una presentación o un manual. Aunque la idea general está clara, pronto empiezo a verme sobrepasado por ideas, informaciones y contenidos infinitos. Y si no sabes manejarlo, puede acabar generando tal confusión y sensación de que no eres capaz de manejarlo que te bloqueas o abandonas.

En dospuntocerolandia ocurre algo parecido. Si entras en TikTok, Instagram, Twitter, Facebook, YouTube, LinkedIn o cualquier otro sitio en La Red verás tantas cosas, interesantes, variadas y también desconectadas de una idea común que estarás entretenido, pero acabarás perdido. Y el previsible tsunami de contenidos que puede llegar con la Inteligencia Artificial no va a facilitar las cosas.

Recuperar el punto gordo

En este momento estoy en una de esas etapas en las que el exceso de material me impide ver el bosque. Hay tantas cosas que contar e ideas que escoger que es fácil desnortarse, olvidar los motivos y motivaciones por las que empezaste un proyecto o desesperarse porque haces cosas, sí, pero sin una idea clara del destino, el punto gordo.

Por eso creo que, de vez en cuando hay que volver al colegio, a la EGB los de mi generación y ponerse en modo alumno, ser humilde y aceptar que aquello que aprendimos hace décadas, tiene todo su sentido hoy.

Además, creo que la mejor herramienta para poner orden a las ideas, establecer una jerarquía y escoger lo que es realmente relevante, es algo que ya teníamos mucho antes de los ordenadores, Internet y lo digital. Me refiero al lápiz y papel. Y el papel cuanto más grande, mejor. Ah, y goma de borrar, porque en el proceso cambiaremos muchas cosas.

Hay un término que se utiliza mucho actualmente y que, curiosamente me gusta (a diferencia de procrastinación, resiliencia y otros). Me refiero a Orgánico. Crecimiento orgánico.

Creo que los proyectos deben crecer de forma orgánica, natural, rama a rama. No podemos empezar por el final, por los detalles si no tenemos la base, la estructura. Para que algo llegue a ser complejo y rico, antes debe ser simple, incluso básico.

Si estás en una situación parecida, prueba lo que te digo. Recupera o descubre aquellos esquemas o cuadros sinópticos y trata de aplicarlos al problema, proyecto o situación que quieras abordar. Porque la clave (la llave) no está en acumular sino en poner cada cosa en su sitio y al observarlo de un vistazo poder decir, ¡Ah, joder, era eso!


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