Etiqueta, cuando tus modales aumentan tu valor
Urbanidad, buenos modales, educación, etiqueta, clase, comportamiento, cortesía.
Podemos ponerle el nombre que queramos, pero parece que referirnos a una forma de actuar respetuosa, amable y comprensiva con los demás, es algo pasado de moda o, algo peor, criticable.
Sin embargo, creo que es ahora, hoy, cuando es más necesario que nunca refrescar y aplicar esas acciones y actitudes que hacen que las cosas funcionen mejor.
Cuando se habla de Marca Personal siempre surge el tema de la diferenciación, de destacar de algún modo positivo para que nos consideren «elegibles». Pues bien, en una época en la que parece que todo vale, en la que la gente parece estar malhumorada todo el rato o sometida a una presión constante, saber mantener la calma y comportarse «como Dios manda», se ha convertido en una forma excelente de mejorar el impacto que creamos.
En España parece eso de la Etiqueta en los negocios es algo que ni está ni se le espera. Durante mis treinta años de vida profesional he visto todo tipo de comportamientos que van desde lo exquisito a lo patético. Y eso es aplicable a todos los niveles de la empresa. He visto a profesionales de almacén con los que da gusto relacionarse y a muchos, quizás demasiados directivos y empresarios que merecerían más de una colleja.
En realidad, la ética y la etiqueta no sólo suenan parecido sino que tienen el mismo propósito, indicarte como comportarte.
La Etiqueta para los profesionales va a mejorar la productividad, suavizar las relaciones en situaciones de crisis, reducir la presión en los viajes, facilitar el contacto con colegas de otros países, hacer más llevadera la vida del cubículo,…
Si consideramos que la Marca Personal es la huella que dejamos en los demás, ¿no será casi obligatorio dominar los modales a la hora de tratar con otros profesionales? ¿No será más importante generar un impacto positivo en una relación cara a cara que dedicarnos a posar en Redes Sociales?
Hay muchos momentos en los que hay que saber como actuar. Básicamente porque si tenemos claro lo que hay que hacer, podremos centrarnos en lo importante, las relaciones.
Es de bien nacidos el ser agradecidos
Vivimos tiempos rápidos, en los que parece que deban atendernos ya y porque «yo lo valgo». Así que los «Gracias», «Por favor» y «Perdón» parece que se quedaron en el siglo pasado.
Sin embargo, saber agradecer un servicio o pedir las cosas amablemente incluso en momentos de tensión puede cambiar la percepción que generamos.
Aspecto e higiene en el trabajo
Que si los «casual fridays», que si entornos informales. A veces parece que la cosa se nos ha ido de la mano. Evidentemente no te voy a decir como debes ir arreglado al trabajo, pero si conoces y aplicas unas reglas mínimas puede que te vean de forma diferente al resto.
Y sobre los olores y otros aspectos relacionados con la higiene, creo que todos conocemos casos que podrían llenar una galería de los horrores.
Saber lo que hay que hacer en estos casos no sólo evita situaciones incómodas sino que facilita el trato con otros profesionales.
La vida en el cubículo
Creo que somos los de la Generación X los que vimos como las oficinas se transformaban en «praderas» abiertas, llenas de cubículos y sin una mínima intimidad.
Sin embargo, nadie se preocupó de explicar como actuar cuando el compañero se pone a utilizar el manos libres del teléfono, se lleva comida a su mesa porque tiene que terminar una presentación o se dedica a cogerte la grapadora sin permiso.
Los modales en la oficina se han convertido en un campo de minas que pueden hundirte y etiquetarte (que paradoja) como un indeseable o convertirte en un modelo de comportamiento.
Las relaciones sentimentales en el trabajo, ceder o no ceder el paso en una puerta, incluso subir o bajar en ascensor o la «copa de Navidad», todo tiene su «miga» a la hora de comportarse.
Las comidas de negocios no son para comer (ni beber)
Creo que en todos los manuales de etiqueta con los que he trabajado hay una parte importante sobre el momento de comer.
En las comidas de negocios hay toda una liturgia que hay que seguir y respetar. Desde la elección del restaurante, el tipo de conversación, la elección de la comida adecuada o el abono de la cuenta, entre otros muchos aspectos, hay que saber qué hacer, cuando y con quién.
Cuando salimos al extranjero (o vienen a vernos)
Algo que ha cambiado radicalmente en las últimas décadas es la naturalidad con la que nos relacionamos con gente de otros países y culturas.
Desde el momento que cogemos un avión, o participamos en una videoconferencia pasando por lo que hay que comer, ponerse o decir con alguien con otra mentalidad, todo eso está relacionado con la etiqueta y hay que saber manejarlo para no meternos en arenas movedizas.
Y si, también hay que hablar de Netiqueta
Correos electrónicos, Whatsapps, Redes Sociales,… qué te voy a contar que no sepas. Pues bien, todo eso también hay que dominarlo tanto dentro como fuera del horario laboral.
Como ves, esto no va sólo de ponerse una foto chula el LinkedIn o saber manejar un «troll» en Twitter.
Todos producimos un impacto cada vez que vemos a alguien (o mejor aún, cuando nos ven). Desde que cogemos el ascensor por la mañana hasta que nos despedimos de los colegas por la tarde/noche. Y hay que saber manejarlo.
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